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Javier Sierra recomienda novelas históricas entretenidas

El escritor español desvela los misterios de su última novela, "El plan maestro", y reflexiona sobre el arte, la literatura y su visión de la realidad.

Javier Sierra recomienda novelas históricas entretenidas. Foto: Getty
Javier Sierra recomienda novelas históricas entretenidas. Foto: Getty
Verónica Maza Bustamante Américas /

Javier Sierra, uno de los autores españoles más leídos internacionalmente, vuelve a sorprender con El plan maestro, una novela que indaga en el origen y propósito del arte. En esta conversación, Sierra comparte anécdotas personales que han moldeado su obra, desde un encuentro fortuito en el Museo del Prado hasta su fascinación por el arte rupestre. Además, habla de su relación con los lectores, su visión de la literatura como aventura vital y recomienda novelas históricas entretenidas.

Videoentrevista con Javier Sierra

Javier Sierra: entrevista y libros recomendados
Javier Sierra: entrevista y libros recomendados

Secretos en los museos

Javier Sierra es el único autor español contemporáneo cuyas novelas han alcanzado el top ten de los libros más vendidos en Estados Unidos, con obras traducidas a más de 40 idiomas.

Periodista de formación —cofundador de Año Cero y director de Más allá de la ciencia—, ha dedicado su carrera a explorar los misterios de la Historia a través de bestsellers como La cena secreta (publicado en 43 países), El maestro del Prado (ficción más vendida en España en 2013) y El fuego invisible (Premio Planeta 2017). Galardonado con tres Latino Book Awards y reconocimientos como la Cruz de San Jorge, su literatura fusiona rigor documental con enigmas que desafían lo establecido, actuando como "puente entre mundos".

Javier, ¿de qué trata tu novela El plan maestro?

El plan maestro es un viaje a los misterios que rodean la función original del arte. ¿Para qué inventó el ser humano el arte? Los lectores descubrirán en sus páginas que no fue un propósito estético ni una intención historicista lo que movió a los primeros pintores. La función era mágica, pero ¿cuánto queda de esa función mágica de comunicación entre mundos, entre obras de arte que separan la prehistoria de nuestros días?

Mis protagonistas se sumergen en ese camino, en ese viaje, y lo hacen persiguiendo a unos misteriosos maestros que ocasionalmente irrumpen en algunas de las grandes colecciones de pintura del mundo. Seleccionan a personas con la mirada despierta y les comunican sus secretos. Algo que, por cierto, ya hacían viejos dioses de las mitologías miles de años atrás en todos los continentes del mundo. Parece que forman parte de un plan, pero ¿qué plan?

Toda la historia de de El plan maestro en realidad nace de una experiencia personal hace muchos años: siendo yo muy joven, fui abordado en el Museo del Prado por un señor mayor que sin presentárseme siquiera, sin darme los buenos días, empezó a explicarme el cuadro que yo estaba viendo.

Era una tabla de Rafael y lo que me explicó es que esa tabla, igual que otras de la misma época, no debían mirarse como yo estaba haciendo, tenían que leerse, pero para leerlas tenía que haber alguien que te enseñara el abecedario gráfico de esas imágenes.

¿Cómo cambió ese encuentro en el Museo del Prado tu óptica del arte y te ayudó a desarrollar tu literatura?

Me quedé tan impactado que, siendo muy joven, me di cuenta de que la pintura tenía muchos niveles de interpretación. Me obsesioné con ese asunto en silencio durante años. Busqué a aquel maestro en las salas del Prado, pero jamás volvimos a cruzarnos. Creo que aquel encuentro marcó mi vida.

De ahí saldrían años después obras como La cena secreta, El fuego invisible o El maestro del Prado, que rememoraba aquel encuentro. Han cambiado mi percepción de lo que es la pintura. La pintura es en realidad un elemento liminal: separa este mundo de otros. Aunque parezca una cuestión de imaginación pensar que al otro lado de los lienzos hay vida, estoy razonablemente seguro de que algunos de esos cuadros nos observan cuando nos detenemos frente a ellos.

La clave de esa mirada, en ficción, es la que trato de desarrollar en El plan maestro. No es una novela cualquiera; es una novela que te cambia la óptica respecto a la expresión artística.

¿Cuál es la pregunta base que te haces en El plan maestro y cómo fue contemplar el arte prehistórico?

Todas mis novelas nacen de una pregunta que necesito satisfacer. En este caso, la pregunta troncal de El plan maestro es: ¿para qué inventó el ser humano el arte hace 70,000 años? Esas son las últimas dataciones de las pinturas rupestres más antiguas del planeta.

Para resolver esa pregunta, pongo mi propia piel en las páginas. Construyo un personaje llamado Javier Sierra, que tiene mucho de mí, incluso una familia similar. En las primeras escenas, este personaje entra en una cueva rupestre del norte de España con sus hijos pequeños y los expone ante esas pinturas remotas. Los niños, curiosamente, las entienden mejor que los adultos.

Ahí se anticipa uno de los mecanismos más poderosos de la novela: existe una segunda mirada para entender el arte. No es la mirada educada, histórica o racional del siglo XXI, sino una mirada instintiva, primitiva, como la del hombre prehistórico o la de un niño. Ellos inventaron el arte con un propósito mágico, no racional.

¿Y cómo miras hoy en día el arte?

Yo me di cuenta en en aquella en aquella conversación breve con ese misterioso maestro que las pinturas necesitan palabras para ser entendidas. En el fondo un museo es como una biblioteca de libros mudos.

Y si tienes a un maestro o a alguien o algo, que puede ser un libro, que te dé las palabras que te permitan comprender lo que te están transmitiendo las pinturas, entonces la experiencia de visita a un museo se convierte en algo totalmente inmersivo. Los cuadros adquieren naturaleza tridimensional, te caes dentro de las historias que te están contando. o por lo menos comprendes aspectos que de otra forma se te escaparían.

Por ejemplo, por recurrir a una de las grandes obras maestras de la pintura española, que es Las meninas, de Diego Velázquez. Es un cuadro con una escena doméstica, parece que han sorprendido a la infanta, a la infanta Margarita, que es la hija de Felipe IV jugando con sus asistentes en una sala del Alcázar del Palacio Real de Madrid.

Es un cuadro enorme, de un tamaño colosal, del tamaño de los cuadros oficiales, los retratos del rey o de la reina. ¿Por qué se hizo un cuadro doméstico tan simpático, tan cercano, en un tamaño político, en un tamaño enorme? Porque en el fondo el cuadro es esconde un drama político. Esa pintura es de 1656, en un momento en el que España no tiene heredero varón para la corona y se espera que la jovencísima reina Mariana de Austria, que está reflejada en el espejo del fondo, de a luz a un varón para la continuidad de la de la dinastía.

Lo que hace Velázquez es esconder algo: si unimos las cabezas con una línea de todos los personajes de de la composición, vemos un signo zodiacal. Es el signo de Capricornio, el signo de la reina Mariana de Austria, y es la manera que tenían con esa pintura enorme de proteger astrológicamente a la reina para que cumpliera su misión de engendrar a un niño varón.

Cuando te cuentan esto, entiendes el porqué de Las meninas. Si no te lo cuentan, es un cuadro hermoso con una perspectiva increíble, innovador, pero se queda en lo superficial. El porqué del cuadro está en las estrellas y eso me parece maravilloso.

Leer para liberarnos

Durante su visita a la Ciudad de México, Javier Sierra reflexiona para Librotea sobre el papel del escritor, la relación íntima que establece con sus lectores y hacia dónde se dirige su creatividad. Además, aborda el controvertido tema de las teorías de conspiración.

¿Qué buscas que comprendan quienes leen tus libros?

No busco simplemente lectores; busco cómplices. Gente que se sumerja en las historias y descubra que muchos escenarios, referencias históricas e incluso personajes son reales. Si el lector pone un poco de voluntad, puede conocerlos más allá de las páginas.

Por eso, en El maestro del Prado que transita por museos como el Louvre, los Uffizi o la Casa Azul de Frida Kahlo— el lector puede visitar esos lugares y encontrar exactamente lo que describo. La diferencia es que, después de leer la novela, mirará esas obras con ojos nuevos. Las entenderá como elementos de tránsito entre el más allá y el más acá, porque muchas pinturas fueron concebidas para hacer visible lo invisible.

¿Qué contienen muchas obras del Barroco o del Renacimiento? Imágenes de criaturas que nunca hemos visto: arcángeles, demonios, dragones… El artista, en un acto casi de prestidigitación, las materializa. Eso ya es un aviso: el arte cumple una función muy particular.

¿Cómo te ves a ti mismo y al hecho de escribir?

Para mí, la literatura es una aventura vital. No se reduce a sentarse frente al teclado, sino que incluye investigar, viajar, relacionar lecturas con experiencias. Cuando llamo a las puertas de un archivo, cuando relaciono una lectura con algo que está delante de mis ojos, cuando me veo obligado a viajar para conocer un escenario que después estará en en mis páginas, eso también es hacer literatura. Por lo tanto, yo inventaría una palabra. Diría que soy un literanauta, alguien que explora las aguas de la literatura, que son las de la vida.

Todo lo que somos y el contexto en que vivimos es un relato. Nos convencemos de que las cosas son de cierta manera, y eso es una construcción social. Incluso lo que llamamos "realidad" está lleno de ficción—en la política, el deporte, en todas partes. Todo es literatura. O mejor dicho: todo es ficción.

¿Cómo te vinculas con tus lectores?

Hace 12 años, en El maestro del Prado dejé un acertijo sin resolver. Eso hizo que lectores de todo el mundo me escribieran con sus teorías. En El plan maestro, he roto la "cuarta pared" de la literatura: incluyo cartas reales de esos lectores, citándolos con nombres y países.

Además, la edición incluye reproducciones a color de las obras de arte mencionadas. Así, el lector no necesita salir del libro para verlas. Quiero que sea una experiencia inmersiva, que te quedes dentro de la novela desde la primera página.

Después de estos libros, ¿hacia dónde vas en la creación?

Seguiré explorando el arte, pero también tengo una deuda con nuestro momento histórico. Vivimos en una época obsesionada con la seguridad, pero el universo es ingobernable. Lo inesperado nos espera en cada esquina, y no siempre es malo. Hay personajes dignos de exploración, como Frida Kahlo, Pablo Picasso, que estaba fascinado con con el arte rupestre, y Salvador Dalí.

Por otro lado, me interesa la exploración espacial. En unas décadas, habrá colonias en la Luna y quizá en Marte. Sabemos que los rudimentos de la vida están por todo el cosmos. ¿Qué significa eso? Que no estamos solos. Eso es profundamente provocativo.

¿Consideras que tus libros entran en las llamadas "teorías de conspiración"?

Las teorías conspirativas tienen su utilidad: fomentan el pensamiento libre. El problema es cuando no se documentan. Por ejemplo, el terraplanismo ignora pruebas científicas abrumadoras.

Pero hay otras "conspiraciones" que obligan a replantear la historia, como, por ejemplo, hay intereses a la hora de retratar a un personaje histórico o al describir un momento del pasado, y según quien lo cuente se nos está dando una conclusión o interpretación a un conflicto que a lo mejor no tendría razón de ser.

Esto está en la agenda internacional y hay que ser crítico. La única manera de escapar de escapar a ese control al que las grandes corporaciones y los grandes poderes nos intentan someter,  es teniendo una mente libre. ¿Cómo tenemos una mente libre y formada? Leyendo.

La lectura es un espacio de libertad y por eso es tan importante que haya opciones de lectura. Por eso es tan importante que no se prohíban libros de la clase que sea. Cuando se cancela un libro, hay una intención totalitarista detrás. Un libro por malo que sea se debe poder leer. Yo creo que ahí está la verdadera potencia de ese artilugio tan maravilloso, tan perfecto, tan intocado durante siglos, que es el libro.

Javier Sierra recomienda novelas históricas entretenidas

  • El nombre de la rosa

    El nombre de la rosa

    Umberto Eco

    LUMEN

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    La novela que me descubrió que era posible escribir sobre historia de una manera entretenida e intrigante fue El nombre de la rosa, de Umberto Eco. Es la obra que inició esta nueva ola de novela histórica que apasiona en todo el mundo, al mezclarla con un thriller al estilo de Agatha Christie. Así creó un género nuevo a partir de la hibridación de otros anteriores. Las mezclas siempre son fantásticas, y El nombre de la rosa marcó un sendero en mi vida lectora y escritora.

  • El ocho

    El ocho

    Katherine Neville

    DEBOLSILLO

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    Otro libro al que le debo muchas horas de asombro y satisfacción es la novela de la escritora norteamericana Katherine Neville , quien fue directora y vicepresidenta del Banco Mundial. La novela se titula El ocho y relata la historia de un ajedrez que perteneció a Carlomagno, cuyas piezas se distribuyeron secretamente por Europa. La búsqueda de esas piezas, que resultan ser un artefacto mágico, lleva al lector por la Revolución Francesa, la Argelia contemporánea y algunos de los momentos políticos más convulsos del siglo XX. Me resultó un recurso narrativo muy interesante.

  • América antes

    América antes

    Graham Hancock

    Luciérnaga CAS

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    Un ensayo que me ha dejado meditabundo y perplejo en los últimos años es la obra de Graham Hancock, un autor que sigo desde hace mucho tiempo. Su libro América Antes aborda la ausencia de vestigios arqueológicos anteriores a la cultura Clovis en Norteamérica y el resto del continente americano. Hancock plantea que hace aproximadamente 10,000 u 11,000 años, el impacto de un cometa en la zona de los Grandes Lagos de Canadá provocó un enorme cataclismo. Este evento desbordó los lagos y borró todo rastro de cultura anterior en el continente. Existen evidencias geológicas de ese impacto cósmico, que generó un "invierno nuclear" global y probablemente aceleró el final de la era glacial, dando paso al Neolítico. Este libro demuestra que antes de ese impacto hubo civilización en América, una historia ignorada que el autor rescata de manera reveladora.

  • En busca del unicornio

    En busca del unicornio

    Juan Eslava Galán

    Booket

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    Una novela española contemporánea que siempre valoro y considero una maravilla es En busca del unicornio, publicada por Juan Eslava Galán en 1987. Escrita en un castellano antiguo pero comprensible para el lector actual, relata una expedición española que se adentra en el corazón de África en busca de un cuerno de unicornio para curar la impotencia del rey Enrique IV. La expedición, llena de sinsabores y sorpresas, culmina con el hallazgo de una criatura que parece un unicornio y la obtención del preciado cuerno. Esta novela, de calidad casi cervantina, me recuerda que todo buen libro es, en esencia, un viaje.


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