Libros con universos extraños e insólitos, por Yol Segura
La autora mexicana nos habla de su novela "Vimos casas hundirse", un recorrido por la memoria familiar, la disidencia amorosa y las promesas rotas del progreso

La cartografía íntima de una generación que creyó en unas reglas que ya no garantizaban el futuro se traza en Vimos casas hundirse, la primera incursión en la novela de la poeta y ensayista Yol Segura, sobre la que aquí nos habla. Además, recomienda libros con universos extraños e insólitos.
Videoentrevista con Yol Segura

Una presa que lo cambia todo
Vimos casas hundirse funciona como un mecanismo de doble filo: por un lado, disecciona las consecuencias humanas de un proyecto de desarrollo, la construcción de la presa de Zimapán, que inundó pueblos y modos de vida; por otro, narra el viaje de autodescubrimiento de I, una joven que regresa a los escenarios de su infancia para enfrentarse a los mandatos familiares y sexuales que intentó dejar atrás.
Durante seis años, Yol Segura trabajó en esta novela, ahondando en la construcción de su protagonista, la exploración del deseo como acto gozoso y la compleja herencia de una madre que también luchó por su libertad en un contexto distinto.
El punto de partida de Vimos casas hundirse es un hecho histórico concreto que reverbera en la vida de sus personajes: la edificación de la presa hidroeléctrica en Zimapán, Querétaro, a principios de la década de los noventa. Este proyecto, emblema de modernidad, tuvo un coste humano invisible para muchos: la inundación de tres pueblos y la reubicación forzosa de sus habitantes en Bellavista del Río.
Sobre esta grieta entre el discurso oficial del progreso y la experiencia de desarraigo se construye la investigación de la protagonista. "Es mi primera novela y es una novela en la que la protagonista está intentando hacer un reportaje turístico sobre una presa en la que hay como toda una infraestructura para que haya paseantes, visitas, etcétera, pero en la investigación ella se da cuenta que además esta presa en realidad fue construida sobre tres pueblos que fueron hundidos y luego reubicados con toda las condiciones de devastación que eso implica", explica Segura.
Este descubrimiento en el ámbito profesional se entrelaza con una crisis: I se debate en sus primeros años de vida adulta, con dos trabajos que apenas le alcanzan para pagar la renta, mientras constata que haber cumplido con todo lo que se esperaba de ella no le ha asegurado el porvenir prometido.
La autora encuentra aquí una potente analogía: "A partir de eso se da cuenta que hay una especie de analogía, digamos, entre la presa y la promesa de progreso y su propia vida, en el sentido de que hizo todo lo que le dijeron que tenía que hacer y ni así tuvo garantizada la vida que le prometieron".
Este escenario no le es ajeno a Segura, quien vivió en la región del semidesierto queretano. "Yo crecí en esa región de Cadereyta, que es el municipio en el que está inserta esta presa. Aparte de haber visto la presa muchas veces cuando era chiquita, también hay un lazo familiar ahí porque en esos pueblos que estaban bajo esa presa, mis papás se conocieron. Bellavista del Río, que es este pueblo en el que reubicaron a los otros tres pueblos hundidos, es un pueblo que yo conocía de pequeña". Esta proximidad con el lugar le permitió dotar a la narración de una textura auténtica, aunque se cuidó de no caer en lo autobiográfico.
El viaje de I no es solo geográfico o laboral, sino también una inmersión en los recuerdos que la inundan al regresar a su casa familiar tras una inundación literal. Es en este espacio de limpieza y reconstrucción donde resurge su yo pasado, Irene, y con él, las tensiones de una adolescencia marcada por la rebeldía y la búsqueda de una identidad propia.
La novela se convierte así en un proceso de excavación arqueológica personal, donde los estratos de la memoria familiar se mezclan con los sedimentos de un paisaje transformado para siempre por la fuerza del agua y la maquinaria del poder. La presa, por tanto, opera como una metáfora: es el proyecto fallido de una nación, el secreto enterrado bajo la superficie y la represa emocional que la protagonista debe romper para reconciliarse con quien fue y decidir quién quiere ser.
La voz de Yol Segura
La trayectoria de Yol Segura es un reflejo de su resistencia a la especialización. Doctora en Letras Latinoamericanas por la UNAM, con estudios de guion en el Centro de Capacitación Cinematográfica y producción fotográfica en el Centro de la Imagen, su obra abarca la poesía, el ensayo y ahora la novela.
Este cruce de disciplinas es fundamental para entender su aproximación a la escritura. Vimos casas hundirse nació de la percepción de que la historia que quería contar exigía un formato nuevo. "Fíjate que fue una cosa bien interesante, porque lo que me pasó fue que sentí que esta historia me demandaba un formato distinto al que yo estaba acostumbrada, que era el formato de la poesía", confiesa.
El proceso de aprendizaje de ese lenguaje narrativo fue largo, tomándole seis años. "Creo que esos años también fueron de intentar aprender un lenguaje nuevo, es decir, no solo la idea más convencional de lo que es una novela, que también tuve que aprender, sino pensar qué tipo de novela quería hacer y en qué otras narrativas me podían acompañar en ese proceso".
Esta experiencia la llevó a una conclusión clave: "Cada tema reclama su dispositivo literario". Esta filosofía se aplica a su visión de la formación en literatura, que desafía la noción de que las salidas profesionales se limitan a la academia o la docencia. "A mí algo que me sirvió mucho también fue la curiosidad y un poco esta idea de irte formando paralelamente. Mientras yo estaba estudiando la carrera de letras de manera formal, estaba tomando talleres de literatura, después me metí al CCC. O sea, como un poco intentar diversificar lo más posible, que es también un poco ir en contra de esta tendencia contemporánea de la especialización".
Para Segura, esta "multiplicidad de visiones lo que te da es la posibilidad de agarrar recursos de muchos otros lugares", lo que en su práctica se traduce, por ejemplo, en emplear recursos audiovisuales dentro de un poema. Este enfoque está ligado a una actitud lúdica y a una esencial reconciliación con el error. "Hay una idea de poder equivocarse a mí me ha servido un montón para los procesos creativos. Implica mucho de juego, mucho de arriesgarse y, sobre todo, mucho de equivocarse. Para mí es muy necesario reconciliarme con el error y con que yo quería que saliera bien a la primera y no iba a salir ni a la primera ni a la segunda ni a la quinta quizá".
Su recorrido entre editoriales independientes, como Palíndroma, y una transnacional como Tusquets, le ha permitido comprender y valorar los distintos ecosistemas del libro. "Me he divertido mucho con las diferencias", afirma. Reconoce el papel fundamental de las independientes como espacio para voces y textos experimentales, y guarda un especial agradecimiento hacia Palíndroma, que editó su anterior libro, Ya nada va a embestirnos esta noche, con propuestas arriesgadas como incluir stickers para personalizar la portada o un audiolibro de acceso libre.
"Una editorial más grande difícilmente acepta ese tipo de mecanismos porque no son los convencionales", reconoce. Frente a eso, destaca la capacidad de distribución de una gran editorial, que permite que un libro como Vimos casas hundirse llegue a lugares inéditos para sus anteriores trabajos.
Sobre su futuro inmediato, la autora se define como una multitarea literaria. "No sé a dónde voy. Sí sé que voy a seguir escribiendo las dos cosas. Tengo un libro de poesía ahí que está a punto de estar listo. Estoy escribiendo también la siguiente novela. Este año igualmente acaba de salir un ensayo mío en una antología. Ando como escribiendo un montón de cosas".
Su método, admite, conlleva una consecuencia: "Me tardo mucho, porque estoy simultáneamente trabajando diferentes temas que nada que ver entre sí y en diferentes formatos. Voy por muchos lados". Esa parece ser la única constante en el mapa creativo de Yol Segura: la exploración simultánea y gozosa de todos los dispositivos que la literatura le ofrece.
Libros con universos extraños e insólitos, por Yol Segura
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Tierra de mujeres, de María Sánchez, es un libro que me conectó y afectó mucho, precisamente con esta idea del campo y la relación de lo humano con la naturaleza. Me pareció fabuloso.
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Les recomiendo El monte de las furias. Ahí hay una serie de códigos y la experimentación con el lenguaje que puede hacer Fernanda Trías me parece hermosa y admirable. Lo recomiendo muchísimo.
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Un libro experimental que recomiendo es Comparecencia (in)voluntaria, de Marisol García Walls.
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Adrifts Book (Índigo), de Sayak Valencia, me ha parecido bien estimulante en los últimos tiempos.
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Un libro que últimamente ando recomendando mucho, es Frankissstein, de Jeanette Winterson, que tiene un universo extrañísimo, con unos personajes insólitos y muy divertidos.