La carrera de Kiko Veneno está repleta de canciones y frases memorables que beben de la tradición oral y de la observación de la vida. Ahí están el famoso Joselito o su En un mercedes blanco, por nombrar sólo dos de sus clásicos. Pero la música de Veneno también está repleta de literatura, una de sus grandes pasiones y un arte que revindica desde su esencia. “Me he hecho de una filosofía que niega eso de que las imágenes valen más que mil palabras. La palabra agua vale más que todas las imágenes posibles. Las imágenes son las apariencias”, asegura.Dentro de la promoción de Sombrero roto, un nuevo álbum que adopta la forma de disco-libro, el músico andaluz aceptó nuestra invitación para hacer un recorrido por los libros de su vida, y reflexionar sobre la literatura en sí. “Defiendo mucho la soledad del lector, el silencio, el ensimismamiento…”, cuenta. “Me interesa mucho acceder a la vida de otras personas a través de la literatura, reflexionar sobre la vida cuando estás solo y no hay nada que te distraiga. Cuando lees un libro o escuchas una pieza musical, estás en un mundo interior. El arte te produce ese ensimismamiento, ese intento de ir a la raíz de la vida”.Preguntado sobre cómo ha influido en su carrera musical la literatura, Kiko admite que sus lecturas se han acabado reflejando en canciones, pero el proceso es un misterio. “Se transforma, claro, aunque no puedo explicar cómo”, relata. Ese trasvase entre ambas artes lo encuentra también en “las canciones de Serrat o Bob Dylan, que también son literatura”, y en su caso añade otra influencia fundamental: el lenguaje popular. “A mí me influye mucho, me llega a través de Andalucía, de la chispa al hablar, del flamenco, que son pequeñas poesías emocionales, casi haikus, frases que se han ido depurando a través de los siglos y que hablan de las grandes cosas de la vida: el amor, el tiempo… los grandes temas”.Al realizar su selección de obras fundamentales, Veneno se dio cuanta de algo. “Los libros que he elegido son todos libros que tienen una unión del fondo y de la forma extraordinaria, en el sentido de que la forma en la que están escritos ya te está diciendo el punto de vista”, explica. “Es como el color de una película, que ya te muestra lo que el director quiere que veas. No podían estar escritos de otra manera, su lenguaje es totalmente definitorio”. Este es el viaje por su vida a través de las letras.
Libros que valen más que mil imágenes, por Kiko Veneno
