Sinopsis
Siempre estará París, donde los barrios, calles, cafetines o plazas, parecen animarse tras evocarlos, pues nada escapa al recuento arrobado de Guadalupe Loaeza, quien nos hace partícipes de sus andanzas y, sin percatarnos, nos lleva hasta las ásperas fragancias del Metro, o por un insólito viaje en moto, en busca del tiempo perdido, el mismo que cambió la historia de la literatura. A partir de ese momento, Proust, Sagan, Beauvoir, Giroud, Sand, Verne, Rostand, Michelet, Colette, Voltaire, Duras, Camus, dejan a un lado la celebridad y se vuelven seres inmediatos, dotados de una auténtica silueta humana; a este diorama se unen algunas estrellas del espectáculo como Trenet, Piaf, Marais, Montand, Moustaki, Bernhardt, o personajes históricos como la Pompadour, Luis XVI, María Antonieta, el mariscal Bazaine, y -quién lo diría- un pasaje desconocido de la Intervención francesa: la brava batalla de unos legionarios en Camarón de Tejeda, Veracruz.
