Silvia Pasternac

Silvia Pasternac nació en Córdoba, Argentina, pero llegó a México siendo una niña. Tras prepararse para ser psicoanalista, los azares la llevaron a escribir para cine, y la necesidad le abrió la puerta de la escritura de series. El encierro provocado por la pandemia la obligó a apaciguarse y así fue como escribió Manci.
Los libros de Silvia Pasternac
Lo que opina Silvia Pasternac
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Este libro fue inspiración para escribir Manci, aunque no creo haber llegado ni a los talones de El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers. Su manera de escribir y esa manera de amasar a los personajes me fascinó.
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Uno de los últimos libros que he leído y me provocó muchas preguntas sobre lo que somos, sobre las diferencias, sobre los parecidos, y que me hizo llorar un montón es Las malas, de Camila Sosa Villada. Además, es una escritora cordobesa, y yo nací en Córdoba, Argentina. El libro habla del Parque Sarmiento, que yo no conozco bien porque me fui muy chiquita de allá, pero cada vez que iba, mi papá me llevaba. Me llegó muchísimo al corazón y me pareció que la suya es una manera de hablar de cosas muy terribles con mucho humor y mucha chispa.
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Otro libro que fue de mucha inspiración para Manci, es La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Alexiévich, la ganadora del Premio Nobel. Me parece que es una gran lectura para nosotras, porque nos recuerda que ojalá la guerra la hicieran solo los hombres, porque honestamente, nosotras no tendríamos nada que ver con eso. El libro habla de las mujeres soldados soviéticas, de niños soldados. Es un libro muy fuerte y muy real.
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Un libro que estoy leyendo ahorita, que me está gustando muchísimo, es Desmorir, de Anne Boyer, que tiene que ver con la amenaza de la enfermedad y con la supervivencia, que también es un tema que me obsesiona.
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Hay una autora que últimamente he estado queriendo volver a leer. Es francesa, autora de novelas policiales, y se llama Fred Vargas. Me gustan todos sus libros, pero el que yo recomiendo más es Cuando sale la reclusa. Es un libro que hace una reflexión sobre cómo se recluía a las mujeres en Francia en lugares encerrados, sin puertas ni ventanas, nada más había como un lugarcito para darles de comer, y pasaban años ahí. La reclusa es una araña que se llama así porque, a diferencia de otras arañas que te brincan, esta se esconde y no se deja ver, pero si la llegas a molestar, es mortal, es venenosa. Saquen sus conclusiones.