
Especial Entre la IA y los ghostwriters: la vía de la escritura fácil
Desde hace décadas, los libros firmados por celebridades, políticos o empresarios ocultan un secreto a voces: muchos no los escribieron, se fueron por la vía de la escritura fácil. Detrás de memorias, autobiografías e incluso novelas exitosas, hay escritores fantasma (ghostwriters) que prestan su pluma por dinero y anonimato, a los que se suma la inteligencia artificial para crear contenidos.
Fantasmas tras los bestsellers
La práctica de escribir libros ajenos, no es nueva: se remonta al siglo XX, cuando figuras como el presidente estadunidense John F. Kennedy recurrieron a equipos de redactores para sus discursos y libros. En América Latina, el fenómeno también tiene raíces profundas. Por ejemplo, en México, políticos como Carlos Salinas de Gortari y Vicente Fox han sido señalados por usar ghostwriters en sus publicaciones, según investigaciones de medios como Proceso y Nexos.
En Argentina, el fenómeno ha sido especialmente notable en el ámbito político y del espectáculo. Un caso emblemático es el del expresidente Mauricio Macri, cuyo libro Primer tiempo, presentado como un análisis de su gestión, fue escrito con la colaboración del periodista y escritor Juan Carrá, según reveló el diario Clarín. Ya en los años 90, el cantante Rodrigo Bueno, ícono del cuarteto cordobés, publicó su autobiografía con ayuda de un redactor profesional, una práctica común entre artistas que buscan capitalizar su fama en el mercado editorial. Incluso figuras literarias como Jorge Luis Borges admitieron haber trabajado como "negros" (ghostwriters) para políticos en su juventud, como documentó el investigador Alejandro Vaccaro en Borges: vida y literatura.
Por su parte, en Colombia, el mundo del narcotráfico y la farándula ha alimentado la demanda de escritores fantasma. El libro Sobreviviendo a Pablo Escobar, de Jhon Jairo Velásquez, fue elaborado con la asistencia del periodista Juan Pablo Escobar, hijo del capo, quien fungió como coautor y guionista de la narración. Otro caso sonado fue el de la modelo y presentadora Alejandra Azcárate, cuyo libro Confesiones de una rubia se publicó en 2011 y contó con la pluma oculta de un reconocido columnista de El Tiempo, según confirmó el portal Las2Orillas. Estos ejemplos demuestran que, más allá de la polémica, los ghostwriters son un engranaje clave en la maquinaria editorial, especialmente en géneros donde la voz del autor vale más que su habilidad literaria.
Pero ¿por qué recurrir a un escritor fantasma? La respuesta es simple: tiempo y capacidad. Muchas celebridades carecen de las habilidades literarias para estructurar un libro, pero su nombre garantiza ventas. Así, el o la ghostwriter se convierte en un cómplice invisible, transformando entrevistas, ideas dispersas o incluso simples conceptos en textos coherentes. La editorial Planeta, una de las más grandes en el mercado hispano, ha impulsado este modelo con autores como Javier Chicharito Hernández, cuyo libro Chicharito: el sueño del futbolista contó con la colaboración de escritores profesionales, según confirmó el portal Publimetro.
La IA como nuevo ghostwriter
Hoy, la inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en el panorama editorial como una alternativa rápida y barata para generar textos. Plataformas como ChatGPT de OpenAI o herramientas de redacción automática prometen crear libros en horas, sin necesidad de un humano tras la pantalla. Esto plantea una pregunta incómoda: ¿estamos ante el fin de los ghostwriters tradicionales o simplemente frente a una nueva forma de outsourcing literario?
En México, el debate ya ha llegado a las redacciones. El diario El Universal reportó en 2023 el caso de un influencer que publicó un libro "escrito por IA" sin revelarlo, generando críticas por falta de transparencia. Mientras, escritores como Jorge Volpi han alertado sobre los riesgos de esta práctica, señalando que la IA carece de experiencia humana y profundidad creativa. Sin embargo, las editoriales no descartan usarla para borradores o investigación, como admitió un ejecutivo de Penguin Random House México en Forbes.
En Argentina, el uso de inteligencia artificial en la escritura de libros ya ha comenzado a generar controversia. En 2023, el influencer y streamer Coscu admitió en su podcast haber utilizado ChatGPT para redactar partes de su libro Todo por entrar en calor, lo que desató un debate en diversos medios sobre la autenticidad de los contenidos creados por figuras públicas.
En Chile y Colombia, el fenómeno también avanza. En Santiago, la startup LetraIA ofrece servicios de redacción automatizada para libros corporativos y memorias, mientras que en Bogotá, editoriales independientes han experimentado con IA para generar cuentos y poesía experimental, como documentó El Espectador. Sin embargo, el rechazo no se ha hecho esperar: la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) publicó en 2024 un manifiesto contra el uso indiscriminado de IA en la creación literaria, respaldado por autores como Alejandro Zambra.
La diferencia clave entre un ghostwriter humano y la IA es la empatía. Un escritor fantasma tradicional interpreta la voz del autor, adaptándose a su estilo y personalidad. La IA, en cambio, replica patrones sin entender el contexto emocional. Aun así, su bajo costo podría desplazar a redactores profesionales en proyectos comerciales, especialmente en géneros como autoayuda o biografías.
Autenticidad vs. marketing
El uso de escritores o escritoras fantasma y de IA no es ilegal, pero sí se cuestiona a nivel ético. Cuando un famoso firma un libro sin aclarar su autoría real, ¿es un engaño al lector? En países como Estados Unidos, la ley no exige revelar la participación de un ghostwriter, pero en México, la Cámara Nacional de la Industria Editorial (CANIEM) ha discutido regulaciones para garantizar transparencia, según El Economista.
El problema se agudiza con la IA, donde la autoría se diluye. Algunas soluciones propuestas incluyen sellos que certifiquen "escritura humana" o etiquetas como "con asistencia de IA". Pero en un mercado obsesionado con las celebridades, la verdad suele quedar en segundo plano.
Para distinguir lo real, los expertos sugieren fijarse en detalles: coherencia en el estilo, profundidad de las reflexiones y, sobre todo, declaraciones públicas. Si un personaje nunca habla de su libro en entrevistas o no puede explicar pasajes clave, es probable que no lo haya escrito.
La escritura fácil, ya sea mediante ghostwriters o IA, refleja una industria que prioriza el comercio sobre el arte. Pero también plantea una oportunidad para revalorar el trabajo de los autores reales. Mientras algunos ven estas herramientas como democratización, otros las consideran una amenaza a la creatividad. La respuesta, quizá, esté en el equilibrio: usar la tecnología sin perder la esencia humana que hace único a un libro.