35 Premios Nobel de Literatura que sí pasarán a la historia

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35 Premios Nobel de Literatura que sí pasarán a la historia

Desde 1901, el Nobel de Literatura se ha entregado a 114 personas. Todos los años, excepto de 1940 a 1943 debido a la II Guerra Mundial. Y en total, sólo 14 mujeres han sido merecedoras, según la Academia, del galardón. Esta es una selección personal desde Librotea en la que persisten criterios como la importancia que aún hoy tienen las obras de algunos de los ganadores. Libros que han sobrevivido al paso del tiempo y cuyos autores han entrado dentro de un canon fácilmente reconocible para la mayoría de los lectores. Por supuesto, los contemporáneos se deben más a razones de cercanía en el tiempo. Se quedan fuera (a la fuerza, ya que es menos de un tercio del total) que también podrían haber entrado. Pero eso os los dejamos a vosotros.Comenzamos por novelas como la Knut Hamsun, Hambre, por esa confluencia entre la psicología y la literatura que tan presente estaría en el siglo XX. De la década de los años veinte destacamos también la poesía de Yeats, por su simbología y surrealismo, la filofeminista obra Pigmalión, de Bernard Shaw y La muerte en Venecia, de Thomas Mann, en la que bulle la velada homosexualidad del escritor.En los años treinta se lo otorgaron a dramaturgos como Luigi Pirandello con esa metateatralidad que se encuentra en Seis personajes en busca de autor.De los cuarenta son los premios a la poeta chilena Gabriela Mistral por obras como Desolación en la que se hallan presentes las emociones y un fuerte toque idealista. Los ideales humanitarios residen a su vez en los libros de Hermann Hesse como El lobo estepario, y en los André Gide, como El inmoralista. A esta década pertenecen otros dos ilustres premiados como William Faulkner (El ruido y la furia) y el poeta T.S Elliot, autor de unos de los poemas más bellos del siglo como La tierra baldía.En los años cincuenta se premió a autores como Ernest Hemingway, cuya fortaleza literaria, su desbordada pasión y su idealismo quedó reflejado en novelas como Por quién doblan las campanas; Albert Camus, otro destacado idealista, también recibió el premio por, entre otras, El extranjero. Y a España le tocó el premio con Juan Ramón Jiménez, de quien podríamos escoger su obra poética, pero nos quedamos con la ternura de un libro que siguen leyendo los niños: Platero y yo.En los años se sesenta la mirada se tornó a latitudes como los Balcanes, con el gran escritor Ivo Andric, que reflejó la épica de su pueblo en El puente sobre el río Drina o Japón, con Kawabata, indagador de la mente japonesa en libros como El rumor de la montaña. Se premió a autores que habían reflejado con realismo los problemas sociales durante la gran Depresión como John Steinbeck con Las uvas de la ira; y a uno de los escritores que inauguraban la posmodernidad: Samuel Beckett con Esperando a Godot. En esta década también resultaba premiada la poeta Nelly Sachs, autora que escapó del Holocausto, con Viaje a la transparencia.De los setenta nos quedamos con Aleksandr Solzhenitsyn, que en Archipiélago Gulag desvelaba las masacres del régimen soviético; con el alemán Heinrich Böll, llamado la conciencia moral de Alemania por novelas como Opiniones de un payaso; y con el único español de la Generación del 27 que obtuvo el Nobel: Vicente Aleixandre por, entre otras, La destrucción o el amor.Los ochenta trajeron el primer Nobel para el boom latinoamericano con el galardón a Gabriel García Márquez, autor de Cien años de soledad (sobran las palabras de lo que ya se ha hablado de esta novela); también para William Golding por esa indagación en la condición humana que supuso una novela como El señor de las moscas; y de nuevo para otro español como Camilo José Cela, uno de los autores que mejor reflejó las penurias de la España del siglo XIX y primeras décadas del XX en La familia de Pascual Duarte.En los años noventa fueron premiados, entre otros, el ensayista y poeta mexicano Octavio Paz, del que la Academia destacó su integridad humanista, la poeta polaca Wislawa Szymborska, de quien se resaltó su cotidianidad y costumbrismo para reflejar el alma humana, el dramaturgo italiano Darío Fo, crítico del poder con obras como Muerte accidental de un anarquista, y otro gran azote de los poderes fácticos como el novelista portugués José Saramago, quien hizo de la crítica materia narrativa en obras como Ensayo sobre la ceguera. La década terminó con el premio alemán Günter Grass, uno de los más reconocidos de la literatura alemana contemporánea por obras (biográficas) como El tambor de hojalata.En la primera década de los 2000 llegó el premio para el sudafricano J. M. Coetzee, fino (y a veces cruel) analista de la sociedad sudafricana en novelas como Desgracia; la austriaca Elfriede Jelinek, indagadora del alma humana en sus peores miserias (pero humanas, al fin y al cabo) como muestra en La pianista; y la británica Doris Lessing, con una obra de peso feminista como El cuaderno dorado.En la segunda década encontramos ya a Mario Vargas Llosa, autor perteneciente al boom y con obras magistrales como La ciudad y los perros; la canadiense Alice Munro, autora de cuentos excepcionales como los que se hallan en Demasiada felicidad; y el británico Kazuo Ishiguro, último premiado y al que se le ha destacado por novelas como Los restos del día, una de sus novelas más conocidas por su adaptación al cine bajo el título Lo que queda del día.

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