EL RECOMENDADOR DE LIBROS

Logo Milenio
Logo Librotea
Ensayos feministas y anticapitalistas: ¿en busca de una nueva conciencia?

Especial Ensayos feministas y anticapitalistas: ¿en busca de una nueva conciencia?

Rebeca Márquez Américas /

En el cruce de caminos entre la lucha por la emancipación de las mujeres y la crítica radical al sistema económico que sostiene las jerarquías del mundo, se erige una corriente de pensamiento que busca no solo desmantelar las estructuras de opresión, sino imaginar un futuro distinto. 

Los ensayos feministas y anticapitalistas de las últimas décadas no son meros ejercicios teóricos; son mapas de navegación para quienes creen que otro mundo es posible, aunque su construcción exija desandar siglos de explotación y violencia. En México, este diálogo entre feminismo y anticapitalismo ha encontrado un terreno fértil, aunque no exento de contradicciones, censuras y claroscuros.

La evolución de un pensamiento 

Si hay algo que caracteriza al feminismo anticapitalista contemporáneo es su rechazo a las soluciones parciales. A diferencia del feminismo liberal, que aboga por la inclusión de las mujeres en las estructuras de poder sin cuestionar el sistema que las sostiene, esta corriente se plantea una pregunta más incisiva: ¿de qué sirve la igualdad en un mundo donde el capitalismo convierte todo —incluso los cuerpos, incluso la vida— en mercancía? Autoras como Silvia Federici, con su seminal Calibán y la bruja, han demostrado cómo la acumulación originaria del capital estuvo ligada a la caza de brujas y al control de los cuerpos femeninos. Esta línea de pensamiento ha permeado en México, donde escritoras como Sayak Valencia, en Capitalismo gore, exponen cómo la economía neoliberal convierte la violencia en un espectáculo rentable, especialmente en contextos como el de la frontera norte.

Pero no se trata solo de denuncia; también hay una búsqueda de alternativas. Francesca Gargallo, en Abya Yala feminista, explora cómo los feminismos indígenas proponen modelos de resistencia que no se limitan a la conquista de derechos dentro del sistema, sino que cuestionan la propia noción occidental de progreso. Su trabajo, junto al de otras pensadoras como Yásnaya Aguilar, muestra que el anticapitalismo no puede ser un proyecto universalista, sino que debe dialogar con las particularidades de cada territorio y cada comunidad.

Feminismo para América Latina, de Katherine M. Marino, rescata la memoria insurgente de las pioneras que, desde los años 30, tejieron redes transfronterizas para combatir el colonialismo y el machismo. Al destacar figuras como la cubana Ofelia Domínguez o la brasileña Bertha Lutz, la historiadora estadunidense demuestra cómo el feminismo latinoamericano anticipó debates globales sobre derechos humanos, desmontando el mito de que las ideas emancipatorias siempre fluyen de Norte a Sur.

Edición y publicación: entre el boom y la censura

El auge de estos temas en México es relativamente reciente. Durante mucho tiempo, las voces críticas con el capitalismo y el patriarcado desde una perspectiva radical fueron marginales, incluso dentro de los círculos académicos. Sin embargo, en los últimos quince años, sellos independientes como Tinta Limón, en Argentina y Bajo Tierra Ediciones han abierto espacios para textos que antes eran considerados "poco comerciales" o "demasiado polémicos".

No obstante, este florecimiento no ha estado exento de obstáculos. La censura no siempre adopta la forma de prohibiciones explícitas; a veces se manifiesta en la invisibilización. Autoras como Mercedes Olivera, cuya obra aborda el feminismo y la lucha de clases en Chiapas, han señalado cómo ciertos discursos son relegados a nichos especializados, sin llegar a las grandes distribuidoras. Además, hay un riesgo de cooptación: algunas editoriales comerciales han comenzado a publicar ensayos feministas y anticapitalistas, pero vaciándolos de su potencial revolucionario, convirtiéndolos en productos de consumo más que en herramientas de transformación.

En Dolor y política, por ejemplo, la antropóloga Marta Lamas realiza una disección urgente del feminismo como movimiento afectivo, donde el dolor colectivo se transforma en potencia revolucionaria. Con agudeza psicoanalítica, analiza cómo las marchas del 8M y los performances contra los feminicidios han convertido la vulnerabilidad en un lenguaje político, advirtiendo simultáneamente sobre los riesgos de un activismo puramente emocional sin reflexión crítica. Su propuesta de equilibrar sentir-pensar-hablar marca un camino para evitar que la indignación se agote en catarsis estéril.

En vinculación tenemos la antología Mexicanas en pie de lucha, coordinada por Nayeli Roldán. En sus páginas documenta con rigor periodístico la resistencia feminista ante la necropolítica de Estado. A través de reportajes sobre madres de víctimas de feminicidio, trabajadoras informales y defensoras indígenas, el libro expone cómo el neoliberalismo mexicano opera como una máquina de violencia de género, pero también cómo las mujeres están construyendo redes de supervivencia y contraofensiva cultural.

Los claroscuros del movimiento

El feminismo anticapitalista no es un bloque homogéneo, y sus tensiones internas son parte de su riqueza. Por un lado, está la discusión sobre la interseccionalidad: ¿cómo articular las luchas de las mujeres racializadas, las trabajadoras precarias, las migrantes, sin caer en un discurso fragmentado? Por otro, está el debate sobre las estrategias: ¿la resistencia debe ser puramente comunitaria o puede aliarse con ciertas instituciones sin perder su esencia?

En México, estas preguntas se vuelven urgentes en un contexto donde el Estado se declara feminista mientras perpetúa políticas extractivistas que devastan territorios indígenas, mayoritariamente habitados por mujeres. Las voces más lúcidas, como las de las zapatistas, han insistido en que no basta con cambiar a los gobernantes; hay que cambiar el mundo.

El cuerpo y el deseo se vuelven, obligadamente, en áreas de análisis para quienes exploran el feminismo decolonial. 

Claves feministas para la negociación en el amor, de Marcela Lagarde y de los Ríos desentraña los mecanismos por los cuales el patriarcado secuestra el deseo femenino. La etnóloga mexicana propone un revolucionario "arte de amar desde la equidad", donde la negociación afectiva no signifique claudicación sino construcción de autonomía. Sus talleres convertidos en texto son armas para desactivar los mandatos románticos que sostienen la división sexual del trabajo.

¿Hacia dónde va el feminismo anticapitalista?

El futuro de esta corriente depende de su capacidad para tejer alianzas sin diluir su radicalidad. Libros como Feminismo para el 99% (de Arruzza, Bhattacharya y Fraser) plantean que la lucha feminista debe ser, necesariamente, anticapitalista, antirracista y ecologista. En México, autoras como Raquel Gutiérrez Aguilar, cuya vida ha estado marcada por casi dos décadas de militancia en Bolivia, o Lorena Cabnal, con su enfoque de feminismo comunitario, están trazando rutas concretas para esta articulación.

Recién salido del horno editorial tenemos el libro Tu argumentario feminista en datos, de Júlia Salander, que se erige como un compendio demoledor que desmonta con cifras irrefutables el espejismo de igualdad en la España contemporánea. Cada estadística —desde la vergonzosa brecha salarial en el deporte hasta la normalización de la violencia machista entre jóvenes— funciona como un misil contra la complacencia neoliberal, revelando cómo el capitalismo se sustenta en la explotación sistémica de los cuerpos feminizados. La politóloga catalana no solo diagnostica: su obra es un manual de guerrilla discursiva para activistas que necesitan argumentos contundentes contra el negacionismo patriarcal.

Pero quizá el mayor desafío sea evitar que el discurso se vuelva autoreferencial. El feminismo anticapitalista no puede ser solo un conjunto de textos brillantes; tiene que bajar a las calles, a las fábricas, a los campos, a las redes de solidaridad que ya existen pero que a menudo son ignoradas por la teoría. La nueva conciencia que busca no será producto de iluminaciones individuales, sino de luchas colectivas.

Al final, lo que está en juego no es solo la igualdad de género en un mundo injusto, sino la posibilidad de un mundo donde la justicia, en sentido profundo, sea finalmente posible. Y eso, como bien saben las autoras y autores que hoy escriben desde el sur global, es una batalla que no se gana solo con palabras, pero que sin ellas tampoco puede librarse.

Tags relacionados
  1. libros