Juan José Millás: “Lo que llamamos realidad es un delirio consensuado”

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Una de las experiencias más extrañas para un escritor es que tener que enfrentarse a su propia obra pasado el tiempo. “Te reconoces a medias”, asume Juan José Millás en una charla telefónica con Librotea. “El otro día intentaba explicar esto y me acordé de esa definición que Freud da de lo siniestro. Él decía que la sensación de lo siniestro se produce cuando uno está ante un acontecimiento que es simultáneamente familiar y ajeno. Esa es la sensación que tiene uno frente a textos escritos hace tiempo”.

La reflexión viene a raíz de la publicación de Una vocación imposible, la recopilación de los cuentos que el escritor ha ido publicando a lo largo de toda su carrera. Un volumen para el cual ha tenido que revisar su propia obra, con una mezcla de extrañeza y desapego. “El que los escribió ya es otro, en cierto modo”, puntualiza. “Pero es una extrañeza sana porque te permite observarlo con cierta objetividad. No tienes el mismo afecto por esos textos que por algo recién escrito”. Él, confiesa, es muy poco dado a sentimentalismos con lo que ha publicado en el pasado. “Hay autores que cuando publican sus obras completas las repasan y se corrigen a sí mismo. A mí eso no se me ocurriría, porque el que escribió ese texto hace 30 años ya lo hizo lo mejor que pudo”, asegura. “Que venga alguien que ya no es aquella persona a enmendarse la plana a sí mismo me parece feo”.

En Una vocación imposible, Millás solo se ha permitido un lujo: “Lo único que he hecho es eliminar cuentos que objetivamente no me gustaban o que resultaban repetitivos con respecto a otros cuentos. No se me ocurre meter pluma”. Ese desapego por lo ya escrito, cuenta, le viene de su trabajo periodístico. “Una de las cosas que te da es perderle el respeto a tu propio texto, en el buen sentido. No hay un texto sagrado. Una coma se le puede tocar hasta a Shakespeare. El periodismo te ayuda a relativizar la bondad de tus textos”.

En gran parte de los cuentos recopilados en este volumen se encuentra una de las constantes de la obra de Millás: la observación de la realidad cotidiana desde la extrañeza. “Es que la realidad es todo, yo me alimento de la observación de la realidad, incluyendo a las fantasías y a los sueños.”, puntualiza. “Lo fantástico está incrustado en lo cotidiano, y lo determina. Todo lo que nos pasa por la cabeza pasa tarde o temprano por la realidad. Si a alguien se le ocurre la bomba atómica, no es más que cuestión de tiempo que la bomba atómica ocurra. La separación que establecemos entre fantasía y realidad es absurda. Y lo que llamamos realidad es un delirio consensuado”, añade.

Una vocación imposible es, también, una declaración de amor a un formato que Millás ha venido ejercitando a lo largo de su carrera: el cuento. “El relato sigue gozando de poca consideración, es algo tradicional”, asume. ·Si una persona decide gastarse 20 euros en un libro, piensa que es mejor hacerlo en una novela que en un libro de cuentos. Está en los genes, por lo menos del lector español. Siempre parece que el cuento es un apéndice de la novela, como un desprendimiento”. Algo con lo que no está de acuerdo en absoluto. “Suelo decir que hay una historia de la literatura que está por escribir, que es la historia del género corto”, concluye antes de hablarnos de algunos de esos títulos que deberían estar incluidos en esa categoría.

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