Antonio Muñoz Molina: "La biblioteca ideal no tiene divisiones"

Antonio Muñoz Molina: La biblioteca ideal no tiene divisiones

Cuando era adolescente, el hijo de Antonio Muñoz Molina le pidió a su padre que le recomendase algunos libros. “Le hice una lista a mano, que él conserva, en la que estaba desde el Nuevo testamento hasta las Confesiones de un inglés comedor de opio, de Thomas de Quincey”, recuerda el escritor. Todavía no lo sabía, pero esa selección improvisada era el germen de lo que acabaría siendo una selección de 300 títulos que ahora forman parte de la Biblioteca Matador, un proyecto impulsado por el Club Matador de Madrid, que ha elegido al autor jienense como su bibliotecario particular.

“Mi idea era que no hubiese subdivisiones”, relata Muñoz Molina en uno de los salones del club madrileño. “La biblioteca ideal para mí es una biblioteca no dividida, tiene como unidad la buena escritura, pero la buena escritura no es solo la literaria. Un ejemplo fundamental es Darwin. Pertenece evidentemente a la historia de la ciencia, pero lees El viaje del Beagle o El origen de las especies y te das cuenta de que es un escritor como una casa”.

De esa forma, la selección de Muñoz Molina busca crear “una biblioteca transversal”. “No hay subdivisiones ni en género, ni en ficción ni no ficción. La única división es estrictamente alfabética”, explica. En ella se cruzan Freud y Arturo Barea, Machado y Proust o Tolstoi y H. G. Wells, todos bajo un mismo criterio. “Me he basado en mis propias afinidades y en el sentido de la responsabilidad”, explica. “Son libros que amo, todos ellos, pero quería que la biblioteca pudiera tener un carácter completamente sintético. Si lees estos 300 libros creo que tienes una idea del mundo bastante amplia, pero estos libros además te sirven para avanzar en otras direcciones. Cuando empecé a leer a Borges vi que tenía dos ventajas: primer, era un escritor extraordinario, pero también te llevaba a otros escritores. Me gustaba la idea de que este núcleo pueda irradiar hacia otros descubrimientos”.

Dentro de ese criterio de selección, Muñoz Molina ha optado por no incluir obras recientes. “Es muy difícil que un escritor sepa relacionarse sin prejuicios, favorables o desfavorables con lo que se hace a su alrededor”, asegura. “Yo muchas veces me he entusiasmado con libros contemporáneos que luego me he dado cuenta de que no es que no fuesen buenos, pero que no me gustaban tanto. Me he equivocado en el sentido relativo que tiene eso, en la apreciación de contemporáneos”. Esa cercanía hace más complicado valorar una obra con la distancia adecuada.” Cuando me fui a EE UU empecé a leer literatura de allí, y te das cuenta de que llegas a una cultura de nuevas, sin prejuicios. Eres un lector completamente libre”, recuerda.

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