Silvia Pasternac recomienda libros para releer varias veces
La guionista y escritora presenta su novela "Manci", obra que narra la vida de una mujer que sobrevivió a los embates del siglo XX en Europa central.

A través de una narrativa rica en detalles históricos y emociones profundas, Silvia Pasternac nos sumerge en la vida de Manci, una mujer que desafió las convenciones de su tiempo y logró sobrevivir a dos guerras mundiales y a las restricciones de una sociedad tradicional. En esta entrevista, la autora nos habla sobre su proceso creativo, la investigación histórica que llevó a cabo y las reflexiones que surgieron al escribir esta conmovedora historia. Además, recomienda libros para releer varias veces.
Videoentrevista con Silvia Pasternac

El Siglo XX en Transilvania
Manci relata la historia de una mujer que sobrevivió al siglo XX en Europa central, particularmente en Transilvania, donde vivió la Primera y la Segunda Guerra Mundial, arreglándoselas siempre para sobrevivir. La autora de esta novela es Silvia Pasternac, una escritora y guionista nacida en Argentina que desde su infancia ha vivido en México. Es conocida por su destacado trabajo en la creación de series de televisión. Manci es su primera novela.
Silvia, ¿cómo nació Manci?
Me quedé desempleada por la pandemia y tenía la idea de escribir esta novela desde hace muchos años, así que aproveché ese tiempo para pensar esta historia que estaba ahí, latiendo, porque la verdadera Manci es parienta mía, es una tía abuela que yo nunca conocí y de la que me contaron unas poquitas cosas que me parecieron absolutamente sensacionales, así que me puse a investigar sobre la historia de Transilvania, sobre el Siglo XX, y la verdad es que me divertí todo ese año en el que la escritura de la novela fue mi única ocupación.
Manci es un personaje fascinante, una mujer que desafía las normas de su época. ¿Cómo fue el proceso de construcción de su personaje?
Manci viene de una familia judía muy tradicional. Su papá es ortodoxo y eso hace que la casa esté llena de prohibiciones, en especial para las mujeres. Digamos que no es muy amoroso con sus mujeres, incluyendo a Manci de niña, que se escapa un poco de todo esto y sale a conocer el mundo, aunque nunca abandona Transilvania. Su madre, Eugenia, es el prototipo de la mujer de esa época y es uno de los personajes que a mí más me gustan, porque empezó siendo medio demoníaco para mí, y a medida que lo fui construyendo, la fui queriendo mucho, porque es una mujer que ha sido maltratada, que casan a los 13 años y la repudian porque no puede tener hijos, pero la casan por segunda vez con un hombre que es viudo y que no quiere tener más hijos, solo que resulta que Eugenia no es la infértil, sino que el infértil era su primer marido, y comienza a tener hijos con el segundo esposo.
En realidad, fui inventando a los personajes partiendo de personas que tengo a mi alrededor, de mis propias carencias y mis propios defectos. Manci es la única que se queda en Transilvania de toda la familia, porque los hermanos acaban en Argentina, en Estados Unidos, en distintas partes, y entonces es también una reflexión sobre lo que estaba pasando en el mundo en esos otros lugares.
La investigación histórica es una parte fundamental de la novela. ¿Cómo fue ese proceso y qué descubrimientos te impactaron más?
Fue una de las partes más laboriosas para mí y en realidad fue un desafío muy bonito, porque uno cree que sabe cosas sobre la Primera Guerra Mundial, que te enseñaron suficiente en la escuela de la Segunda Guerra Mundial y tal, pero yo necesitaba información muy detallada sobre un espacio en donde la guerra era diferente. La Primera Guerra Mundial no destruyó el pueblo donde nació Manci, pero lo empobreció hasta el hambre. Por ejemplo, un dato curioso es que los judíos húngaros fueron los últimos en ser llevados a Auschwitz y otro campos de concentración. En los últimos dos meses de la guerra llevaron a la muerte a cerca de 250,000 húngaros.
A partir de eso empecé a investigar la historia verdadera de Manci. A mí me habían contado que ella había salvado a su marido cuando se terminó la guerra porque había trabajado para el gobierno alemán, por lo que era considerado colaborador de los nazis. Entonces busqué el juicio y lo encontré, pero en húngaro, así que lo traduje con Google Translate y aunque el resultado fue muy particular, aprendí un montón de detalles sobre lo que fue ese ese gueto en Cluj-Napoca, que yo no me imaginaba. De hecho, esa fue la parte más difícil para mí de escribir.
¿Qué experiencias vivieron las mujeres de tu historia?
Cuando yo estaba escribiendo, no estaba pensando en la situación de las mujeres en esa época, pero era inevitable llegar a ello. Contando la historia de Eugenia y de Manci estoy contando la historia de mujeres en una época en donde no era fácil vivir para ellas. Sin embargo, Manci hizo lo que se le dio la gana. Se escapó de casa, hizo su vida y después se enamoró e hizo un montón de barbaridades con su marido. Luego pasaron un montón de cosas más y se reconstruyó cada vez por la fuerza de su propia persona. En esa época había un pulso de lucha, pero no era fácil para las mujeres. Por ejemplo, Eugenia estaba completamente sometida, también es una rebelde, pero su pelea va por dentro de su persona. Todo se desarrolla en el siglo en el que yo creo que las mujeres empezamos a pelear.
La época de la depresión, por otro lado, no es la época de más liberación para las mujeres, aunque la sexualidad era bastante libre. Manci hizo lo que se le dio la gana a los 15 años.
La fusión del texto con las imágenes
Desde la portada y en la apertura de cada parte, Manci está acompañada por ilustraciones que complementan la narración. A la vez, el trabajo de Silvia Pasternac en el cine ha influido su estilo narrativo.
Silvia, las ilustraciones que acompañan tu novela son muy llamativas. ¿Qué nos puedes compartir sobre ellas?
La portada la hizo la diseñadora de la editorial Lumen, a la que le agradezco muchísimo porque la imagen refleja exactamente a Manci. Los dibujos de cada una de las vidas, que son siete, las hizo mi hijo Daniel, que es cineasta y también ilustrador. Las dibujó cuando el libro ya estaba prácticamente terminado. Estoy muy orgullosa de eso también, porque me parece que el libro se complementa mucho con esas viñetas.
¿Qué significó para ti pasar de escribir guiones para cine a escribir una novela?
En algún momento estuve muy angustiada, porque solo escribía en presente y pensaba que eso no estaba bien, pero cuando agarré vuelo, me di cuenta de que en realidad mi oficio de contar en movimiento, en imágenes, me estaba ayudando a contar la historia de mi novela.
Además, sentía que a Manci le quedaba muy bien ese estilo, porque no es una persona que piensa, es una persona que hace. Y el cine es un medio en el que todo lo que tratas de transmitir se tiene que ver.
Los capítulos son como pedacitos, textos chiquititos, pequeñas escenas como cuando hago guiones de cine, pero la literatura tiene una fortaleza que no tiene el cine, que es que yo puedo ir y venir entre las acciones. Puedo respirar hondo y escribir algo que pasó años antes y simplemente tengo que encontrar otra manera de contarlo, otro formato, otro tono, que es algo que en el cine no se puede hacer, porque todo está a la vista, incluso cuando haces un flashback.
A la hora de escribir pude expresar nostalgia por un tiempo pasado. Pude ver a Manci en el futuro, riéndose un poco de cosas que descubre de Eugenia ya que ésta murió. Puedo hacer cosas que en el cine no se pueden llevar a cabo del todo. Y eso me gustó, porque, a fin de cuentas, Manci es una mujer que, aunque no reflexiona mucho, sin duda actúa y deja huella.
Silvia Pasternac recomienda libros para releer varias veces
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Este libro fue inspiración para escribir Manci, aunque no creo haber llegado ni a los talones de El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers. Su manera de escribir y esa manera de amasar a los personajes me fascinó.
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Uno de los últimos libros que he leído y me provocó muchas preguntas sobre lo que somos, sobre las diferencias, sobre los parecidos, y que me hizo llorar un montón es Las malas, de Camila Sosa Villada. Además, es una escritora cordobesa, y yo nací en Córdoba, Argentina. El libro habla del Parque Sarmiento, que yo no conozco bien porque me fui muy chiquita de allá, pero cada vez que iba, mi papá me llevaba. Me llegó muchísimo al corazón y me pareció que la suya es una manera de hablar de cosas muy terribles con mucho humor y mucha chispa.
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Otro libro que fue de mucha inspiración para Manci, es La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Alexiévich, la ganadora del Premio Nobel. Me parece que es una gran lectura para nosotras, porque nos recuerda que ojalá la guerra la hicieran solo los hombres, porque honestamente, nosotras no tendríamos nada que ver con eso. El libro habla de las mujeres soldados soviéticas, de niños soldados. Es un libro muy fuerte y muy real.
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Un libro que estoy leyendo ahorita, que me está gustando muchísimo, es Desmorir, de Anne Boyer, que tiene que ver con la amenaza de la enfermedad y con la supervivencia, que también es un tema que me obsesiona.
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Hay una autora que últimamente he estado queriendo volver a leer. Es francesa, autora de novelas policiales, y se llama Fred Vargas. Me gustan todos sus libros, pero el que yo recomiendo más es Cuando sale la reclusa. Es un libro que hace una reflexión sobre cómo se recluía a las mujeres en Francia en lugares encerrados, sin puertas ni ventanas, nada más había como un lugarcito para darles de comer, y pasaban años ahí. La reclusa es una araña que se llama así porque, a diferencia de otras arañas que te brincan, esta se esconde y no se deja ver, pero si la llegas a molestar, es mortal, es venenosa. Saquen sus conclusiones.