Es una novela que a mí me impactó, y me gustó mucho también la película. Se remite siempre a esa época en la que la Iglesia apagó las luces, en el que creó una oscuridad terrible. Lo que no se destruía se envenenaba.
Hay libros que recuerdo en qué momento exacto los leí. El túnel lo leí en 1994. Sábato había hecho un informe sobre la dictadura argentina y yo estaba haciendo Calígula en Buenos Aires. El peso valía un dólar, todo era carísimo. Era todo una locura, y en ese momento hacer Calígula allí era... Además era una versión que estaba situada en la Roma de Mussolini. Bioy Casares y Sábato iban todos los jueves a un restaurante en La Recoleta a comer unos raviolis. Sábato y Bioy ya me conocían, así que a veces comía con ellos. Un día le dije a Bioy: “Señor Bioy Casares, nunca he comido unos raviolis tan ricos”. Y él me dijo: “Ah, pero no sea usted ingenuo, cuestan 30 dólares. Por 30 dólares en mi casa le hacemos raviolis para un año”.
Cuando empecé a meditar me pasó lo que a todo el mundo. Me dolía el cuerpo, no conseguía concentrarme. Sabía que había que persistir. Empecé a meditar en un momento duro, en el que sentía que todos los ojos del mundo me miraban, y que todo el mundo me reprobaba. Vivía muy para fuera, y un libro que me ayudó mucho es este, un libro pequeñito en el que d'Ors dice que los viajes a todo trapo están sobrevalorados, la multilectura está sobrevalorada, y no valoramos esos minutos necesarios de estar solo contigo mismo.
Me lo regaló mi hijo mayor. ¡Qué
regalo! Me lo dio cuando cumplí 63 años y entroncó con todo lo que
tenía en la cabeza del desarrollo del ser humano, del abandono, de
por qué somos así, qué nos diferencia a cada lectura. Es un libro
muy didáctico y muy entretenido.
Es un libro que me toca mucho. Soy del
pueblo de donde era Miguel Ángel Blanco, cuando era monaguillo
arrestaron a uno de los sacerdotes, que tenía una especie de casa de
acogida. Me llegó muy adentro. La leía con dolor, y también con la
satisfacción de que alguien hubiese plasmado todo eso. A Patria le
doy una importancia vital.
Es una trilogía que leí para hacer una película y que me apasionó. Luego, además, tuve la oportunidad de hacer un personaje con Sergio Cabrera:Abdul Bashur, soñador de barcos. Decía: "Dominaban las velas, seducían a las sirenas, mandaban en las sirenas". Una cosa...
Es un libro que nunca entendí muy bien de joven, pero que me provocaba un enorme interés por Cortázar. Siempre iba a ver qué hacía, a ver qué más había escrito.
Borges era un laberinto. Funes el memorioso es una cosa que me impresiona. Ha habido veces en las que he intentado memorizarlo entero y hacer un monólogo entero, aunque durase dos o tres horas.
Umberto Solás me empieza a hablar de
Alejo Carpentier y me pasa El siglo de las luces. Llegar a la Habana
en los 80 y encontrarse con ese libro es como llegar a Granada por
primera vez y leer a Lorca. Apasionante. Cada esquina estaba
representada. Me torturó mucho la imagen en la que dice que la
democracia llegó a América con la guillotina.
Lo que opina Imanol Arias