La cultura es salud: el equilibrio entre humanismo y ciencia

Antonio Muñoz Molina, Luis González y Luis Paz-Ares en Casa del Lector
Antonio Muñoz Molina, Luis González y Luis Paz-Ares en Casa del Lector

Según la OMS, “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Por esa razón, y desmintiendo la separación artificial que se ha establecido históricamente entre cultura y ciencia, Librotea en colaboración con Bristol Myers Squibb, se impulsa el ciclo La cultura es salud, una serie de encuentros entre personalidades de la literatura y la ciencia para charlar sobre las múltiples conexiones entre estas áreas del saber humano.

El cuarto y último encuentro del ciclo La Cultura es salud, que tuvo como protagonistas al escritor Antonio Muñoz Molina y al oncólogo Luis Paz-Ares, estuvo centrado en la relación entre las llamadas humanidades y la ciencia. “Me gusta remarcar que las Humanidades son más amplias que la división que se suelen hacer entre cultura científica y cultura humanística”, advirtió desde el principio Muñoz Molina. “Hay un ensayo que se llama La tercera cultura que dice que las personas necesitamos un conocimiento humanístico y científico. Para comprender el mundo necesitamos ese equilibrio. Necesitamos ese equilibro, es fundamental porque por uno solo de los caminos no podemos entender nada, y es fundamental ahora mismo la defensa de una racionalidad pública”.

El autor de Tus pasos en la escalera defendió esa racionalidad entendida como “un discurso hecho por las instituciones educativas y científicas, para conseguir que la racionalidad se introduzca en el razonamiento de la gente. Para juzgar, por ejemplo, las vacunas, para distinguir lo que es cierto y los disparates. En vez de circular con la fe, religiosa o ideológica, guiarnos por algo similar al método experimental. Fijarnos en qué está ocurriendo, cómo se puede corregir y comprobar si ha dado resultado. Esta crisis nos ha puesto delante de la necesidad radical de adoptar ese método experimental”.

Por su parte, Paz-Ares defendió también esa necesidad. “En medicina tendemos a hacer una medicina basada en la evidencia. Primero hacemos un estudio experimental, ensayos clínicos con pacientes. Existe una situación frecuente que es que, a veces, no tenemos toda la evidencia que nos gustaría tener, pero tenemos que utilizar la mejor evidencia posible, y aplicarla. Me gustaría que los que deciden tengan en cuenta este tipo de valores”.

El miedo como medida de adaptación, y la manera en la que lo utilizamos, fue otro punto de interés en la charla. “El miedo es una adaptación evolutiva fundamental”, defendió Muñoz Molina. “Tengo amigos que se dedican a la neurociencia que se niegan a aplicar la palabra miedo a animales no humanos. Esa reacción defensiva, sea lo que sea, está en todas las especies. El miedo es razonable, pero hay que administrarlo, y enfocarse a la causa que nos amenaza. El miedo en las sociedades muchas veces se desplaza. El miedo en la Alemania nazi a la inflación y la pobreza se desplazó a los judíos. La literatura, las fábulas, tienen un papel fundamental, que es dar forma al miedo. La ciencia se mueve por evidencias y la literatura, o el arte, procura un saber de fábulas, en la que se sintetiza la experiencia”.

“La diferencia del miedo y lo siguiente, el pánico, es si hay racionalidad o no”, recalcó Paz-Ares. “Cuando muere un familiar es normal tener una cierta tristeza, lo que no es normal es que te dure tres años y se convierta en una depresión. Que no sea proporcionado. Llama la atención muchas veces la falta de proporcionalidad. Acabamos de presenciar un experimento buenísimo sobre la irracionalidad, 73 millones de estadounidenses han votado a la irracionalidad”.

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