Una prosa nítida es la base sobre la que se construye la aterradora historia real de la novela La herencia, un thriller a dos tiempos sobre los vínculos familiares y los crímenes a los que muchas veces orilla la propia sociedad. Su autora es Verónica E. Llaca y los libros que son fuertes revelaciones le ayudaron en su proceso de escritura.
Drama en dos épocas
La trama de La herencia está contada en dos épocas: 1985 y 1943. Comienza con el asesinato de dos mujeres jóvenes y el descubrimiento de dónde y cómo dejaron acomodados sus cuerpos. A partir de ahí, se empieza a contar la historia de estas chicas, vinculada con la de La Ogresa, una partera que hacía abortos clandestinos en la Ciudad de México en los años cuarenta, y la de su hijo Manuel, contada en primera persona.
«El libro tiene muchas subtramas. Si bien la principal es descubrir quién asesinó a las muchachas, también habla del aborto, del feminicidio, de los abusos de los hombres hacia las mujeres, de las fracturas de las familias cuando les sucede una tragedia como que te asesinen a una hija», explica Verónica E. Llaca.
La reflexión central de la novela está vinculada con la herencia, no precisamente económica: «Una de las preguntas que siempre se hacen los investigadores de asesinos seriales, es si la maldad se hereda. Si alguien es malo porque la maldad está en sus genes o es un mero producto de las circunstancias. Si es posible que de tanto mirar al abismo, te conviertas en el abismo».
La partera asesina
Uno de los personajes más interesantes en el libro de Llaca es Felícitas Sánchez Aguillón, una víctima de las circunstancias en un tiempo en el que en México se guardaban las formas vinculadas con la sexualidad y la maternidad de las mujeres jóvenes. «La verdadera Ogresa no asesinaba realmente niños. Era partera y practicaba abortos en los años cuarenta», explica.
La mujer fue capturada y apodada «La trituradora de angelitos» y «La hiena». La acusaron de ser una asesina serial «que mató a más de 100 niños». Acabó suicidándose tras el escándalo.
También autora de las novelas Cuerpos en renta y La simetría de los árboles (Premio Nacional de Novela Negra Una vuelta de tuerca 2015), Verónica encontró esta historia en los archivos periodísticos.
“Los diarios decían que quemaba a personas vivas en un bóiler, lo cual es imposible. Hablamos de periódicos amarillistas que buscaban alargar la anécdota».
«Independientemente de las circunstancias que lleven a una mujer a desear realizarse un aborto, la figura de quien los hace es necesaria, mientras no haya leyes que lo ejecuten de manera correcta. La Ogresa también fue una victima, estoy segura, de su marido, que la utilizaba porque vivía del trabajo de ella. Cuando retomo la historia hago lo mismo que el periódico y la vuelvo una asesina serial, me declaro culpable. Había un personaje con una historia por contar. Los medios hicieron ficción y yo hice ficción de la ficción«, aclara.
Novela negra y denuncia
«Siempre pensé en ser novelista. Empecé escribiendo cuentos, pero trabajé tantos años en los medios de comunicación que me di cuenta de que las cosas se deben decir en su momento, sin eufemismos. El periodismo te da el regalo de que lo que dices, modifica opiniones. Te hace escribir con responsabilidad», cuenta Verónica, quien encuentra en la novela negra la misma cualidad de servir para hacer denuncia.
Y eso puede generar un cambio: «Tratamos de usar las palabras adecuadas para cambiar algo. Muchos de los que hacemos novela negra hemos sido periodistas, casi todos hombres, porque hay pocas mujeres en México que escriben este género».
Verónica E. Llaca y los libros que son fuertes revelaciones