Sandra Lorenzano recomienda libros que cambian la vida
La escritora y poeta argenmex nos habla sobre "Herida fecunda", su libro ganador del Premio Málaga de Ensayo 2024.

Nacida en Argentina y radicada en México desde su juventud, Sandra Lorenzano explora en su obra la identidad desde una perspectiva íntima y universal. Su libro más reciente, Herida fecunda, es una reflexión sobre el desarraigo y la posibilidad de convertir el dolor en creación, dialogando con artistas, escritores y pensadores que han vivido experiencias similares. Ganador del Premio Málaga de Ensayo, se presenta como una conversación íntima que combina poesía, narrativa y ensayo.
Videoentrevista con Sandra Lorenzano

Desde el dolor y la poesía
Herida fecunda es un libro que nació con el tiempo. Habla de temas sobre los cuales Sandra Lorenzano ha reflexionado, leído y escrito mucho: el exilio y las migraciones.
Sandra, ¿cómo fue que iniciaste este proceso de escritura?
El libro comenzó con una selección de textos previos que fui reescribiendo. A partir de ese ejercicio, empecé a generar material nuevo y, curiosamente, lo que terminó en el libro es en su mayoría el material más reciente. Necesitaba revivir en mi mente, en mi cuerpo y en mi corazón aquello que había estado pensando durante décadas. Herida fecunda es, en parte, una reflexión de los últimos 48 años, desde que llegué a México. El tema del exilio y la migración me ha acompañado siempre; no es lo único que escribo, pero sí es un tema profundamente presente en mi vida.
El título, Herida fecunda, resume una idea que me parece crucial. No es un concepto mío, sino algo que tomé de la escritora brasileña Clarice Lispector, quien nació en Ucrania y llegó como migrante a Brasil, donde tuvo que aprender la lengua y escribir toda su vida en un idioma que no era el suyo de origen. Ella hablaba de la herida fecunda para describir cómo el dolor del exilio deja marcas, pero también genera una fuerza creativa.
Abandonar tu hogar, raíces, familia, amigos o seres queridos —ya sea por razones políticas, económicas o por violencia— provoca una herida profunda. Esa herida no desaparece, pero depende de nosotros volverla productiva, que no nos paralice, sino que nos impulse a crecer. ¿Cómo se logra esto? Encontrando maneras de unir nuestros pedazos rotos y suturar esa herida.
¿De qué manera está estructurado?
En el libro en el que converso con escritores, artistas, fotógrafos y filósofos que han atravesado experiencias similares a las mías. A veces es un diálogo explícito; otras, es más implícito, pero siempre hay una conversación que se entrelaza con mi propia historia. Herida fecunda combina narrativa, poesía y reflexión, explorando también cómo la música se relaciona con estas experiencias. Es un libro íntimo que ganó el Premio Málaga de Ensayo.
Quería que las migraciones fueran un tema central, no solo mi exilio. Quise hablar también de las experiencias de otros migrantes, especialmente en el contexto actual. Mi exilio del Cono Sur en los años setenta fue privilegiado: llegué en avión, con pasaporte, y enfrenté trámites más sencillos que los que enfrentan hoy los migrantes centroamericanos, sobre todo las mujeres, al cruzar las fronteras de México. Era importante para mí que mi experiencia sirviera como puente para dialogar sobre esas otras realidades que a menudo se ignoran en nuestro país.
Mientras leía el libro, anoté algunos temas que me gustaría explorar contigo. Uno de ellos es el de la poesía como equipaje.
La palabra y la voz son algo que llevamos puesto y que nadie puede quitarnos, salvo que nos arrebaten la vida. En mi experiencia y en lo que investigué para este libro, la poesía ha sido una herramienta de sobrevivencia. Cuando hablo de poesía, me refiero no solo al género literario, sino a esa palabra poética que nos permite ver más allá del significado inmediato.
En los momentos más difíciles, la poesía y el cuerpo de la persona amada son mis talismanes. La poesía, como Piedra de sol, de Octavio Paz, es para mí un refugio al que vuelvo siempre. Leerlo me reconecta con algo esencial, como un mantra que calma y da sentido.
También hablas del dolor y el miedo. Quienes no hemos vivido un exilio o migración forzada no entendemos lo que implica esa desfragmentación de la vida. ¿Cómo influyen estas emociones en tu experiencia vital?
El dolor y el miedo son centrales. No es solo cambiar de lugar; es perder un pasado, una parte de ti. Llegué a México a los 16 años y esa desfragmentación de la que hablas es real: mi vida se dividió, pero también se transformó. El miedo es una constante en estas experiencias y el dolor se convierte en una carga que siempre llevas. Sin embargo, también hay algo en ese miedo que puede convertirse en resistencia, en una búsqueda de reconstrucción.
Quienes salen de sus casas, quienes se ven obligados a abandonar su hogar por la violencia, también cargan en su equipaje las ausencias. Llevan consigo el recuerdo de aquellos seres queridos que no pudieron salir o que han sufrido crímenes, encarcelamientos o desapariciones.
Leí algo hermoso que cita María Negroni, la poeta argentina, quien a su vez cita a otro poeta diciendo: "Escribimos para abrazar a nuestros muertos." Esa idea me conmueve profundamente: tenemos una responsabilidad ética de hablar también por aquellos que ya no pueden hacerlo. Este sentido de responsabilidad acompaña a quienes llegan con esa carga de dolor.
La migración es una experiencia que te marca de diversas maneras. ¿Cómo te ha tocado a ti?
En el libro reflexiono sobre cómo esta realidad se cruza con mi experiencia. En Argentina, durante la dictadura, hubo 3 mil desaparecidos. Cuando empezamos a hablar de esto, ese número ya era abrumador. Ahora, en México, decimos cifras como 120 mil, 130 mil o más desaparecidos desde el inicio de la horrorosa "guerra contra el narco". La violencia se ha extendido a otras causas y se ha normalizado al punto de que perder 10 mil personas parece insignificante.
Por eso, si hablo de los desaparecidos en Argentina, siento que debo hablar también de los desaparecidos en México, porque hace 48 años que este país también es mi casa. Esa es una de las líneas que atraviesan el libro. A pesar de todo, creo que Herida fecunda es un canto a la vida. Es un canto al amor, a los cuerpos, a la palabra.
Tengo una amiga muy querida, Tania Ramírez Hernández, mexicana, hija de un desaparecido de la guerra sucia en México. Tania siempre está sonriendo, y un día le pregunté: "¿Cómo lo haces, Tania? ¿Cómo puedes sonreír a pesar de todo lo que has vivido?" Su respuesta fue contundente: "La alegría es lo único que no nos pueden quitar y es el mayor agravio contra el poder y el autoritarismo."
Esto lo saben las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina, las buscadoras en México. Tania me enseñó que el mayor acto de resistencia es vivir con alegría. Es un recordatorio de que, incluso en la pérdida, hay amor, solidaridad y caminos por recorrer juntos.
Por eso, mi libro no es un texto de duelo, sino un intento por entender cómo salimos del duelo hacia algo más vital. Estoy segura de que nuestras personas queridas, incluso las que hemos perdido, nos agradecerían por sonreír, compartir, bailar, cantar y abrazarnos.
El bordado de la vida
Herida fecunda es un libro de ensayo, pero tiene la estructura de una novela, porque cuenta una historia hecha de múltiples historias. Hay un eje que tiene que ver con la primera persona, con el exilio de su autora, con el quiebre de la lengua, la lengua zurcida.
Sandra, mencionas algo que me parece fascinante: el amor, el deseo, el Eros. Me gustaría que profundices en esta idea, en cómo el amor trasciende las distancias y transforma nuestras vidas y discursos, incluso en el exilio.
Me gusta mucho la palabra "deseo" porque es la fuerza de la vida, del lado de la luz, no del de la muerte. Finalmente, creo que es el motor de la creación, ya que no podemos pensar en crear cuando estamos hundidos en la oscuridad, en el duelo o en la negación de la vida. Un poco retomando esta idea de Bataille sobre el Eros, que parte de algo muy físico, pero cuya concepción del erotismo va mucho más allá: es una sensación de plenitud, de completitud con el universo a partir de lo erótico, del deseo.
Eso incluye, en un sentido amplio, ese pedacito de mundo que es el cuerpo de la persona amada o, incluso, ese pedacito de mundo que es la palabra o la voz. Me parece que es un desafío importante para las fuerzas del mal, por decirlo en un lenguaje casi de película de aventuras. Ese "mal", tan presente en los textos sagrados, representa justo lo que nos aleja de esa concepción plena de la vida o, mejor dicho, de la muerte. Es como en aquel comienzo de la Guerra Civil Española y el grito de "¡Viva la muerte!". A eso nunca podemos decirle "viva". La vida, aunque esté parchada y zurcida, sigue siendo vida. Esa "vida parchada" es una que construimos a la medida de nuestro deseo de vivirla y ahí la literatura y los libros siempre nos ayudarán muchísimo.
¿Cómo está siendo para ti la nueva experiencia al frente del proyecto de la Universidad Nacional Autónoma de México en Cuba?
Estoy en Cuba porque la UNAM abrió una sede aquí. Es la duodécima sede en el extranjero, inaugurada en abril de este año, y estoy a cargo de la dirección de UNAM-Cuba, lo cual es un desafío maravilloso. La relación entre México y Cuba siempre ha sido muy cercana en términos de exilios. Desde José Martí, han llegado cubanos a refugiarse en México. Ahora Cuba también está pasando por un proceso de migración importante y estoy viendo la experiencia desde el lado de quienes se quedan, lo cual es nuevo para mí.
El proyecto en Cuba es un proyecto institucional de diálogo académico y cultural con un país muy cercano a nosotros, como lo muestra el trabajo de Casa de las Américas en los sesenta y setenta, que transformó el panorama cultural latinoamericano e inspiró movimientos de liberación. Me interesa explorar y aprender de toda esta riqueza, especialmente la poesía del grupo Orígenes, que tiene mucho vínculo con México y refleja gran parte de la riqueza literaria de la isla.
Creo que el verbo de nuestra época debería ser "escuchar" y estoy aquí para eso. Cuando estás dispuesta a escuchar, las historias llegan. Estoy muy agradecida por esta oportunidad que la vida me ha dado de estar en otro lugar para ponerme a prueba y enriquecer mi ser, como una marquita más en mi propio bordado de vida, como los huipiles de nuestras mujeres indígenas, donde cada puntada cuenta una historia.
Sandra Lorenzano recomienda libros que cambian la vida
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Un libro que a mí me cambió la vida fue el Libro del desasosiego, de Fernando Pessoa, que es justamente un libro híbrido. Aprendí mucho leyéndolo, aprendí que la literatura podía ser también ese ejercicio que no se somete al límite de género de ningún tipo. Es un libro maravilloso, muy desgarrado y al mismo tiempo luminoso.
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Otro libro que me cambió la vida me lo dieron cuando iba llegando a México. Esa adolescente que era yo recibió un día un regalo y ese regalo fue Balún Canán, de Rosario Castellanos. Desde entonces yo se lo recomiendo a todo el mundo, normalmente a gente que viene de fuera, porque en gran medida te ayuda a entender México y ahora estamos en un momento de recuperar la figura de Rosario Castellanos.
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Un libro para mí fundamental hablando de exilios y migraciones, del que me he vuelto fanática en los últimos años, es Otra vida por vivir, de un autor de origen griego que se llama Theodor Kallifatides. Ahora debe tener alrededor de 80 años de edad y tuvo que irse muy joven de Grecia, por la dictadura militar, y migró a Suecia, donde hizo su carrera de escritor en sueco, tiene esposa, hijos y nietos suecos; cuando llega a los 70 años, de pronto se siente bloqueado y en un viaje que hace a Grecia escucha el griego clásico y se da cuenta de que no podía escribir porque había perdido la huella en su memoria de su lengua madre, y entonces empieza a escribir por primera vez en griego. Su título es maravilloso, porque eso es lo que siempre nos preguntamos quienes somos exiliados y migrantes: cómo hubiera sido nuestra vida de no haber tenido que dejar nuestra tierra y nuestra casa.
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Les recomiendo las memorias de Cristina Peri Rossi, que se encuentran en un libro genial que se llama La insumisa. El título lo dice todo, y empieza con un relato hermosísimo del día que le declaró su amor a su madre y le propuso matrimonio. A partir de ahí hace toda una reflexión y va recuperando su vida anterior al exilio.