Cuando pensamos en literatura pensamos en géneros. A la mayoría, probablemente, lo primero que le viene a la cabeza es la novela. También habrá algunos que piensen en el ensayo, el relato, la poesía o el teatro. Sin embargo, hay libros y autores que han plasmado sus obras sin pensar en los límites artificiales de los géneros. En especial, aquellas obras que se nutren de pensamientos breves, historias contadas apenas en un párrafo o frases que invitan al misterio y la reflexión. Hoy nos paramos en la belleza de las cosas pequeñas a través de enormes libros breves.
Libros inclasificables
A lo largo de su obra, Georges Perec jugó con la forma literaria como un niño con sus legos, probando formas que desafiaban la lógica. Ahora se publica Nací, una colección de textos breves que, a modo de diario, repasan su vida y su pensamiento. Otro autor que se sirvió de lo breve fue Eduardo Galeano. En El libro de los abrazos repasa historias, leyendas, fábulas y memoria a través de párrafos que condensan lo que otros explicarían en una novela. Y otro heterodoxo genial fue Gómez de la Serna, creador de la greguería, vehículo literario en el que se unen la imaginación, la observación y lo onírico.
Sabiduría condensada
Resumir un pensamiento en apenas una frase es una práctica tan antigua como el lenguaje. Distintas civilizaciones han fomentado esta manera de transmitir información, desde los proverbios hasta el haiku. En Aforismos sobre el arte de vivir, Arthur Schopenhauer condensa filosofía y consejos para navegar por la experiencia humana. De una manera similar, en La provincia del hombre Elias Canetti reúne notas que, en apenas frases, ofrecen una visión del mundo, la vida y la observación de lo que nos rodea. ntonio Machado, en principio atribuyéndoselo a Juan de Mairena, también trabajó un formato similar en sus Consejos y aforismos.