Febrero se desenvuelve en el calendario y con él, la idea del amor, tan vinculado a San Valentín. Consumismos aparte, es un excelente mes para revisar los libros entrañables que te enseñan a besar y practicar lo que sus páginas plasman, con el buen sabor de las lecturas deliciosas.
Los besos poéticos
Son diversos los libros latinoamericanos que han cimbrado a quienes los leen por la descripción de los besos, como Rayuela, de Julio Cortázar, donde los amantes terminan convertidos en cíclopes mientras se besan «como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura».
Alberto Ruy Sánchez, con su prosa de intensidades, llena de asombros, ha enseñado a sus lectores y lectoras a besar de muchas maneras, con los ojos, con el pelo, con los labios, con la música, con las palabras, con el silencio. “¿Qué renace en el fondo de mi piel cuando te beso?”, pregunta. Y en Mogador se encuentra la respuesta.
Una de las descripciones más hermosas y entrañables de la magia que integra un beso se encuentra en el poema «Piedra del Sol», de Octavio Paz, quien sugiere: «Amar es combatir, si dos se besan /el mundo cambia, encarnan los deseos, /el pensamiento encarna, brotan las alas /en las espaldas del esclavo, el mundo/ es real y tangible, el vino es vino».
Los primeros besos
Cada primer beso es diferente. Algunos son más dulces que otros. Hay seductores, tímidos, desagradables, insípidos, picantes, cortos y largos. Hay besos antes de diciembre, como los de la joven escritora española Joana Marcús, quien ha causado revuelo con los romances juveniles de sus libros.
Más de 100.000 lectoras y lectores se han enamorado de las novelas de Dulcinea, pseudónimo de la escritora Paola Calasanz, mismas que hablan del amor romántico pero actualizado, con los vínculos familiares y amistosos integrados. También del recuerdo de los primeros besos, tan llenos de todo.
Libros entrañables que te enseñan a besar. Sumisión y seducción
Hay también otros tipos de amores, con peculiaridades y rituales. En Memorias de una geisha y en Diosa, la seducción es un arte, al igual que la sumisión. Los besos se transforman, se encierran para después liberarse, en una danza excitante que rompe límites.