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Radiografía lectora: así se leyó en América Latina durante 2025

Especial Radiografía lectora: así se leyó en América Latina durante 2025

David Rocha Molina Américas /

Las cifras más recientes del Módulo sobre Lectura del INEGI (MÓLEC 2025) confirman algo que desde hace tiempo se sospechaba, pero que ahora puede afirmarse con contundencia: Latinoamérica, y en particular México, mantiene un ecosistema lector híbrido, donde conviven la tradición del libro impreso, la creciente exploración digital y una diversidad de motivaciones que van desde el placer íntimo hasta la búsqueda de formación. 

De acuerdo con los datos levantados por el instituto, 81.3 por ciento de los lectores sigue prefiriendo el formato físico, mientras que 33.3 por ciento declara leer en digital. Lejos de interpretarse como contradicción, esta dualidad revela una región en transición, donde el papel conserva su prestigio simbólico y afectivo, pero la pantalla gana terreno, especialmente entre lectores jóvenes y profesionales con hábitos móviles.

Otro dato estructural es quizás el más alentador: siete de cada diez personas lectoras afirman que leen por gusto. Este indicador, que se ha mantenido estable en los últimos años, sugiere que, pese a la saturación de pantallas, la competencia del entretenimiento audiovisual y la velocidad del día a día, la lectura sigue siendo un espacio elegido y no impuesto.

La lectura por placer continúa siendo un refugio, un territorio de descubrimiento y, para muchos, una forma de afirmación identitaria. Frente a los discursos derrotistas que anuncian el fin del libro, estas cifras dibujan un panorama más complejo y optimista: sí se lee, y se lee por decisión propia.

Cómo leen los latinoamericanos hoy

En 2025, la experiencia de lectura en la región está marcada por la coexistencia de prácticas antiguas y nuevas. La compra en librerías físicas, aunque ha disminuido frente a la venta en línea, sigue siendo el método más frecuente para hacerse de un libro. Su persistencia no solo responde al objeto en sí, sino también al ritual: hojear, preguntar, ser orientado por un librero, descubrir un título inesperado. 

El préstamo entre familiares y amigos, por su parte, continúa siendo un motor clave para la circulación de libros, un gesto comunitario que ha caracterizado históricamente a los lectores de la región.

En paralelo, las descargas legales y los servicios de suscripción han aumentado su presencia, especialmente entre lectores que consumen géneros de crecimiento acelerado como la fantasía, el thriller o el romance contemporáneo. 

El dispositivo móvil —sea tableta o teléfono— se consolida como herramienta de lectura cotidiana, particularmente en entornos urbanos donde el transporte público se convierte en un espacio habitual de lectura fragmentada. Aun así, muchos lectores reportan que, para lecturas profundas o prolongadas, vuelven al papel. La preferencia por el impreso, entonces, no es un rechazo tecnológico, sino una búsqueda de concentración y ritmo propio.

En términos demográficos, la población lectora sigue siendo diversa, pero con matices reveladores. Las mujeres representan un porcentaje ligeramente mayor de lectoras, tendencia sostenida en los últimos ciclos. Los jóvenes entre 18 y 24 años leen más en digital y consumen géneros híbridos y narrativas transmedia. Los adultos entre 35 y 55 años son quienes más compran libros físicos, impulsados por intereses profesionales, literarios y de no ficción. La lectura infantil, aunque dependiente de factores escolares, se ha visto favorecida por políticas públicas y por la presencia creciente de clubes de lectura familiares, tanto presenciales como virtuales.

Más allá del formato y los hábitos, comprender al lector latinoamericano implica adentrarse en las razones que lo mueven. La lectura por gusto domina las estadísticas, pero esta categoría abarca una variedad de motivaciones: placer estético, búsqueda emocional, deseo de aprendizaje, curiosidad, necesidad de desconexión y hasta construcción de comunidad. La región presenta un rasgo característico: una fuerte relación entre lectura y bienestar. Muchos lectores declaran que leer les ayuda a manejar el estrés, mejorar la concentración o equilibrar sus rutinas laborales. Por esto, en Latinoamérica se busca y se leen más libros de autoayuda que en España.

La lectura también opera como herramienta de movilidad cultural. En un contexto donde el acceso a la formación académica o profesional no siempre es uniforme, los libros —especialmente los de no ficción, divulgación científica y temas sociales— funcionan como puertas de entrada al conocimiento y la actualización. Por ello, uno de los segmentos de crecimiento más sostenido es el de los lectores que combinan literatura con libros prácticos, ensayos breves y contenidos pedagógicos de alto impacto.

En 2025, además, se registra un incremento en la lectura motivada por la recomendación: influencers literarios, comunidades digitales, clubes de lectura y plataformas como Librotea participan activamente en la configuración del gusto lector. La prescripción cultural se ha desplazado de las instituciones tradicionales hacia redes más horizontales, donde la conversación es más directa y la confianza se construye a partir de la cercanía. Este fenómeno no solo impulsa géneros y autores, sino que diversifica la oferta y visibiliza voces emergentes.

Hacia un retrato más preciso del lector latinoamericano, Librotea puede situarse como un puente entre los hábitos reales y las oportunidades del mercado. Identificar cómo se lee, qué se busca y por qué se elige un libro permite refinar las recomendaciones, fortalecer la relación con las audiencias y participar de una conversación más amplia sobre la cultura escrita en la región. En un continente donde la lectura es tanto refugio como herramienta, conocer al lector es el primer paso para acompañarlo en su recorrido.

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