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Andrés Neuman: libros para entender el mundo de María Moliner

Descubre en su nueva novela, "Hasta que empieza a brillar", la fascinante vida de la creadora del "Diccionario de uso del español".

Andrés Neuman: libros para entender el mundo de María Moliner. Foto: Javier Narváez
Andrés Neuman: libros para entender el mundo de María Moliner. Foto: Javier Narváez
Verónica Maza Bustamante Américas /

Andrés Neuman desentraña la vida de María Moliner en Hasta que empieza a brillar, novela que rinde homenaje a la lexicógrafa española creadora del Diccionario de uso del español, un monumental trabajo lingüístico escrito en plena dictadura franquista. El autor hispanoargentino nos habla al respecto y recomienda libros que brillan, como las palabras de su protagonista.

Videoentrevista con Andrés Neuman

Andrés Neuman: entrevista y libros recomendados.
Andrés Neuman: entrevista y libros recomendados. Foto: Javier Narváez

Memoria y palabras

Andrés Neuman es considerado una de las voces más originales de la literatura contemporánea en español. Criado en Argentina y exiliado en España durante su adolescencia, su obra abarca novelas, cuentos, ensayos y poesía, destacando títulos como El viajero del siglo (Premio Alfaguara y Premio de la Crítica) y Fractura (finalista del Premio Médicis en Francia). Con una prosa elegante, profunda y llena de humor, Neuman fusiona historia, lenguaje y reflexión política en su obra, incluyendo su novela más reciente.

¿De qué trata Hasta que empieza a brillar?

Cuenta la vida de María Moliner, la autora del diccionario más vivo, más inquieto, más rebelde y más hermoso que se haya escrito nunca en nuestra lengua.

Es una biografía lingüística de María Moliner porque cuenta su historia de amor por las palabras, desde niña hasta anciana, y va pasando por las distintas etapas de su vida, que incluye una infancia difícil con el abandono de su padre cuando ella tenía solo 12 años. 

Su padre se fugó a Buenos Aires, ciudad de la que provengo. Eso la convirtió en una niña trabajadora, muy consciente de la precariedad material, pero también por eso muy decidida, muy resuelta a dedicar su vida a formarse y a compartir la divulgación cultural, la alfabetización con sectores desfavorecidos de su país. Luego tuvo una carrera académica muy brillante, lo cual era infrecuente en su generación.

Hablamos de una mujer que nació en el año 1900 y que solía decir: "Soy tan vieja que nací en el año cero." Fue de las pocas mujeres de su generación que hizo una carrera, pero además la primera mujer de la historia en ejercer la docencia en la Universidad de Murcia hasta que se incorporó al cuerpo de archivos, bibliotecas y museos, donde tuvo una trayectoria absolutamente deslumbrante y conmovedora como bibliotecaria, una de las más relevantes del siglo XX. 

Ocupó todos los cargos y roles que se pueden tener con respecto al libro, incluyendo fundar casi dos centenares de bibliotecas rurales, ejercer de inspectora de bibliotecas rurales y teorizar acerca del fenómeno bibliotecario hasta el punto de redactar un proyecto de ley para articular todas las bibliotecas estatales durante la República y la guerra civil.

Toda esta vida es anterior al diccionario y es la que la prepara vital, intelectual y emocionalmente para emprender la gran aventura de escribir su diccionario, el Diccionario de uso del español.

En la novela se cuenta cómo lo escribió, se le coteja con el diccionario académico de su época, se profundiza en hasta qué punto es una obra de arte además de una obra lexicográfica, cómo ella inventó sus propios ejemplos de uso, como haría una poeta o una escritora, cómo redefinió las palabras con atrevimiento y, al mismo tiempo, una sensatez absolutamente extraordinaria.

Finalmente, aparte de narrar toda su trayectoria vital hasta desembocar en el diccionario, se hace una propuesta de lectura poética o literaria de su propio diccionario. Es decir, se lo lee entre líneas, como si de una obra secretamente autobiográfica se tratase, porque cuando una persona redefine con su propia voz todas y cada una de las palabras de su lengua materna, pero además inventa cientos de miles de ejemplos, como hizo ella durante 16 años, inevitablemente en esos ejemplos de uso imaginarios se cuela su memoria de la infancia, sus experiencias íntimas, sus posturas como trabajadora, como bibliotecaria, como ciudadana, y también como madre y como abuela.

¿Cuál es tu primer recuerdo de un diccionario?

Me cuesta recordar mi primer diccionario porque se mezclan mis recuerdos escolares con mis pesquisas caseras. Recuerdo vagamente una especie de enciclopedia infantil que tenía todavía en Buenos Aires, donde pasé mi infancia, hasta que mi familia se exilió cuando indultaron a los militares durante el gobierno de Menem, entre 1990 y 1991.

Recuerdo en la casa familiar del barrio de San Telmo una especie de enciclopedia ilustrada y abreviada que estaba claramente dirigida al público infantil. Después recuerdo, por supuesto, diccionarios escolares en el propio colegio al que asistía, aunque el primer diccionario que consulté con cierta vocación literaria fue un Larousse del francés, porque por esa época estudiaba francés, y recuerdo que me llamaba mucho la atención el misterio de por qué algunas palabras se parecían mucho a las del español y otras no tenían nada que ver. Me recuerdo perplejo ante la diversidad de cercanía de las palabras. 

Y luego, en la adolescencia, consultaba el diccionario de la Real Academia Española, el que más manejé por mi edad. Si cierro los ojos, parece que lo puedo tocar: es la edición de bolsillo en dos tomos, marroncita, como imitando falso cuero, del año 92. Yo tenía 15 años y ya estaba en España. 

¿Y cómo fue tu encuentro inicial con el diccionario de María Moliner?

Tres o cuatro años después, ya iniciando mis estudios en la facultad, en Filología, y estudiando lingüística, alguien me habló del Moliner. Yo tendría 17, 18 años, y lo consulté un poco en la biblioteca y me quedé tan fascinado que fui inmediatamente a comprarlo con el muy escaso dinero que en ese momento tenía, porque mi familia todavía era recién llegada. Yo siempre seré inmigrante, pero en ese momento, además, no había una estabilidad laboral, vivíamos de alquiler, como podíamos, entonces comprar un diccionario de esas dimensiones era una decisión importante.

En esa época trabajaba en los veranos de escayolista, como se dice en España (en México se dice yesero), y después trabajé en una empresa de cortinas como mozo de almacén. Mi función era muy ilustre: llenar las bolsitas con el número de tornillos y de argollas y de tapaderas en el color que te pidieran, tipo pino, nogal, cerezo.

El chiste, como dicen aquí, es que era un trabajo muy minucioso, un poco chaplinesco, pero te pagaban por bolsa. Entonces había que ir rápido. Así fue como ahorré para comprarme el Moliner que me acompaña hasta el día de hoy.

Tengo esa edición y, muchísimo tiempo después, cuando empecé a trabajar en esta novela, me agencié un ejemplar de la edición original de 66-67 que contiene exactamente las palabras textuales que doña María incluyó, y me compré también la edición del diccionario de la Real Academia Española que manejó ella en los años cincuenta, la octava edición del año 56, y realicé un cotejo muy divertido, que pueden leer en la novela, entre qué es el amor para la academia de la época y para María Moliner; qué es la poesía, una madre, un padre o una patria para la academia de la época del franquismo y para ella. Y ya les digo que las diferencias son enormes.

El desafío de narrar a una leyenda 

Escribir sobre María Moliner representó para Andrés Neuman una experiencia profundamente emotiva y desafiante. La considera no solo la lexicógrafa más relevante del español, sino posiblemente de todos los tiempos y lenguas, destacando su hazaña de completar semejante obra durante una dictadura. 

¿Cómo fue para ti, como escritor, trabajar en esta novela?

Hay pocas personas que hicieron un diccionario y lo terminaron; además, María fue una mujer que afrontó esa tarea en mitad de una dictadura, lo que me parece una osadía, una inteligencia y una disciplina difícilmente repetida. Mi admiración, amor y asombro por esta mujer son tan grandes desde hace 30 años, que escribir esta novela me generaba mucho deseo, pero también temor: ¿cómo se puede estar a la altura de una persona tan admirable y a la que quieres tanto sin conocerla?

Pero creo que la idea surgió de repasar algunas definiciones del Moliner y ver hasta qué punto son literarias y al mismo tiempo sutilmente políticas y además oblicuamente confesionales-autobiográficas. Un día me planteé: ¿por qué sé tan poco de la autora de mi diccionario preferido? E hice una primera búsqueda, digamos, superficial, y me empecé a encontrar datos que me conmovieron mucho. Por ejemplo: su padre la abandonó y desapareció en Buenos Aires y casi nadie lo sabía.

Hay un par de biografías y busqué la principal, de Inmaculada de la Fuente, que es muy útil. Entonces empecé a ver que María no tuvo una vida gris, apacible, tranquila, que no era verdad lo que ella misma contaba para autopreservarse en dictadura, insinuando que no había hecho nada más en su vida, pero tuvo varias vidas aparte de ser lexicógrafa. Pensé: "Esta mujer es un personaje." 

Entonces, leí la necrológica que escribió García Márquez, que es el texto tal vez más famoso sobre ella, donde dijo que el Moliner era el diccionario más completo, útil y divertido de la lengua castellana. Además, reproducía un par de tópicos de género, como que María zurcía calcetines y que había hecho su diccionario en la cocina. Es algo que se ha repetido hasta el día de hoy, como si en el imaginario colectivo, aparte de no saber casi nada de María Moliner, por tradición de género hubiera decidido situar en la cocina a una mujer que trabajó en bibliotecas, en universidades, que recorrió los caminos de la región valenciana en auto para ir a los pueblos, que tuvo una vida, digamos, dinámica, que dio clases en universidades, que investigó toda su vida, que se pasó la vida en una biblioteca. No hay ni una sola foto ni un solo testimonio de María trabajando en la cocina. 

Para desgracia de la literatura, García Márquez no escribió la novela de María Moliner, pero por suerte para mí, al leer eso dije: "Es que efectivamente esta mujer tiene novela. Esta mujer es un personaje literario." Y pasé los siguientes ocho o diez años haciendo realidad esa fantasía que ahora tiene título.

Andrés Neuman recomienda libros que brillan

  • Filosofía y poesía

    Filosofía y poesía

    María Zambrano

    Alianza Editorial

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    Pensando en el mundo de María Moliner, llega a mi mente Filosofía y poesía, de María Zambrano, autora de la misma generación que pertenece al ámbito de las llamadas hoy Sinsombrero, que se exilió aquí en México. Así como María Zambrano era una poeta del pensamiento, creo que María Moliner fue una poeta de la lingüística. En ese entorno llegaron a coincidir en Valencia, cuando la capital se trasladó de Madrid a Valencia a finales del año 36 y durante el 37.

  • Hijos de la ira

    Hijos de la ira

    Dámaso Alonso

    Austral

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    Dámaso Alonso es un personaje secundario de mi novela, porque él fue editor del diccionario de Moliner, pero también director de la institución que rechazó a María. Aparte de su legado filológico hasta el día de hoy muy vigente, fue un estupendo poeta y es autor de un libro muy importante de la guerra española, Hijos de la ira, que nos revela el estado de ánimo secreto de Dámaso Alonso, que nunca declaró públicamente: tuvo muchos amigos en la etapa republicana, la mayoría se exiliaron, el mejor poeta de todos ellos fue fusilado y, sin embargo, vivió muy bien en el régimen, tuvo cargos importantísimos, tuvo poder, una cátedra, llegó a dirigir la Real Academia Española, es decir, que aparentemente vivió bien en el régimen, pero cayó en un alcoholismo tremendo y si lees sus poemas, hay mucho dolor supurando.

  • Los niños tontos

    Los niños tontos

    Ana María Matute Ausejo

    Ediciones Destino

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    De las muchísimas obras que podríamos recomendar de Ana María Matute, me gustaría rescatar un librito de microficciones hermoso que se llama Los niños tontos, porque claro, las novelas de Ana María Matute han tenido tanta repercusión, han encontrado tantos lectores desde la primera novela, pero escribió uno de los mejores libros de microficciones de la historia de la literatura española, donde se ve el dolor de la infancia en posguerra y se cuenta en clave poética.


  • Entre visillos

    Entre visillos

    Carmen Martín Gaite

    Austral México

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    Carmen Martín Gaite es autora de libros sensacionales de todos los géneros, no puedo recomendar solo uno, porque tenía el don de saltar con brillantez de un género a otro, y fue también una gran traductora. De su obra propia podemos rescatar Entre visillos, que habla de la vida de provincias en la posguerra desde la mirada de una mujer, y El cuarto de atrás, que es una novela rarísima en su producción, más reflexiva, metaficcional, ensayística. Toda la formación académica de Carmen Martín Gaite, que solía disimular en sus ficciones, que son engañosamente sencillas, está en El cuarto de atrás. Es una novela interesante y muy distinta en su producción.

  • Usos amorosos de la postguerra española

    Usos amorosos de la postguerra española

    Carmen Martín Gaite

    Anagrama

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    Recomiendo Usos amorosos de la posguerra, donde, como su nombre indica, se estudian las costumbres afectivo-sexuales y cómo están atravesadas por el final de la guerra civil y del nacionalcatolicismo. Es un estudio generacional que me resultó muy útil para escribir Hasta que empieza a brillar.

  • De hija a madre, de madre a hija

    De hija a madre, de madre a hija

    Carmen Martín Gaite

    Siruela

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    Hay un librito que acaba de salir que reúne dos pequeños textos que se llama De madre a hija y De hija a madre, que son verdaderamente estremecedores, escritos por Carmen Martín Gaite, uno para su madre muerta y otro para su hija muerta, pues ya se quedó huérfana y huérfila, que es un neologismo que se está proponiendo para nombrar esa experiencia atroz.


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