El autor mexicano Alberto Chimal y los libros básicos de la literatura fantástica abren el panorama de la realidad y contagian de sobresaltos, terrores, y una gran capacidad de imaginar, de pensar de otra manera.
Del teatro de la vida
La visitante, la novela que actualmente promueve Chimal, surge de dos episodios de la vida real. «Uno, que hace años fui estudiante de teatro y me enteré de muchos detalles de este mundo de actores, directores y esas escuelas de teatro que existieron a finales del siglo pasado, que eran muy audaces, muy extrañas, con ideas muy atrayentes», cuenta.
La otra anécdota está relacionada con una nota que leyó en un periódico de los setenta: «En algún momento del 74, la policía arrestó a los dueños de un cine clandestino que estaba proyectando El exorcista, en aquel tiempo prohibida por la Secretaría de Gobernación. La gente se quejó del ruido, de los gritos, y descubrieron la película».
De esas dos grandes ideas nace la trama central de la novela, sobre una joven llamada Gabriela, que entra a un grupo teatral universitario en los años setenta y, sin proponérselo, se ve involucrada en un caso de feminicidio de un modo extraño, porque acaba siendo visitada, poseída por el espíritu de una mujer muerta.
«Me interesa mucho el tema de la mente humana, de cómo pensamos, entendemos, decidimos o se decide por nosotros quiénes somos, dónde empieza un ser humano, dónde termina el mundo. Ese tipo de cosas las he tratado en muchos textos de diferentes maneras, y ahora en esta novela, donde hay identidades humanas que se confunden y recuerdos que no pertenecen a una persona.
«Con esta novela también pude entrar de lleno en una investigación muy sabrosa sobre casos que no sabía del ambiente de 1972, época en la que los conciertos de rock estaban prohibidos y los discos se vendían de manera clandestina. No había celulares ni internet y la Ciudad de México era muy diferente.«
La literatura fantástica
Para Alberto Chimal, el actual es un gran momento para la literatura fantástica en México, particularmente entre nuevas generaciones de autoras y autores que están aprovechando el género para hacer cosas distintas y «eso quiere decir que están reclamando la capacidad de imaginar, de pensar de otra manera la realidad».
El escritor, nacido en Toluca, cuenta que este mundo le asombró desde niño. «Me costó mucho trabajo comenzar a escribir. Por años no pasaba de un renglón o una página, porque estaba a ciegas. El papá de un amigo me recomendó El arte de la ficción, de John Gardner, un manual de escritura creativa que me cambió la vida«, narra.
Uno de los cambios más estimulantes que ha visto Alberto es que «un montón de mujeres escritoras están ganando espacios que antes no tenían. Hablan de historias íntimas, maternidades, amistad, sororidad, solidaridad. De la autoficción como otra especie de género, de la autobiografía, y hacen historias de terror.
«Sus estilos son más diversos de lo que parece. María Fernanda Ampuero no escribe nada como Mariana Enriquez. Ellas dos no escriben como Cecilia Eudave o Viviana Camacho. El querer juntarlas es más un impulso mercantil. Lo cierto es que están ahí y están haciendo libros muy interesantes. A mí me da mucho gusto», finaliza.