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Juan Carlos Monedero
Librotea
Lo que opina Juan Carlos Monedero
Es el libro que me explicó América Latina. Un negro, un blanco, un indio. Un pintor, un poeta, un músico, la vieja Europa muriéndose y la emergente américa sentada en sus cien años de soledad (libro que me salvó la vida varias veces en Alemania). Obligatorio para entender el laberinto latinoamericano, como todo lo de Carpentier.
Un día en el DF de México, un conocido periodista me dijo: ‘hay dos tipos de personas en el mundo, las que han leído el Espartaco y las que no lo han leído’. Muy espectacular. Me enseñó que puedes perder y, sin embargo, ser realmente el que gana.
Creo que el libro que me acompañó durante mi adolescencia, el Madrid que he paseado siempre ha sido el de Valle Inclán, siempre me han fusilado con el preso anarquista que sabe que van a matarlo por la espalda y le duele que al día siguiente ‘la prensa canalla’ mentirá. Max Estrella y Latino de Híspalis son la actualización más brillante de la relación entre Don Quijote y Sancho Panza.
Elorza fue uno de los más brillantes profesores que tuve, con el cual me desencontré mucho cuando fundamos Podemos (igual que me pasó con otro profesor que me enrumbó de joven y me mandó a Alemania, Ramón Cotarelo). Mi visión de España bebe mucho de Elorza porque él bebe de Tuñón de Lara, de Ramón Carande, de toda una tradición histórica que no aceptó el chantaje intelectual del franquismo y donde tengo que citar también a otro maestro de la facultad de Ciencias Políticas, Álvarez Junco.
“Durante mucho tiempo regalaba a mis amigos heridos de amor tres libros. Primero las penas del joven Werther, y les recomendaba que lloraran por amar con tanta intensidad. Luego, las Noches Blancas de Dostoievski, y les decía: ‘a veces el amor no puede ser y no hay culpables’. Cerraba la terapia con Opiniones de un payaso: haz un gesto y si no te ve, es que está muerta. Ve al cementerio, cántale una canción y sigue tu vida. Y todo esto al tiempo que Böll nos daba cuenta de lo difícil que es vivir honestamente y cómo los nazis rompieron Alemania y luego, ellos mismos, siguieron gobernando la RFA.
Me llevó a la paleoantropología y la primatología. Fue esencial para escribir El gobierno de las palabras. Después de este libro no acepto que las ciencias sociales puedan explicar nada sin dejar claro antes cuál es el principio antropológico que se defiende.
Siempre he querido ser como ese marinero burlón, irónico, comprometido con batallas imposibles pero siempre sin caer en el sectarismo, pacifista pero que lleva armas a los rebeldes, constantemente enamorado y constantemente huyendo de los lazos, radicalmente comprometido con la verdad, que nunca se equivoca de bando ni de amigos. Aunque sean un puto desastre.
Un diálogo espectacular donde Sócrates explica a su amigo oligarca Critón, que ha ido a ayudarle a escapar de la cárcel, por qué prefiere tomar la cicuta antes que ser visto como un cobarde sin patria por la ciudad que le ha hecho persona. Fue un libro determinante para que me hiciera insumiso y renunciara a hacer el servicio militar y la prestación social sustitutoria.
Cuenta las claves del golpe de estado de 1936 y la guerra civil que se desató al fracasar. Fue el libro que me explicó la vulgaridad de mi país, de mi colegio, que me explicaba porqué España era un cuartel y por qué mi barrio, Argüelles, lleno de militares con bigotito franquista, era un espacio atroz que no me dejaba respirar durante mi adolescencia.
Es una selección de artículos de este profesor portugués, que es el gigante sobre cuyos hombros camino. Muchos libros que podría citar aquí los he dejado fuera porque él ha ido, desde ellos, un poco más allá (por ejemplo, con Marx). Este mundo quebrado lo entiendo mejor gracias a su obra. Cuando leí a Boaventura encontré ordenado, clarificado y profundizado todo lo que podía haber pensado hasta la época. Creo que es el científico social más poderoso que hay vivo. Y siempre me ha dicho que una teoría sin acción es inútil, y una acción sin teoría, ciega.
Lo que opina Juan Carlos Monedero