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Eduardo Sacheri recomienda libros atemporales e inolvidables

El escritor argentino reflexiona sobre la Guerra de Malvinas en su novela más reciente, "Demasiado lejos", y aborda la historia desde la perspectiva de civiles y soldados.

Eduardo Sacheri recomienda libros atemporales. Foto: archivo
Eduardo Sacheri recomienda libros atemporales. Foto: archivo
Verónica Maza Bustamante Américas /

En esta entrevista, el reconocido escritor argentino Eduardo Sacheri profundiza sobre su novela Demasiado lejos, ambientada en la Guerra de Malvinas, y su desdoblamiento en ¿Qué quedará de nosotros?, donde explora la experiencia bélica desde dos miradas opuestas: la de los civiles en Buenos Aires y la de los soldados en el frente. Además, recomienda libros atemporales e inolvidables. 

Videoentrevista con Eduardo Sacheri

Eduardo Sacheri: entrevista y libros recomendados
Eduardo Sacheri: entrevista y libros recomendados

La guerra de las Malvinas

Eduardo Sacheri ha obtenido el reconocimiento internacional con novelas como La pregunta de sus ojos (adaptada al cine como El secreto de sus ojos, ganadora del Oscar) y Aráoz y la verdad. Combinando historias íntimas con contextos históricos y sociales, su obra abarca desde el drama histórico hasta el relato policial, siempre con un enfoque en personajes comunes que enfrentan circunstancias extraordinarias. En conversación con Librotea desgrana su libro más reciente.

Eduardo, ¿de qué trata tu novela Demasiado lejos?

Demasiado lejos es una novela ambientada en la guerra de Malvinas, que se produjo en 1982 entre Argentina y Gran Bretaña, precisamente por la posesión de esas islas australes, esas islas que están cerca de la Patagonia, que Argentina hace muchas décadas que reclama como propias y en la última etapa de la dictadura militar intentó una recuperación militar que derivó en una guerra que finalmente ganó Gran Bretaña y recuperó el control de las islas. La novela tiene que ver con lo que pasaba en Buenos Aires, a la distancia, no con la guerra propiamente en el territorio bélico.

Como historiador, ¿por qué elegiste este momento para tu novela?

A mí siempre me llaman la atención los silencios colectivos. ¿Por qué hay cosas que las sociedades hablan mucho y por qué hay cosas que las sociedades no hablan nada? La guerra de Malvinas pertenece a la segunda categoría. No así las Malvinas ni el reclamo de soberanía sobre las Malvinas, que es un tema presente en mi país, pero no la guerra.

Tiendo a considerar que el recuerdo es incómodo; a veces esa incomodidad se resuelve hablando y a veces se resuelve callando. El hecho de que la guerra se haya producido en la dictadura y que sin embargo haya cosechado un enorme apoyo popular al gobierno militar que encabezó la recuperación, pasado el tiempo y consumada la derrota, no deja bien parada a esa mayoría argentina que aplaudió, apoyó, celebró, se sumó a la propuesta de ir a la guerra con tal de conservar ese territorio.

¿Cómo fue para ti regresar a ese momento del país en el que naciste?

En 1982 yo tenía 14 años, con lo cual mis recuerdos son abundantes tanto del propio conflicto armado como de la cotidianidad de alrededor. En general siempre me interesa más esa pequeña escala de las personas comunes para contar las historias, es decir, un hecho como la guerra de Malvinas puede ser abordado desde los grandes líderes, las figuras políticas eminentes, Margaret Thatcher, el general Galtieri, que era el que gobernaba la Argentina, el presidente Reagan como mediador o puede ser narrada desde la pequeñez, como la visión de una funcionaria del cuerpo diplomático que tiene un puesto minúsculo, el camarero que lleva los cafés en la casa de gobierno donde se toman las grandes decisiones, cuatro amigos que se juntan en un bar y leen los diarios y discuten desde la posición de cada uno o las familias de los soldados que van a la guerra.

¿Qué nos deja conocer lo que significó la guerra con sus soldados obligados a vivirla?

Que ellos sí tienen una posición diferente, no participan de ese triunfalismo soberbio y bocón, como diríamos en mi país, sino que temen, se angustian, se preocupan y naturalmente lo único que desean es que eso termine, no importa cómo, pero que termine y que sus hijos vuelvan a salvo.

¿Has hablado con personas que se identifican con los personajes de Demasiado lejos?

Siempre es muy lindo cuando uno empieza a conversar con los lectores después de que el libro sale y empieza a circular. A las personas que tuvieron que vivieron en ese tiempo, por ejemplo, les hace un eco con su propia vida y se ponen a pensar en su propia vida, no en la novela. O la novela es un puente para ponerse a pensar en su propia vida, que es lo más interesante que puede pasar para mí con un libro, que termine totalmente despegado de mí y casi despegado de sí mismo, porque las palabras están ahí y sin embargo, quien lee lo relaciona con tal persona, con tal vivencia, con tal situación en Argentina o fuera de la Argentina.

Yo creo que lo mejor que puede pasar con un libro es cuando te lo apropias, te lo llevas a tu propia vida y cobra significados que no tienen nada que ver con los que yo cifré ahí. Yo escribí lo que yo necesitaba escribir, pero me encanta que alguien encuentre lo que necesita leer. 

Una historia en dos novelas

La literatura de Eduardo Sacheri se caracteriza por indagar en las contradicciones humanas, la memoria colectiva y los conflictos sociales. Para él, la identidad nacional, la lealtad, la injusticia y el peso de las decisiones individuales son temas recurrentes. Además, su estilo visual y detallista refleja una obsesión por construir escenarios verosímiles, donde los personajes —ya sean diplomáticos, soldados o ciudadanos anónimos— encarnan las tensiones de su tiempo.

Háblanos de Qué quedará de nosotros, tu próxima novela vinculada, a Demasiado lejos.

En realidad, mi plan original era que la novela abarcara tanto la experiencia de los civiles que quedan a miles de kilómetros del teatro de operaciones como de los soldados que se ven directamente involucrados, pero en medio del proceso de escritura me parecían dos mundos tan distintos, tan irreconciliables, que finalmente lo que hice fue dividir esta historia que estaba en mi cabeza en dos novelas diferentes: Demasiado lejos, que tiene a estos civiles que están lejos, y luego en otra novela esos soldados que se despiden y se van.

Quería recuperar en esta segunda novela su propia experiencia bélica como en una especie de juego de espejos: mientras en Buenos Aires la guerra es un relato, una narración, un cuento no solo por ficticio, sino porque no es una experiencia directa, en la otra novela sí estarán esos soldados que viven en carne propia los bombardeos, los enfrentamientos de infantería, el frío, el hambre y todo lo que significa arriesgar la vida en un territorio como ese.

En noviembre saldrá ¿Qué quedará de nosotros? en Argentina y en España, y luego en el resto de países. Era difícil para mí, como escritor, yuxtaponer esos mundos tan distintos. Al lector le va a pasar lo mismo. ¿Cómo va a pasar de un café en Buenos Aires a una trinchera en las Malvinas? Y después de regreso a la cancillería en Buenos Aires y después de regreso a un bombardero. Dije, "No, son dos libros que dialogan." 

No es que haga falta leerlas las dos, me gusta aclarar esto. Ojalá te interese como lectora suponerte leer las dos, pero no es obligatorio, es decir, son dos formas de acceder a la misma tragedia.

¿Te sirvió tu experiencia como guionista para acomodar ambas historias?

En general, cuando acometo una novela no me pongo en plan guionista, aunque creo que sí es verdad que tengo una aproximación muy visual a lo que narro, pero eso es anterior a mi primer guion y a las películas; se ve que es una tendencia personal.

Sí planifico muy fuertemente lo que voy a escribir. Así como hay gente que escribe por impulso y se va dejando llevar espasmódicamente por lo que va sintiendo, estamos los obsesivos que desarrollamos planes muy detallados, planes que también se alteran, como esto que te digo, de las dos novelas, pero creo que la condición visual que suelen tener mis historias es producto de mi manera de generarlas, que es ver y luego contarte lo que veo.

¿Cómo ves tu escritura y el quehacer literario hoy en día?

Es cierto que he publicado mucho, lo que no significa haber publicado bueno, pero abundante sí. Yo creo que he encontrado en la escritura de ficción un modo de interrogar sobre mi propia vida enmascarado en contar historias, lo cual es el mejor de los mundos, porque siento que a mí los libros me sirven para seguir pensando en cosas que me importan, entender un poco mejor ciertas cosas y que a los lectores les sirven para llevarse esas historias a sus vidas de manera totalmente independiente a mí y a mis necesidades.

Me parece que quedan ahí los libros, entre los lectores y yo, y hacemos un uso independiente y diverso de los libros. Entonces, yo creo que también la variedad de las temáticas que me importan tienen que ver con eso, con que a uno le importan muchas cosas, o a lo mejor le importan unas pocas cosas, pero se interroga con respecto a ellas en diferentes escenarios de su propia vida.

Entonces, de ahí que la guerra de Malvinas es eso, la guerra de Malvinas, pero es también para mí interrogarme sobre una sociedad, sobre la unanimidad en las reacciones, sobre apoyar a tal o cual tipo de gobierno, la idea de nación, la idea de patria, la idea de vamos todos para acá y qué pasa con los que piensan diferente. Es decir, son cosas muy actuales y más que actuales muy atemporales.

¿Cómo vives el cruce entre memoria y palabra?

Cuando mis novelas tienen un anclaje histórico determinado como esta de la guerra de las Malvinas, siento que necesito construir un escenario real, históricamente verdadero. Entonces, con lo que te topes de hechos históricos vinculados con la diplomacia o vinculados con las acciones bélicas, yo creo que por respeto a vos como lectora, eso tiene que ser verdadero.

Los personajes no lo son. Los personajes son un invento y ese es el acuerdo entre nosotros, que me da libertad para crear libremente y para que esas personas que estoy inventando jueguen a vivir y yo escribí y vos leyendo, nos apropiemos de esas personas. Vivamos a través de esas personas.

Me parece que una de las cosas más lindas de la literatura es eso de que uno se mete en el mundo que le están contando, se apropia de esas vidas, que toman importancia. A uno le importa lo que les pase. Fíjate que si uno analiza racionalmente es bastante ridículo, porque son de papel, y, sin embargo, uno empatiza, se preocupa, se interesa, se entusiasma, se angustia. Creo que eso es lo que nos hace humanos.

¿Cuáles de tus personajes han tomado mayor vida?


Es muy difícil de responder a eso. Es una pregunta muy traicionera, es lo mismo que si me preguntaras no por personajes sino por libros, porque lo que termina pasándome es que lo último que he escrito o los últimos personajes que he creado son los que siento más próximos pero no porque sean mejores, sino porque son los últimos. Son la foto más reciente que poseo, mientras que un libro que he escrito hace 20 años es una fotografía en la que me reconozco, pero yo ya no soy ese.

Entonces, guardo sin duda un enorme cariño por esos personajes, por esas historias, por lo que significaron para mí, pero me pasa eso, hay una distancia cronológica que nos vuelve otros. Con los personajes pasa un poco lo mismo, no es que no te quiera contestar, es que no puedo... ¡y tampoco quiero!

Eduardo Sacheri recomienda libros atemporales e inolvidables

  • Delirio (Premio Alfaguara de novela 2004)

    Delirio (Premio Alfaguara de novela 2004)

    Laura Restrepo

    DEBOLSILLO

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    Recomiendo a la escritora colombiana Laura Restrepo y su novela Delirio, que me parece una belleza. Es una novela que tiene como 20 años y sigue siendo hermosa.

  • Temporada de huracanes

    Temporada de huracanes

    Fernanda Melchor

    Random House

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    De Fernanda Melchor, voy a recomendar Temporada de Huracanes, que me parece... bueno, la palabra belleza para una historia dura, trágica, oscura, no es la ideal, pero igual es una belleza.

  • El ritmo de Harlem ( Ray Carney 1 )

    El ritmo de Harlem ( Ray Carney 1 )

    Colson Whitehead

    Random House

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    Colson Whitehead tiene unas novelas magníficas. Una se llama El ritmo de Harlem y otra se llama Manifiesto criminal. Están ambientadas en el Harlem de los 60 y los 70. Son policiales, pero no son solo policiales, y son estupendas. Hablan sobre el Harlem de la cultura negra, de una sociedad y una ciudad a medio degradar donde el crimen está avanzando. Las dos están buenísimas.


  • Mesa para dos

    Mesa para dos

    Amor Towles

    SALAMANDRA

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    Otro norteamericano que voy a recomendar es Amor Towles. Mucha gente conoce a lo mejor su novela más famosa y probablemente más bella, que es Un caballero en Moscú, pero acaba de sacar Mesa para dos. Se publicó por Salamandra y es un volumen que reúne seis cuentos ambientados en Nueva York y una novela corta ambientada en Los Ángeles. Realmente hay una combinación fantástica de modo de escribir con personajes interesantísimos. Se los recomiendo mucho.


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