El nombre de Leonardo Padura resuena en la mente del lector con diferentes nombres. El de La Habana es sin duda uno. El beisbol, su deporte predilecto, otro. Pero quizás por encima de todos ellos sobresale el amor por la literatura y, más concretamente, por la novela. De eso habla, mucho y bien, Agua por todas partes, la última obra del escritor cubano en la que nos adentra en las tripas de su trabajo como escritor, una tarea en la que “existe un trecho largo, lleno de obstáculos y retos”.
Esa pasión por la novela es la que Padura refleja también en la selección de títulos que ahora comparte con nosotros. Entre sus debilidades encontramos algunos de los grandes clásicos de la novela hispanoamericana, comenzando por El siglo de las luces, de Alejo Carpentier, y continuando con Conversación en la catedral, que califica de “quizás la más ambiciosa, compleja y abarcadora novela” de Vargas Llosa. Pedro Páramo (“imprescindible para entender lo que es México”) y La Habana para un infante difunto, de su compatriota Guillermo Cabrera Infante, completan sus imprescindibles en lengua hispana.
La estremecedora Vida y destino, de Vasili Grossman, es otra de las obras que destaca en su canon Padura, y a la que califica como “reveladora”. Otros clásicos del siglo XX para los que tiene un lugar de honor en su biblioteca son 1984 (“escrita hace 70 años pero de inquietante actualidad”) y La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera. La novela negra, otra de sus debilidades, se cuela en esta lista con dos tótems del género: El largo adiós, de Raymond Chandler, y La llave de cristal, de Dashiell Hammett.
Por último, Padura incluye entre su selección de favoritos una obra reciente: Sumisión, de Michel Houellebecq, “una inquietante novela futurista”.