Uri Bleier recomienda libros sobre personas trans
El escritor mexicano da detalles de su novela "Esta cuerpa mía"y habla de su viaje por la palabra y la diversidad.

Uri Bleier explora la relación con la identidad, el cuerpo y la diversidad a través de una narrativa cargada de reflexión y autenticidad en su novela Esta cuerpa mía. Además, nos recomienda libros sobre mujeres trans que profundizan en su experiencia, como una forma de ampliar la visibilidad y sensibilidad hacia estas voces.
Videoentrevista con Uri Bleier

La palabra y las cuerpas
Esta cuerpa mía es una novela que cuenta la historia de Mónica, una joven trans que comienza su transición siendo muy pequeña. Desde entonces, empieza a descubrir quién es en eventos locales a los que asiste con su madre, en una colonia popular.
"Ahí se da cuenta de que quiere ocupar el espacio que la sociedad asigna a las mujeres; quiere ser llevada en los bailes y también bailar libremente. Sin embargo, su madre le insiste en que debe ocupar el rol de hombre. Así, la historia muestra cómo Mónica va encontrándose a sí misma poco a poco", comparte en entrevista Uri Bleier, quien vive entre la Ciudad de México y La Habana, dedicando su tiempo a la literatura.
¿Qué pasa después con Mónica, en Esta cuerpa mía?
A los 16 años, tras una serie de circunstancias difíciles, llega a Tijuana en una especie de red de trata de personas, vendiendo cosas en la calle. Es allí donde conoce a Rosy, una mujer trans y trabajadora sexual que también vende drogas. Ella realmente la ve como quien es, como Mónica, y a partir de ahí estas mujeres la adoptan y le enseñan los trucos. Le muestran toda esta primera fase de la transición, que incluye hormonarse, le regalan sus primeras pelucas, sus primeras plataformas. Vemos cómo ella va integrándose a esta parte de la sociedad, la cual en su casa siempre le habían presentado como el diablo. Rosy representa todas las cosas que en su casa le dijeron que estaban mal, pero es la persona que le muestra más ternura y le empieza a enseñar el mundo. Así, ella se integra a ese mundo en Tijuana y la acompañamos en sus primeros encuentros en el trabajo sexual. Creo que es una novela sobre un viaje de crecimiento.
En Tijuana atraviesa muchas violencias, pero al mismo tiempo es una novela que tiene una voz muy de la calle, muy dicharachera, muy marica y jota, porque intenta mostrar que es a través del lenguaje que vivimos.
¿Por qué decidiste tener como protagonista a una mujer trans?
Para mí, esta novela es un tributo, una búsqueda de los ancestros que muchas personas no encuentran en sus familias de sangre. Normalmente pensamos en los ancestros como los abuelos o los padres, quienes nos han permitido llegar hasta donde estamos. Sin embargo, creo que para la comunidad LGBTQ+, esos ancestros son también otras personas, como las mujeres trans y las trabajadoras sexuales que lucharon para que hoy tengamos ciertos derechos, aunque falte mucho por conquistar. Ellas, con sus cuerpos y sus vidas, resistieron violencias, encarcelamientos y asesinatos para que hoy podamos vivir de otra manera. Esta novela busca honrarlas, porque los derechos no se consiguen por ósmosis: fueron ellas quienes se pusieron en la línea de fuego.
Yo quería escribir desde una voz que dialogara con la genealogía de autores marginados en su momento por no formar parte de la normatividad heterosexual. Fui desarrollando esta voz hasta darme cuenta de que no se puede escribir sobre personas trans y trabajadoras sexuales simplemente romantizando o victimizando sus historias; es necesario otro tipo de acercamiento. Ahí fue cuando contacté a Casandra Huaso, quien me permitió basarme en su historia para estructurar la columna vertebral de la mía. A partir de su historia real, la ficción construyó músculos y movimiento, y comprendí que la ficción es una tecnología que permite que el lector experimente lo que viven los protagonistas.
¿Por qué decidiste usar la palabra "cuerpa" en tu título?
Somos una consecuencia de lo que se nos dio, del lugar en el que nacemos y, luego, de las circunstancias que nos atraviesan. Esto significa para mí que somos cuerpa, justamente. Creo que las únicas dos herramientas que tenemos como seres humanos para transitar por el mundo son nuestro cuerpo y el lenguaje; es la relación entre estas dos lo que nos permite avanzar. Para mí era importante hacer notar que uno no es solo aquello que construye, sino también aquello que se le ha dado. Esto tiene mucha relación con el libro, porque en él vemos cómo la sociedad va relegando a ciertas personas y corporalidades a determinados lugares. Si hoy en día naces como una chava trans y eres pobre, solo tienes dos opciones: el trabajo sexual o trabajar en una estética. No puedes integrarte a la sociedad desde otro lugar.
La protagonista vive esta realidad, y hay una escena muy clara en la que ella va en el Metro, siguiendo a otra chava trans porque, claro, piensa: “Esto es lo que quiero ser”. La sigue hasta la Alameda y se da cuenta de que ahí se reúnen estas mujeres. Tiene como una especie de epifanía y piensa: “Este es mi mundo”. Entonces, vemos cómo llega a la Alameda de una forma muy directa; nos damos cuenta de esa realidad. Otra cosa que me parece importante respecto al lenguaje es que, para mí, el lenguaje es de todos. Esto es hermoso y poderosísimo. No hay academia, político ni política que pueda contra eso. Tenemos la palabra, y esa herramienta es nuestra, basta de intentar tutelarla o controlarla. En la comunidad LGBTQ+ entendemos el poder de la reapropiación de la injuria, como dice Camila Sosa citando a Susy Shock, una persona maravillosa. Les vamos a ir arrebatando las palabras hasta que no queden formas de violentar. La violencia siempre comienza en la palabra; la educación también.
Debemos entender de una vez que la palabra es nuestra, nadie puede quitárnosla y no hay forma de que la academia imponga un criterio. Empecemos a usar la palabra como queremos, para esparcir más ternura en lugar de violencia. Voy a decir algo un poco extraño, pero creo que lo positivo que nos deja la cultura de la cancelación es entender que ya no podemos acercarnos a ciertas historias desde el desconocimiento. No se puede ver todo como si fuera algo lejano. Debemos hacer más trabajo de campo, realmente involucrarnos. Los escritores hacemos un trabajo parecido al de los actores: entramos en personaje. No puedes escribir una cosa un día y otra al siguiente, sobre todo cuando trabajas con un narrador que no habla como tú, con una voz que no es la que tú usas habitualmente. Pero ahí está el reto y el amor por la literatura, y eso me dejó esta novela.
¿Cómo es tu apropiación del lenguaje a través de Mónica?
Es un enamoramiento total y absoluto por el español y sus posibilidades. Hay que darse cuenta de que, si escuchas, la calle está haciendo literatura todos los días. No podría estar más en desacuerdo con lo que dijo Borges sobre el inglés; para mí, el español tiene posibilidades enormes y maravillosas. Vivimos en países increíbles, donde hay literatura en cada esquina. Hay que aprender a escuchar, no solo para entender que el arte está en todas partes, sino para captar las historias de otras personas. Para mí, este libro fue un proceso de escucha que me permitió descubrir muchas posibilidades. Trabajé con una playlist que escuchaba todos los días mientras escribía, y fui armando un glosario de términos y capturando frases al vuelo. Armé todo en un documento y, antes de escribir cada día, leía el glosario, ponía la playlist y entraba otra vez en esta voz. Me tomó más de dos años y medio hacer este libro, un proceso hermoso porque realmente me dejé acompañar por Mónica, quien habitó mi cuerpa por mucho tiempo.
Del amor y las ideas polarizantes
Para su autor, Esta cuerpa mía es una novela sobre los cuidados. "Cuando uno la analiza más a fondo, se da cuenta de que el personaje de la madre se aleja mucho del arquetipo tradicional de la cuidadora abnegada que ama y se desvive por sus hijos. Tanto Mónica como su hermana han sufrido con una madre que vive de una manera distinta, pero ambas comprenden que eso está bien, que no existe una única manera de maternar. Esto plantea la pregunta de por qué las personas que supuestamente deberían brindarle más amor y apoyo son quienes la violentan", expresa.
¿Cómo te planteas los roles e ideas de lo femenino y lo masculino en la novela?
Creo que hay un aspecto muy interesante respecto a las personas trans. Es difícil que sean ellas quienes rompan el género, aunque en algunos feminismos se les pida. Sería ideal que ser mujer fuera solo cuestión de autonombrarse, pero la sociedad no lo permite. Si ella quiere que le llamen Mónica y no tiene la imagen que otros asocian con ese nombre, seguirá sufriendo violencia y debe irse acostumbrando a ello. Creo que debemos permitir a las personas la libertad de ejercer los roles que deseen. Quizá haya quienes quieran seguir ciertos roles, y está bien; si tú como mujer quieres usar rosa, me parece maravilloso, pero no lo impongas ni muestres que eso es “ser mujer” o “lo femenino”: es solo una gama de opciones entre las que puedes escoger. La ternura y el cariño son fundamentales para empezar a cambiar este México que, de por sí, es muy violento con quienes lo habitamos.
Tenemos que dejar de ejercer violencia sobre nosotros mismos y construir otro lugar mejor. Creo que durante demasiados años los políticos nos han demostrado que nos van a dejar solos. Somos nosotros quienes debemos empezar a cambiar la sociedad: ellos siempre llegan tarde a las conversaciones, pero nosotros estamos aquí. Nosotros ejercemos nuestro derecho a habitar México como queremos todos los días. Abracemos a las infancias trans, abracemos la ternura y empecemos a ser mejores entre nosotros.
¿Qué papel tienen el amor y los vínculos afectivos en tu novela?
Yo creo que Esta cuerpa mía es, a la vez, una novela de cuidados; cuando la analizamos un poco más a fondo, nos damos cuenta de la madre, un personaje alejado del arquetipo tradicional de la mujer cuidadora que adora a sus hijos. Creo que las dos hijas han experimentado una madre que vive de otra forma y pronto entienden que eso está bien, que no hay una sola manera de maternar. También se presenta esta familia extendida que ejerce violencia sobre Mónica; te das cuenta de que, a veces, quienes deberían dar más cariño terminan siendo violentos. En contraposición, ella encuentra una comunidad que realmente la abraza como si fuera su familia. Me parecía interesante crear personajes complejos, que no fueran el típico “malo” o “bueno”, como lo hacen Marvel y Hollywood. Debemos entender que todos somos capaces de amar, odiar lastimar y sanar profundamente a los demás. Si reconocemos esta capacidad, también utilizaremos nuestras herramientas de otra manera.
Cuando se habla del amor romántico, podemos ponerle nombre, cuestionarlo, criticarlo, repensarlo. Pero necesitamos nombrar muchas más cosas. Como sociedad, parece que hemos avanzado en todo, pero a veces solo vemos un color, como si viéramos el mundo como los perros. Existe una necesidad física, corporal y social de empezar a complejizar ciertas cosas.
¿Cómo ves tu futuro en la literatura? ¿Qué viene?
Estoy justamente escribiendo otra novela. Paso un buen tiempo de mi vida en Cuba y la siguiente es una novela con un lenguaje muy cubano, muy de la calle. Trata de un cuate gay que ha pasado la mayor parte de su vida en la cárcel, en centros de reclusión entre Cuba y Estados Unidos. Es una novela que me permite usar un formato relativamente parecido a esta, donde hay entrevistas que forman parte de la columna vertebral de la historia y, a partir de ahí, empieza a construirse. Es la historia de Margot, un buen amigo mío.
Al mismo tiempo, también estoy escribiendo una novela que podríamos decir que es autoficción y habla sobre la ansiedad, abordando problemas personales que he tenido con respecto a este tema.
Uri Bleier recomienda libros sobre personas trans
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Qué bueno que la obra de Pedro Lemebel se ha ido recuperando poco a poco, especialmente sus crónicas. Tengo miedo torero me parece una novela potentísima y maravillosa. Puedo decir que cambió mi forma de escribir y creo que quien la lea notará una relación directa con mi novela Esta cuerpa mía.
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Camila Sosa Villada me parece maravillosa; creo que mucha gente no ha leído El viaje inútil, que fue el primer libro que publicó, antes de Las malas, y me parece un libro hermoso y totalmente recomendable.
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Para mencionar a escritores que no se leen mucho en México, les recomiendo a Eduardo Mendicutti, con Una mala noche la tiene cualquiera, un español muy en estos tonos a lo Pedro Lemebel.
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El vampiro de la colonia Roma es un libro que considero fundamental. Luis Zapata es un mexicano que revolucionó todo con esa novela completamente oral, maravillosa y con una estructura increíble. Es un clásico que no debería morir nunca.
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Boquitas pintadas, de Manuel Puig, y en general cualquier obra que encuentren de él es fantástica. Manuel escribió en la misma época que los del boom, pero lo veían feo porque era gay, pero escribía de manera muy cercana al cine, con mucha oralidad.
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María Fernanda Ampuero es una autora ecuatoriana potentísima, una fuerza de la naturaleza que también me dio muchas claves con su libro Pelea de gallos. Me inspiró para abordar algunos capítulos de mi novela.
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