Con La isla del doctor Schubert, Karina Sainz Borgo traza una línea que la separa de sus anteriores obras. La autora generó expectación con La hija de la española a través de la crudeza se embarca esta vez en un relato que bebe de la literatura de aventuras y en la que da rienda suelta a la fantasía. Marineros, criaturas míticas, mapas y encantamientos toman el protagonismo en una obra que recupera la importancia de lo mítico y lo fabulado. Hablamos con ella de este y otros libros que son auténticas aventuras.
Video: entrevista con Karina Sainz Borgo
“Yo venía de publicar tres libros, entre ellos dos novelas, que eran especialmente áridas y duras”, explica Sainz Borgo. “También vengo de hacer periodismo, por eso no me apetecía para nada plantearme una historia periodística. Me dije: ‘Voy a meterme en un género que es el relato, el relato de aventuras”. Apunta la autora que La isla del doctor Schubert es “un punto de inflexión para meterme en terrenos en los que no me había metido antes”. Un relato, bellamente ilustrado por Natàlia Pàmies, que nació como tal: “Jamás me lo planteé como una novela ni como un poemario, porque me parecen cosas muy serias”.
En La isla del doctor Schubert todo es posible. El lenguaje se pone al servicio de historias pobladas por piratas, criaturas míticas y pasiones desbordantes, todas con un elemento en común: el mar. “El lenguaje del mar te rejuvenece”, afirma la autora. “Yo digo que es el libro más personal que he escrito porque es mi fascinación por el mar. Mi trabajo periodístico me permitió acompañar a Arturo Pérez Reverte en una navegación y, por supuesto, fue un hallazgo. A raíz de ahí empecé a recuperar literatura de aventuras y a desarrollar un interés infantil por cada isla a la que iba”.
«Estamos demasiado sujetos a lo concreto, a aquello que no dé lugar a interpretación y a confusiones«
Apunta Karina Sainz Borgo que necesitaba “un cambio de lenguaje”. quería ver cómo me comportaba en otras circunstancias. Es cierto que tengo la misma tendencia a producir más en exageradas, un poco hiperbólicas, pero esta vez en un universo menos hostil”. También, como una manera de escapar de la tiranía de lo literal. “El libro está lleno de criaturas mitológicas y monstruos que son metáforas y alegorías de muchas otras cosas. Estamos demasiado sujetos a lo concreto, a aquello que no dé lugar a interpretación y a confusiones. Evitamos las metáforas porque son complejas, confusas y dan pie al malentendido. Y este libro está lleno de malentendidos”.
Así, Karina Sainz Borgo utiliza lo metafórico, lo fantástico, para revitalizarse. “Este exceso de autoficción actual me parece que habla de un tiempo muy narcisista, muy adanista. Por otro lado, toda la literatura clásica plantea cosas que no sé si hoy serían aceptables. Figuras como Medea, por ejemplo, no sé si serían vistas como censurables. Eso ha permeado mucho en la novela, a mí se me ha vuelto un poco extenuante. Empiezo a notar una tendencia de novelas con propósito, militantes”.