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Adrián Curiel Rivera recomienda grandes placeres literarios

El escritor mexicano comparte detalles sobre su libro de relatos "Humanas jaurías" y habla del poder del cuento.

Adrián Curiel Rivera recomienda grandes placeres literarios. Foto: cortesía del autor
Adrián Curiel Rivera recomienda grandes placeres literarios. Foto: cortesía del autor
Verónica Maza Bustamante Américas /

Adrián Curiel Rivera es un escritor mexicano reconocido por su habilidad para explorar la complejidad de las relaciones humanas a través de relatos cargados de ironía, profundidad psicológica y observaciones sociales. Aquí nos habla sobre Humanas jaurías, su libro de relatos más recientes, y recomienda grandes placeres literarios.

Videoentrevista con Adrián Curiel Rivera

Adrián Curiel Rivera: entrevista y libros recomendados
Adrián Curiel Rivera: entrevista y libros recomendados

La familia como microcosmos

A lo largo de su trayectoria, Curiel Rivera ha explorado con un estilo único temas como la familia, la soledad, el amor y los conflictos humanos, siempre desde una perspectiva que pone al lector frente a un ojo crítico. 

Su obra, que incluye tanto novelas como relatos, captura la cotidianidad y la transforma en un espacio literario rico en significados. Entre sus libros más recientes destacan Humanas jaurías, una colección de cuentos donde los perros se convierten en espejos que reflejan las tensiones familiares y sociales, y una antología editada junto a Marcial Fernández para Ficticia, que reúne relatos de sus obras anteriores. 

Háblanos de tu libro Humanas jaurías, Adrián.

El libro que se compone de cinco relatos que tienen en común la presencia de uno o más perros. Las historias están ancladas en nuestra contemporaneidad y tienen que ver con la familia, entendida en su ambivalencia como un universo de solidaridad y protección, pero también de rencores, frustraciones y castigos. La familia, entendida no solo en esas dos vertientes, sino también como un microcosmos que finalmente es la sociedad misma.

Trato de situarnos como personas frente a un espejo con los perros, en un espejo que permite humanizarlos y entender a veces que nosotros actuamos como ellos, como salvajes. Hay muchas cuestiones que damos por sentadas en una cotidianidad que, de repente, por algún accidente, por algún conflicto, por algo que se detona, permite ver la otra cara de la vida y lo fantástico que está frente a nuestras narices y que no detectamos habitualmente por la ceguera de nuestros propios prejuicios y hábitos.

Siempre me ha interesado eso: cómo funcionamos en el entorno social como personas. En este libro hay un plus, que es la manera en que nos podemos beneficiar en nuestros vínculos con los animales, y con unos muy específicos, que son los perros. Humanos y perros somos capaces de grandes actos de nobleza, de solidaridad, y también de actos de crueldad, de brutalidad gratuita y de traiciones. Ese espejo me interesó mucho trabajarlo en historias diferentes. 

¿Cuáles son algunas de las historias que cuentas?

Tenemos la de un muchacho homosexual, por ejemplo, que es despreciado por su padre porque no siguió la carrera que, según él, debería haber seguido. Tiene un perro al que ama y que lleva a pasear un día, y surgen una serie de accidentes con su propia pareja y con el perro.

O la de una chica que aparentemente lo tiene todo porque ha seguido el destino que le fraguaron sus padres: ser diplomática, estudiar en el Colegio de México, luego graduarse en una de las universidades de la Ivy League. Sin embargo, a través de una relación que tiene con un perro atropellado al que rescató y le puso una placa de metal en la pata, se da cuenta de que no es feliz, de que ese no es el destino que quiere para ella, y se rebela. Deja todo, se dedica a patinar, pero tiene el asunto pendiente del perro: qué hacer con él, y una madre extorsionadora que la atormenta todo el tiempo diciéndole que si ya echó su vida a la borda, al menos vaya por su perro.

Hay otro relato de un viejo en una Mérida imaginada, futura, donde nieva —una proyección mía porque llevo 21 años viviendo allí— y que sufre un accidente reparando su antena digital. Decide arreglarla, y nos damos cuenta de la gerontofobia que existe en nuestra sociedad, de la manera en que despreciamos a los viejos, los concebimos como desechos, como basura.

Otro relato habla de un padre de familia convencional, con ansias de infidelidad. Va a una reunión de trabajo, conoce a una mujer desconocida, intercambian datos, y al día siguiente, cuando lleva a sus hijos al colegio, se percata de que toda la ciudad está invadida de perros. Hay una atmósfera como de película de zombis o de vampiros. Sus hijos tratan de darle una explicación racional a eso, pero no sabemos hasta qué punto está ocurriendo realmente o si es una metabolización de sus propios miedos, errores y de una decisión crucial que debe tomar al final del relato.

La cotidianidad como inspiración

Para el autor, la ironía es un recurso literario fascinante, que a veces incluso asciende a ser un protagonista más de los relatos. "Creo que es muy importante poder reírnos de nosotros mismos, despojarnos de esta solemnidad con la que encaramos normalmente nuestros compromisos, los roles que se nos asignan y las responsabilidades que a veces no cumplimos y de las que debemos excusarnos", explica. 

La ironía va de la mano con el humor, en tu obra.

El humor es un bálsamo maravilloso. Por supuesto, no digo que mi humor sea como el de Ibargüengoitia, pero sí exploro mucho esas posibilidades de decir algo que no es lo que aparentemente se está diciendo y de profundizar con ironía o sarcasmo en situaciones que se revelan como un dulce envenenado. Parecen muy simples o superficiales, pero en realidad tienen un gran trasfondo que amerita una visión más profunda, desde adentro, pero no necesariamente solemne, sino seria en el sentido que permite el humor.

También estás presentando Antología triste, con muchos de tus relatos.

Sí, es un libro que ha comenzado a circular y que preparé con Marcial Fernández, editor de Ficticia, que recoge relatos de mis libros anteriores. El común denominador en esos relatos es el amor. El amor que surge, que se materializa, pero que difícilmente perdura. Y no solo el amor erótico entre parejas, sino también el amor filial, el amor entre hermanos. Ese amor, inevitablemente, se va erosionando con el tiempo. Ese es el leitmotiv de este libro que empieza a circular junto a Humanas jaurías.

¿Cuál crees que es el estado actual del cuento?

La narrativa breve, contra la idea generalizada de que la novela vende y los relatos no, y de que las grandes editoriales publican novelas pero muy ocasionalmente cuentos, creo que hay algo de cierto en eso, pero también pienso que es un género absolutamente vigoroso y vital, que seguirá navegando por las difíciles aguas de la industria editorial y conectando con los lectores que tenga que conectar. Yo me considero un narrador en general. 

Me gusta mucho escribir novela, pero también me gusta muchísimo escribir relatos. Concibo el relato más como una narración larga, no precisamente como una novela corta ni con un final sorprendente como los cuentos clásicos, sino más bien como las short stories de autores estadunidenses como John Cheever o Raymond Carver. Ellos plantean una historia muchas veces desde la cotidianidad, desde la aparente superficialidad de una situación intrascendente que, de repente, revela cuestiones que tienen que ver con nuestros miedos, fobias, familias y caprichos inconfesados. 

¿Cuál es tu técnica para escribir relatos?

Es muy interesante cómo se construyen o cómo cada autor o autora tiene sus propias técnicas. Para mí, es muy importante hacer este hilado fino de las elipsis, de la acción, de los tiempos, de cómo se construye el dato oculto, de cuando se detona una situación sorprendente que, de repente, da un giro y un sentido completamente diferente a lo que se venía narrando. Mi primer libro, Unos niños inundaron la casa, es un libro de cuentos o relatos entendidos de manera libre. Creo que es un género que tendrá siempre larga vida.

¿Tienes novela en puerta?

Estoy bastante obsesionado con un pirata muy conocido, Francis Drake. Le quiero dar otra perspectiva y estoy trabajando en ello. Estoy leyendo mucho sobre Drake y releyendo cosas sobre piratas. Creo que por ahí va mi próxima aventura literaria.

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