El cine siempre ha bebido de la literatura. Las historias que aparecen por primera vez en libros a menudo sirven de base para adaptaciones a la pantalla. Tan habitual es que, muchas veces, cuando leemos algo mentalmente nos creamos imágenes, y algunos autores escriben también pensando en escenas cinematográficas. Sin embargo, en otras ocasiones la literatura supone un reto a la hora de ser traducida a imágenes. Son libros casi imposibles de adaptar que se convirtieron en películas.
Libros complejos que se convirtieron en películas
Quizás la última adaptación al cine de un libro considerado como “inadaptable” sea Ruido de fondo. La novela de Don DeLillo, compleja en su inmersión en la muerte y la sociedad estadounidense, no es la primera del autor que llega a la pantalla. David Cronenberg (especialista en estas adaptaciones, como veremos) también se atrevió con Cosmópolis, una novela que tiene lugar casi exclusivamente en el interior de una limusina.
Otro autor cuyos libros suponen un desafío para el cine es Thomas Pynchon. El director Paul Thomas Anderson asumió ese reto en Puro vicio, adaptación de Vicio propio, novela negra con una trama endiabladamente compleja situada en la California de finales de los 60. Pero quizás la novela más compleja de adaptar en cuanto a estructura y trama sea el Ulises, de James Joyce. Joseph Strick se atrevió a convertirla en película en la década de 1960.
Libros complejos que se convirtieron en películas
En otras ocasiones, la literatura se separa por completo de la vida normal, mostrando situaciones surrealistas. Es el caso de El almuerzo desnudo, de William Burroughs, que David Cronenberg se atrevió a traducir a imágenes. También las alucinaciones psicotrópicas narradas por Hunter S. Thompson en Miedo y asco en Las Vegas, que Terry Gilliam reprodujo en la pantalla. Por último, otra obra inclasificable como Matadero cinco, de Kurt Vonnegut, fue llevada al cine por George Roy Hill.