Libros a contracorriente: la contracultura en Anagrama

Libros a contracorriente: la contracultura en Anagrama

A lo largo de sus más de 50 años de historia, Anagrama ha sido una editorial fundamental dentro del mundo literario en lengua castellana. A través de su catálogo, los lectores hispanohablantes han descubierto la obra de autores ahora consagrados internacionalmente, tanto anglosajones (Desde Ian McEwan a Kazuo Ishiguro, Martin Amis o Julian Barnes) como en lengua española (Roberto Bolaño, Rafael Chirbes, Marta Sanz…) y otros llegados desde distintos países y tradiciones literarias. Pero Anagrama también ha guardado, desde sus comienzos, un espíritu contracultural a través de distintas colecciones y autores que se ha mantenido a lo largo del tiempo.

“La contracultura en sentido amplio, cultural y político, estuvo omnipresente en la primera década de Anagrama”, recuerda el fundador d ella editorial Jorge Herralde. A través de colecciones como

Cuadernos Anagrama o Contraseñas, los primeros tiempos del sello estuvieron marcados por libros muy volcados a ese espíritu contestatario, a la que también se unieron lo que Herralde llama “literatura forajida”: “Los Bukowski, Hunter S. Thompson, etc.”, enumera.

La publicación de determinados títulos, en una España que todavía vivía los últimos años de la dictadura, era además de un acto político la fuente de numerosos encontronazos con las autoridades.  “Aunque la censura fue bastante arbitraria y caprichosa, identificaba muy bien a las editoriales incómodas penalizándolas con secuestros de libros. Anagrama fue premiada con 9 secuestros”, relata Herralde. “Algunos fueron ‘merecidos’, por forzar límites claros, como Los Tupamaros, los guerrilleros urbanos uruguayos, o Chile bajo Pinochet. Algunos fueron desconcertantes, como Si usted no hace regalos le asesinarán, de Vicente Verdú”.

A lo largo de los años, Anagrama fue abriendo su abanico de referencias, apostando por literaturas al alza y multiplicando sus colecciones, pero ese interés por lo contracultural se puede seguir rastreando a lo largo de estos 50 años de vida. “En efecto, dicho espíritu siempre ha tenido su espacio en Anagrama. Aunque, naturalmente, no con la intensidad semimonográfica de la primera década”, recuerda Herralde, que apunta a un “revitalizamiento de acuerdo con el espíritu de los tiempos desde la crisis de 2008 y con el 15-M”. Autores y autoras actuales del sello representan bien esa postura ante lo establecido. “La etiqueta no es monolítica, pero autores como Cristina Morales o Paul B. Preciado, entre otros, están a la cabeza de la contestación de esquemas sociales obsoletos”, apunta Herralde. A continuación, seleccionamos una docena de títulos representativos de esta corriente del catálogo de Anagrama en los últimos tiempos.

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