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La literatura y el futuro del español

Especial La literatura y el futuro del español

Rebeca Márquez Américas /

En Arequipa se está librando una batalla por el alma de un idioma. El X Congreso Internacional de la Lengua Española, más que un evento protocolario, se revela como un diagnóstico colectivo del estado de salud de un idioma que navega entre la tradición y la disrupción. 

Hay, entre los discursos oficiales que resuenan en el Palacio Municipal y las conversaciones entre los periodistas asistentes, una pregunta esencial: ¿qué significa ser hispanohablante en un mundo donde las fronteras se diluyen entre lo físico y lo digital, entre lo canónico y lo mestizo?

Hay cierta poesía en que este diálogo crucial ocurra precisamente aquí, en la ciudad que vio nacer a Mario Vargas Llosa, cuyo espíritu literario parece habitar cada debate. A fin de cuentas, las lenguas no viven en los diccionarios sino en la carne viva de quienes las crean, las transforman y las sueñan. El gesto fundacional del Nobel en Córdoba evidencia cómo la literatura sigue siendo el corazón que bombea sangre nueva al sistema circulatorio del idioma.

El programa del congreso, detallado por el director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado, se articula en torno a tres ejes fundamentales que actúan como un termómetro de las preocupaciones actuales: mestizaje e interculturalidad, lenguaje claro y accesible, y culturas digitales e inteligencia artificial. 

Este trípode refleja una evolución desde debates más internalistas hacia una concepción expansiva y desafiante del español. El "mestizaje" ya no se ve solo como un fenómeno histórico, sino como una realidad viva y creativa. La literatura contemporánea es un crisol donde convergen acentos, tradiciones, voces y modismos, desafiando constantemente los cánones y enriqueciendo el tapiz narrativo del idioma. Se debate, así, una política lingüística que debe ser tan diversa como los hablantes que representa.

En los intersticios entre el quechua y el español, entre el spanglish y las voces afrodescendientes, se está redefiniendo lo que significa escribir en español. La pureza lingüística cede ante la evidencia de que la vitalidad de un idioma se mide por su capacidad de contaminarse, de abrazar lo heterogéneo sin perder su esencia.

La defensa del lenguaje claro emerge como acto de resistencia política y estética. En una era de opacidad algorítmica y burocracias incomprensibles, la claridad se convierte en gesto subversivo. No se trata de simplificar, sino de profundizar en la precisión. La literatura tiene aquí un rol fundamental: demostrar que se puede nombrar el mundo con transparencia sin renunciar al misterio, que la complejidad no está reñida con la comprensión de un idioma que se ha ido transformando desde hace siglos.

Un mundo nuevo

Es en el debate sobre inteligencia artificial donde se concentra la verdadera encrucijada existencial. La pregunta ya no es si las máquinas pueden escribir, sino qué queda de humano en la palabra cuando un algoritmo puede emular voces, estilos y hasta metáforas. 

El desafío tecnológico es lingüístico, pero también ontológico: ¿cómo preservar el alma del idioma en un ecosistema digital que privilegia la cantidad sobre la calidad, la velocidad sobre la profundidad?

Arequipa, con su arquitectura que mezcla lo indígena y lo colonial, se erige como el escenario perfecto para esta reflexión. La ciudad misma es un texto donde se leen las capas de la historia, los encuentros y desencuentros culturales. En sus plazas y auditorios no solo se discute el futuro del español, sino cómo se está escribiendo el próximo capítulo de una conversación milenaria sobre la identidad, la memoria y la posibilidad de entendernos a través de las palabras.

El verdadero legado de este congreso no estará en sus actas, sino en la capacidad de la comunidad hispanohablante para navegar la paradoja central de nuestro tiempo: cómo abrazar la diversidad sin fragmentarnos, cómo innovar sin perder el rumbo, cómo mantener vivo el fuego de la creación en un mundo cada vez más mediado por la tecnología, cómo amplificar la materia prima de la literatura. Entre el sillar blanco de Arequipa, el español se mira al espejo y se pregunta quién quiere ser cuando crezca, a pesar de ser ya un anciano milenario. Es apenas el inicio de un debate que se abre a infinitas posibilidades.

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