Raros, de Valeria Gallo: libro silente sobre diversidad e identidad

Valeria Gallo es una de las ilustradoras mexicanas más reconocidas en literatura infantil y juvenil. Con una trayectoria de más de veinte años dedicados al diseño y la ilustración, ha colaborado con diversas editoriales en México, España y Brasil. Aquí nos habla de su libro-álbum más reciente, Raros, y nos recomienda libros para disfrutar de la ilustración. 

Videoentrevista con Valeria Gallo

Raros, de Valeria Gallo: libro silente sobre diversidad e identidad

Pasión por la ilustración

En esta entrevista, Valeria Gallo nos abre la puerta a su proceso creativo y a la visión que da vida a Raros, un libro-álbum silente que reflexiona sobre la diferencia y la posibilidad de encuentro entre quienes parecen no tener nada en común. A lo largo de la conversación, Valeria comparte cómo surgieron los personajes y abunda sobre el eje del libro: recordarnos que lo distinto no es negativo, sino una forma de identidad. 

Valeria, ¿de qué trata tu nuevo libro, Raros?

Raros es una especie de catálogo de personajes que, como su nombre lo dice, son raros. Es como una secuencia mimética del encuentro de estos personajes que se miran muy raro unos a otros, incluso con desconfianza, con enojo, hasta que los infantes de cada grupo se atreven por fin a acercarse al otro, se comunican, empiezan a jugar y de esa manera rompen el hielo entre estos dos grupos y acaban todos riéndose y platicando.

¿Qué buscaste transmitir con la historia?

Mi intención al hacer este libro es darnos cuenta de que todos podemos ser raras, raros para los demás, y que eso es bueno. Creo que la palabra “raro” ha tenido una connotación negativa y me gustaría que cambiáramos esa idea de que ser raro es algo malo. Eso es lo que nos hace únicas, únicos, lo que nos da individualidad.

¿Por qué decidiste que fuera un libro silente?

Es un libro-álbum silente; en efecto, no tiene palabras. Mis procesos creativos, como soy ilustradora, empiezan con dibujos siempre. Mis historias difícilmente empiezan con palabras. De hecho, el otro libro que tengo en Océano Travesía también es un libro silente.

¿Cómo empezaste a crear a estos personajes?

Empecé dibujando a dos personajes y me gustó porque salí un poco de mi zona de confort en cuanto a dibujar seres humanos. Me gusta mucho dibujar personas y diseñar personajes, pero siempre habían sido humanos y estos fueron algo extraño. Me engolosiné y empecé a jugar, a vestirlos, a disfrazarlos, a ponerles tres cabezas o dos bocas. Me di cuenta de que los estaba dibujando serios, enojados o desconfiados, y empecé a jugar con esos dos grupos de personajes.

También hay una barrera física entre los grupos. ¿Cómo la pensaste?

Me sirvió el medianil del libro para crear esa barrera entre un grupo y el otro. Si analizas a los personajes de un lado y del otro, todos son raros igual; no es que unos tengan piernas y otros no. Todos son rarísimos entre ellos. Cualquiera podría pertenecer al otro grupo. Así somos: lo normal es lo que nosotros hacemos, cómo pensamos, cómo nos vestimos. Lo demás lo vemos como raro y “está mal”.

En tus ilustraciones hay mucho movimiento. ¿Cómo lo trabajaste?

Me imaginaba cómo podían desplazarse, cómo caminaban. Hay una que tiene rueditas, otro brinca, otro flota. Aquí hay una especie de búho que trae lentes. Esta es una montaña que no se mueve, y para que apareciera tuve que alejar la cámara; se van achicando un poquito los personajes para que la montaña entre en cuadro. Hay un ajolote y una especie de nube con pétalos. Luego hago acercamientos para ver las caras de desconfianza.

¿Cómo se rompe finalmente la distancia entre los personajes?

Los infantes empiezan a romper esta barrera jugando. En cierto momento giran tan alto y tan rápido que los demás se asustan, pero ellos están felices. Giran y giran hasta que caen en el bando contrario. Me imagino un rato de silencio y luego ya estallan todos en risas. Ese es el final del libro, cuando todos ya están revueltos.

La magia de los libro-álbumes

Valeria profundiza en su recorrido como ilustradora y en el proceso de encontrar una voz propia, un camino que describe como lento pero fundamental. En su trabajo, el juego se convierte en un puente entre mundos y construir historias a través de la imagen es un oficio que para ella sigue siendo sorprendente y  significativo.

¿Los libros-álbum son también para adultos?

Sí. En sus inicios fueron para público infantil, pero muchísimas adultas y adultos los coleccionamos. Me gusta decir que con el libro-álbum aplica “te digo Juana para que entiendas Chana”. Quienes acompañan a los infantes pueden interpretar la historia y acomodarla a su contexto. Es bonito cuando, ya de adulta, te ves identificada en un libro donde el texto es mínimo y la imagen te ayuda a interpretar la historia según tu contexto o lo que necesitas en ese momento.

¿Cómo ha sido para ti vivir de la ilustración en México?

Es un privilegio y una bendición. Me tardé mucho en darme cuenta de que podía contar historias yo sola. Estuve muy ocupada siendo mamá; fui mamá soltera al inicio y fue pesado y bonito. Me sigue pareciendo mágico dedicarme a dibujar. También doy clases en la Facultad de Arte y Diseño de la UNAM, lo cual complementa mi trabajo como ilustradora y autora. Agradezco diario poder trabajar en algo que me gusta tanto.

¿En qué proyectos estás trabajando ahora?

Estoy trabajando en un libro-álbum mío que sí tiene texto, aunque poco. Busco casa editorial. También estoy empezando una novela gráfica. Hice una que se llama ¿Feminismo?, ¡eso qué! y me encantó escribir diálogos e investigar. Me di cuenta de que me gusta escribir y que no lo hago tan mal. Sigo dando clases en la facultad, lo que me gusta muchísimo.

¿Qué le aconsejas a quienes quieren ser ilustradoras?

Lo más importante es encontrar una voz propia. Hay muchos concursos, ferias, espacios, talleres, diplomados. Es importante estar al día y trabajar con personas con experiencia. Admiramos a artistas y queremos dibujar como ellos; a mí me pasó. Hasta que dije: “No puedo dibujar como ella, pero puedo dibujar como yo”. Hay que encontrar eso que quiero decir en un libro infantil, un libro-álbum, una novela gráfica o un cómic.

Si ves mis libros, sobre todo a partir de uno que ilustré para Toño Malpica, El bondadoso rey, es muy importante para mí porque es más narrativo visualmente que los anteriores.

Después siguió Nosotras, nosotros, un libro que hice con Ana Romero; fue un proceso muy bonito porque no fue el típico en el que me dieron el texto y yo ilustré, sino que fuimos construyendo juntas el libro, incluso su forma. El libro es doble: de un lado habla de las mujeres y del otro de los hombres. Todo lo fuimos creando entre las dos.

Se va formando así un discurso creativo en mi trabajo. Lo digo modestamente. Y se lo digo a mis estudiantes todo el tiempo: hay que ir encontrando esa voz propia.

El estilo no es dibujar siempre igual o dibujar siempre la nariz igual y los ojos iguales, sino encontrar ese discurso, lo que quiero decir que para mí es importante comunicar en un libro infantil, en un libro-álbum, una novela gráfica o un cómic. Esa es siempre la parte más difícil y la más importante.