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Agustín Fernández Mallo y los libros que crean mundos

Uno de los escritores más innovadores de la literatura española actual habla sobre su libro "Madre de corazón atómico" y comparte detalles sobre su visión entre ciencia y arte.

Agustín Fernández Mallo y los libros que crean mundos. Foto: cortesía
Agustín Fernández Mallo y los libros que crean mundos. Foto: cortesía
Verónica Maza Bustamante Américas /

En esta entrevista, Agustín Fernández Mallo habla sobre Madre de corazón atómico, un texto que surge del fallecimiento de su padre y que reflexiona sobre lo que significa vivir. Además, comparte cómo su formación en física influye en su manera de escribir y recomienda libros que crean mundos.

Videoentrevista con Agustín Fernández Mallo

Agustín Fernández Mallo: entrevista y libros recomendados
Agustín Fernández Mallo: entrevista y libros recomendados

La identidad, una alucinación del ego

Nacido en La Coruña en 1967, Agustín Fernández Mallo es licenciado en Ciencias Físicas y trabajó como radiofísico antes de consagrarse a la literatura. Pionero de la Poesía Postpoética —una fusión entre arte y ciencia—, su obra abarca desde poemarios premiados como Creta Lateral Travelling hasta la aclamada trilogía Proyecto Nocilla, que lo situó como referente de la narrativa española del siglo XXI. Artista multidisciplinar, ha explorado el videoarte, la música (con proyectos como Frida Laponia) y el ensayo, siendo traducido a seis idiomas. 

Agustín, ¿de qué trata Madre de corazón atómico?

Madre de corazón atómico es un libro que escribí a partir del fallecimiento de mi padre. Es el libro que cuenta su vida y mi relación con él a través de anécdotas, pero también de reflexiones sobre temas universales: qué es morir, qué es vivir, qué es la identidad. Creo que es un libro con el que la gente se siente muy identificada porque trata temas que a todos nos tocan.

¿Qué significa en tu carrera este libro?

Este libro en particular es una piedra angular en mi carrera. Me di cuenta nada más terminarlo de que ya no volvería a escribir del mismo modo. Es muy personal, porque hablo de algo que siempre ha estado en mi literatura y en la poesía que he hecho, aunque no de un modo tan explícito y tan neto.

Hay un momento importante en mi vida: cuando mi padre, un año antes de morir en 2012, pierde el conocimiento de las cosas, como si fuera un Alzheimer, y llega un momento en que no me reconoce. Cuando tu padre no te reconoce, se abre un abismo a tus pies. Es como si te dijeran: "Mira, Agustín, todo lo que has vivido era un decorado". Como cuando en el teatro bajan el telón y aparece otra función. Se abre un abismo porque ves que es tu padre: sus ojos, su cara, su voz... pero ya no es él. Y aparece la pregunta que el libro intenta contestar: "¿Pero quién hay ahí dentro?" Es una pregunta vertiginosa que tiene que ver con la metamorfosis, con la transformación de una persona en algo que ya no es y, al final, con la identidad, porque la de mi padre ya no está ahí. Por eso, una de las reflexiones del libro es que la identidad es una alucinación del ego.

Nuestro ego alucina, cree que tiene una identidad, pero esa puede desaparecer en cualquier momento. Ese detalle, que es uno más en el libro, es muy importante para entender por qué me llevó a territorios que no había explorado. Me hizo darme cuenta de que lo que escribiría a partir de entonces sería diferente. Es una piedra angular en mi trayectoria como escritor y, por lo tanto, también como persona, porque yo solo escribo de lo que veo y siento. Todo lo que escribo, aunque sea ficción, parte de experiencias personales muy domésticas.

¿Cómo fue el proceso de revivir el viaje de tu padre?

Hay una historia muy curiosa. En 2010, estaba atravesando Estados Unidos en coche, de Nueva York a Los Ángeles, por el placer de hacerlo. Cuando llegué a Kansas, vi una extensión muy grande, llena de vacas, y me bajé del coche. Cientos de vacas se quedaron mirándome en silencio, como dos alienígenas que se encuentran por primera vez.

En ese instante recordé que mi padre me había contado que, un mes antes de que yo naciera, en 1967, había viajado a Estados Unidos como veterinario (esa era su profesión) a buscar razas de vacas que no había en Europa. Lo hizo en avión: cruzó el Atlántico en un carguero con un piloto y 50 o 60 vacas volando. Me dije: "Qué curioso, un mes antes de nacer, mi padre estuvo aquí viendo vacas". Me pareció como cerrar un círculo.

Madre de corazón atómico

Madre de corazón atómico

Agustín Fernández Mallo
Seix Barral México


De cómo crear mundos

Cuando Agustín volvió a España, su padre ya no estaba bien cognitivamente, pero encontró un cuaderno de bitácora que había escrito durante ese viaje. "Es un documento increíble, mecanografiado, con fotografías, donde contaba toda la travesía: detalles técnicos veterinarios, pero también observaciones sociológicas de Estados Unidos en 1967, cuando casi nadie en España viajaba allí", comparte.

¿Y cómo fue que creaste tu propia historia con todas estas imágenes y emociones? 

Al tener ese cuaderno en mis manos, supe que tenía que hacer algo con él. Era una vida insólita, algo que muy poca gente había hecho en España. Cuando mi padre falleció, me puse a escribir su vida, y esto tenía que estar ahí. En el libro incluyo fotos de su cuaderno, imágenes originales de Kansas y Missouri. Todo es también una excusa para hablar de su vida y de cómo me contaba historias, algo muy importante en el libro.

La portada y el título nos hablan, también, de un disco.

La portada del libro es una vaca hecha con ropa de un tendedero, enlazando la gráfica con la portada del disco Atom Heart Mother, de Pink Floyd. El título de la novela viene de ahí también. 

Cuando era pequeño, en los años setenta, una de mis hermanas mayores trajo a casa ese disco de Pink Floyd, cuya portada es una fotografía de una vaca. Mi padre, que no tenía interés en Pink Floyd (para él eran unos melenudos), cogió el disco, miró la portada y me explicó, como veterinario, qué raza de vaca era, su genética, su biología, qué leche producía...

Yo lo viví como si me contara un cuento. Con los años, me di cuenta de dos cosas: primero, que él se fijaba en lo que nadie más veía (la portada, no la música), que es la mirada del poeta y del científico: fijarse en la cara B de las cosas. Segundo, que no hace falta añadir fantasía a la realidad para que sea fantástica. Esa enseñanza, que mi padre me dio sin pretenderlo, está presente en toda mi literatura.

¿Qué significa para ti ser escritor hoy en día?

Es curioso, porque yo vengo de las ciencias. Trabajé 18 años como físico, pero llevo 20 escribiendo. Nunca termino de considerarme escritor, aunque tenga 20 libros publicados, muchos de ellos premiados. Esta sensación de estar en un terreno que no es el mío, que antes me inquietaba, ahora me parece buena: significa que sigo aprendiendo y que aún no me he creído del todo que soy escritor.

Hoy dedico mi vida a escribir, aunque no siempre esté frente al papel. Soy un escritor de muy poco tiempo en la mesa: desarrollo mundos y temas en mi cabeza antes de pasarlos al papel. Así mantienen un hechizo que no se rompe. Creo que incluso cuando duermo, creo mundos.

Agustín Fernández Mallo y los libros que crean mundos

  • Hasta que empieza a brillar

    Hasta que empieza a brillar

    Andrés Neuman

    ALFAGUARA

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    Voy a recomendar el libro más reciente de Andrés Neuman, Hasta que empieza a brillar, que trata de una forma muy creativa, poética y peculiar, como todo lo que hace Andrés Neuman, de la vida de la filóloga María Moliner, la que hizo un diccionario pionero. Me parece que es un libro que abre una investigación de vida fascinante.

  • Las aventuras de Tom Sawyer

    Las aventuras de Tom Sawyer

    Samuel Langhorne

    Alianza Editorial

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    Un clásico que me marcó es Las aventuras de Tom Sawyer. Yo lo tengo en la Colección Austral, una colección muy antigua, pero se puede encontrar en otras editoriales. Siempre me interesó mucho la fascinación de leer sobre un niño, en este caso Tom Sawyer, con quien te sientes identificado cuando eres pequeño, el tiempo es infinito, la vida es un continuo verano y la muerte aún no existe. Es muy interesante cómo los niños no tienen noción de la muerte porque para ellos el tiempo es infinito, no saben que las cosas terminan. Y eso lo refleja muy bien Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain.

  • Frankenstein

    Frankenstein

    Mary Shelley

    Austral México

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    Siempre recomiendo Frankenstein, de Mary Shelley, porque creo que es un libro muy de actualidad, es el sueño del ser humano de crear un ente animado a partir de materia inanimada y ¿qué es la inteligencia artificial si no eso? Hoy día intentamos hacer algo parecido a un ente a partir de piezas, objetos o trozos de materia que son inanimadas. Desde luego, es una lección muy importante de cómo puede estar condenada al fracaso la ejecución de una inteligencia artificial que iguale o supere al ser humano. En Frankenstein hay una frase que siempre me ha fascinado, que es cuando el monstruo le dice al creador: Tú eres mi creador, pero yo soy tu dueño. No vaya a ser que creemos una inteligencia artificial que al final nos diga: Vosotros sois mis creadores, pero yo, inteligencia artificial, soy vuestro dueño. Es un libro imperecedero.



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