Acaba de publicarse. Es una reflexión sobre la vida, sobre una relación familiar, pero también sobre la condición de la mujer y los espacios de dominio que se heredan, y es una estupenda novela.
Una de las últimas novelas que he leído y que me ha encantado. Tiene mucho que ver con el mundo que vivimos. Decía Juan Ramón Jiménez que era una lástima que la modernidad estuviese creciendo hacia lo alto y hacia lo ancho, pero no hacia adentro. Vivimos en un mundo en el que los mecanismo obsesivos de la red nos están haciendo aislarnos y vivir hacia dentro, y no conciencia de conocimiento, sino en una obsesión pasional que nos convierte en verdaderos monstruos. La novela de Luis me ha interesado mucho precisamente por eso.
Fue muy importante para mí conocer la poesía de Jaime Gil de Biedma y de Ángel González. Creo que Gil de Biedma y Ángel González son dos poetas que nos pueden ayudar mucho a conocer la realidad y la educación sentimental.
Cuando estudio, formo parte de una gente que está uniendo el principio de la democracia con las voces de los autores que había ido al exilio, silenciados durante la dictadura. Empiezo a hacer una tesis doctoral sobre Rafael Alberti, que había vuelto del exilio, y tengo la suerte de que quiere establecer una relación con Granada porque tenía la promesa con Lorca de ir a visitarle. Era como conectar con el país de su juventud, el que había perdido con la guerra. Tuve la suerte de que se me bajara del altar y estableciera conmigo, un muchacho que estaba empezando, una relación muy sincera de amistad, conmigo y con otros poetas jóvenes.
Mis padres eran lectores, y tenían una habitación reservada a las visitas, que estaba cerrada. Ahí había una estantería y un día me colé y descubrí la edición de Aguilar de poesías completas de Federico García Lorca. Era casi un libro sagrado dentro de un lugar sagrado. Me encontré con un mundo mágico en el que las palabras son más que superficie.
Muchas veces los escritores nos volvemos muy solemnes a la hora de decir qué libros han sido importantes, y te vas a Dostoievski o a Heidegger. Yo tengo que confesar que esta antología tan popular fue fundamental para mí.
Lo que opina Luis García Montero