EL RECOMENDADOR DE LIBROS

Logo Milenio
Logo Librotea
Estanterías

Eduardo Antonio Parra y el reencuentro con novelas impresionantes

El reconocido escritor mexicano revela los secretos de "Nostalgia de la sombra", su novela sobre violencia y redención, y comparte cómo Monterrey inspiró su obra más oscura.

Eduardo Antonio Parra y las novelas impresionantes para releer. Foto: cortesía
Eduardo Antonio Parra y las novelas impresionantes para releer. Foto: cortesía
Verónica Maza Bustamante Américas /

Eduardo Antonio Parra, uno de los escritores mexicanos contemporáneos más incisivos, ha construido una obra literaria que explora los abismos de la violencia, la identidad y los márgenes sociales. Aquí nos habla de la reedición de su novela Nostalgia de la sombra y recomienda el reencuentro con novelas impresionantes.

Videoentrevista con Eduardo Antonio Parra  

Eduardo Antonio Parra: entrevista y libros recomendados
Eduardo Antonio Parra: entrevista y libros recomendados

Gatillero por placer

Nostalgia de la sombra es una novela que narra la transformación de un hombre común en asesino. En sus páginas, Eduardo Antonio Parra combina una prosa cruda con atmósferas poéticas, heredera de tradiciones como el noir y la literatura maldita. Su experiencia en la nota roja y su nostalgia por Monterrey, ciudad que retrata como un personaje más, son pilares de una narrativa que cuestiona la ética, el miedo y los instintos humanos.

Eduardo Antonio, ¿de qué trata tu novela Nostalgia de la sombra?

Así como yo la concibo, es la historia de un hombre común y corriente que era corrector en un periódico, casado, con hijos, con problemas económicos como todo el mundo. Un día, el día de paga, se va a tomar cervezas y ya está por tomar el camión para su casa cuando aparecen tres jóvenes para asaltarlo. Se arma una pelea y él empieza a defenderse, pero cuando reacciona se da cuenta de que los tres jóvenes están muertos. Él los mató a golpes. A partir de ahí descubre que le gusta matar, que le da una satisfacción impresionante y abandona todo lo que tenía y se va de Monterrey, donde todo ocurre.

En el submundo comete más asesinatos, asesinatos casuales, hasta que finalmente cae en prisión, de donde lo rescata un político —que nunca se dice dónde trabaja— para que mate para su organización. A partir de ahí se convierte en un asesino a sueldo, en un asesino profesional.

Es tu primera novela, reeditada. ¿Cómo recuerdas la experiencia inicial?

Tenía 36 años cuando lo escribí. Ya tenía tres libros de cuentos y estaba pensando escribir una novela. Yo acababa de mudarme de Monterrey a la Ciudad de México. De hecho, eso tiene mucho que ver con el título, porque tenía mucha nostalgia de Monterrey y quería escribir una historia donde se contara la ciudad también. 

Yo había trabajado en nota roja tres o cuatro años antes y mi experiencia fue la que empezó a alimentar la historia de este personaje, Ramiro Mendoza Elizondo. La primera versión salió en menos de 3 meses. Me encerré en una casa que me prestaron y la escribí a mano completita. Venía a la Ciudad de México los fines de semana, dejaba los cuadernos para que me los pasaran a la computadora. Y luego, cuando estuvo terminada la primera versión, me di cuenta que —como todas las primeras versiones— tenía muchos defectos. Entonces me puse a trabajarla, y el trabajo de reescritura, de corrección, fue de más de un año. 

Es una novela preguerra del narco. Todavía no había tanta violencia por los cárteles de la droga, no había sicariato; incluso, ni siquiera se les llamaba sicarios a los asesinos, todavía eran gatilleros. Y a mí me atraía mucho la idea de narrar, por ejemplo, qué se siente matar. Obviamente, nunca he matado a nadie, pero por medio de la imaginación pensaba en matar de una manera más íntima. No como se hace hoy, de una manera más mecánica: llegan 10, 15 sicarios y tiran 500 o 1000 balazos de cuerno de chivo. No, aquí la idea era matar con las propias manos, matar de cerca, ver la cara de la muerte, ver qué se sentía.

La respuesta más lógica o más común sería que empieza el remordimiento, empieza la culpa, pero ¿qué pasa si es al contrario? ¿Si de repente descubre una especie de gusto, una especie de devoción,  de vocación interna por ese acto y decide desarrollarlo? Eso es lo que pasó con este personaje.

¿Cómo es la psicología de este asesino, y cómo es su ética?

Ramiro Mendoza Elizondo tiene bastantes valores éticos, aunque no sean los mismos que tiene la mayor parte de la gente. Por ejemplo, él está convencido de que, de alguna manera, todos merecemos la muerte. Todos hemos hecho algo por lo cual nos merecemos morir, y ese convencimiento lo lleva hasta sentir —o creer— que muchas de sus víctimas se lo agradecen con la última mirada. Pero el primer conflicto de la novela y que se mantiene durante toda, es que él ha matado a muchos hombres, pero nunca ha matado a una mujer.

No sé si en la actualidad esto sea políticamente incorrecto, porque ahora ya todos somos iguales, pero cuando yo escribí la novela todavía existía esta cuestión del acto de caballerosidad. Para el protagonista, los hombres siempre han sido agresores, agresivos, lo han agredido, entonces tienen mucho más razones para matarlos. En cambio, las mujeres siempre se han portado bien con él, les encuentra cierta ternura, las compara con la madre, y ahí surge una cuestión ética.

Nostalgia de la sombra
Eduardo Antonio Parra Nostalgia de la sombra
Comillas Logo

Se trata de un personaje que siempre está cuestionando o pensando lo que está haciendo. No tiene sentimientos de culpa, pero hace un balance de todos sus actos.

Todos tienen ciertas repercusiones emocionales, psicológicas en él. Y yo creo que se va viendo a lo largo de la novela cómo se va transformando poco a poco. Él considera que la mayoría de sus víctimas están justificadas —o sea, no nada más mata por el dinero, sino también porque se lo merecen, merecen morir porque hicieron esto, porque hicieron lo otro.

¿Por qué decidieron reeditar la novela en Ediciones Era?

Yo quería que se reeditará desde hace mucho, porque estaba desaparecida. Muchos lectores me preguntaban cuándo la reeditaría, porque no la alcanzaron a leer. Esta es la tercera casa editorial donde sale esta novela: primero salió en Mortiz, luego en Tusquets y ahora en Era. Y me la quería traer a Era porque es donde tengo más libros publicados, es mi casa editorial prácticamente. Y ya tengo la experiencia de que cuando se sale en Era, se queda en Era. Va a estar en catálogo hasta que me muera y quizás hasta después. Esa era la idea. 

Monterrey, el miedo y el deseo

El proceso creativo de Parra para escribir es preciso. Desde su escritura febril en cuadernos hasta la influencia de poetas malditos para construir escenas violentas con elegancia literaria, cree que "la felicidad no se puede narrar". Se trata de un autor que no tiene miedo de dejarse arropar por las sombras que habitan en lo cotidiano.

¿Por qué en la novela se menciona el miedo repetidas veces?

Desde que empecé a escribir en Monterrey, sentía que había una atmósfera de miedo en la ciudad. Y yo me preguntaba: "¿A qué?" Simplemente, no sé, a la vida misma, al sistema, a cómo se estaban perfilando las cosas. Yo sentía esa sensación de miedo en la mayoría de la gente, sobre todo cuando había multitudes, y también sentía esa sensación de que algo estaba a punto de estallar. Digo, supongo que se presentía o se sentía ya lo que pasó cinco años después, cuando se vino la superviolencia en Monterrey.

Entonces, me ponía a pensar: el miedo es uno de los principales motores que mueven esta sociedad. Siempre nuestros anhelos van en sentido contrario a los miedos que tenemos, y por eso el miedo es el acicate, aunque nunca nos lo digamos. Es la motivación que nos mueve a todos los seres humanos. Tenía que estar presente en la novela. Por supuesto, él mata por miedo y luego sigue matando por otras razones o por el mismo miedo y cierto deseo, cierto placer.

Cuéntanos de la ciudad de Monterrey como un personaje más.

Fue un trabajo de recuperación de la ciudad por medio de la memoria. Sobre todo de los sótanos o los subterráneos de Monterrey. Desde que era estudiante me la pasaba en cafés 24 horas, porque a veces me ponía a leer toda la noche. Y uno de los cafés que me gustaban mucho era precisamente enfrente de la central de autobuses. Me sentaba frente a los ventanales, veía el pasadero toda la madrugada de personajes y decía: "Esto está bastante interesante". Por supuesto, no eran barrios muy recomendables, pero eran bastante interesantes. Ahí era donde yo sentía, por ejemplo, esta vibración de que algo estaba a punto de estallar, y también se sentía la cuestión del miedo. 

Pero había otros lugares que yo quería recuperar, como el basurero y el río Santa Catarina. Quería que el personaje hiciera una simbiosis perfecta con la ciudad. Para mí fue un choque cultural ir de Monterrey a la Ciudad de México y quería mostrar ese extrañamiento en el personaje. Cuando me cambié, decían que estaba loco: "¿Qué vas a hacer a la Ciudad de México? Te van a asaltar, te van a secuestrar". Ya había un clima de inseguridad muy fuerte. 

Entonces, eran dos tipos de ciudad completamente distintas, al menos en ese momento. Después se volteó la tortilla: la Ciudad de México era mucho más segura y Monterrey era mucho más insegura. 

¿Cómo trabajas el detalle en tu narrativa?

Desde que empecé a escribir pensé en la exactitud del lenguaje, del detalle. De hecho, mis atmósferas —tanto en los cuentos como en las novelas— suelen ser bastante densas, y la intención es que el lector se sienta dentro de la historia.

Se tiene que trabajar todo: desde la estructura de la novela, pero también el lenguaje, el ritmo, la musicalidad, todo esto. Y a mí me gustaba meterlo más que se pueda —imágenes poéticas, metáforas—, sobre todo tratándose de una novela tan violenta, tan negra como es Nostalgia de la sombra. Me acicateaba para buscar imágenes poéticas oscuras. La idea era buscar lo que hacían los poetas malditos, lo que hacían poetas depresivos, y tratar de aprender lo más que se pueda para crear atmósferas creíbles, asfixiantes, que ayudaran al lector a meterse bien en la historia. Ese es el trabajo de todo escritor, supongo yo.

¿Cómo vinculas el concepto del deseo tanto dentro como fuera de esta novela?

Por ejemplo, el protagonista de Nostalgia de la sombra satisface un deseo casi sexual a la hora de matar. Se ve la satisfacción que está sintiendo a la hora de matar, que es bastante completa, no nada más sexual. Y para eso hay que trabajar mucho la atmósfera.

Si estás haciendo una escena erótica y no trabajas bien la atmósfera, se queda en pornografía chafa. Lo mismo con la violencia: si no la filtras a través del lenguaje —de un lenguaje más o menos poético, de un lenguaje bien intencionado literariamente— y una atmósfera bien trabajada, quedaría como si estuvieras leyendo la nota roja. Se trata de hacer literatura, esa es la idea. Por eso el trabajo del lenguaje, la atmósfera, las metáforas, las comparaciones, la poesía, el ritmo, la musicalidad del lenguaje. Para mí, la elegancia es la creatividad artística.

¿Qué nos cuentas de Sombras detrás de la ventana, tu compilación de cuentos?

Todos mis cuentos están ahí, trae los cinco. Mi primer libro de cuentos, Los límites de la noche, salió en el 96. La pregunta que me hacían casi todos críticos y periodistas era: "¿Por qué tanta violencia?". Y las respuestas eran prácticamente las mismas: la violencia es un elemento inherente al ser humano, es esencial en cualquier ser humano. Cada vez que nos acercamos a situaciones límite, salen los instintos, por mucho que los hayamos aplacado por medio de la educación y de la cultura.

No me gustan las historias felices —además de que soy de los escritores que cree que la felicidad no se puede narrar—, sino las que me llevan a cuestionarme la existencia, la vida de los seres humanos, la vida cotidiana, que siempre tienen estos resquicios donde irrumpe esta irrealidad o rompe la rareza o lo grotesco y con ello se rompe nuestra normalidad. Creo que siempre me ha dado muchísimo la atención ese tipo de historias, y bueno, hay que desarrollarlas como se pueda para que  a fin de cuentas salga un buen cuento.

Eduardo Antonio Parra y el reencuentro con novelas impresionantes

  • La más recóndita memoria de los hombres

    La más recóndita memoria de los hombres

    Mohamed Mbougar Sarr

    Anagrama

    Comillas Logo

    De los que he leído últimamente, el que más me ha gustado es La más recóndita memoria de los hombres. Es una historia bastante interesante porque nos abre un poco el panorama de las culturas africanas, pero también está muy involucrado París. La novela originalmente es en francés y ganó el premio Goncourt. Trata acerca de un escritor que tiene antepasados que son chamanes o brujos en sus tribus. Es una exploración de esa memoria, una memoria completamente distinta a la que estamos acostumbrados a leer los latinoamericanos y los europeos, y eso yo creo que es un atractivo, porque también llegamos a la conclusión de que los hombres son iguales en todos lados. El ser humano siempre va a ser lo mismo. Me parece una novela impresionante.

  • La guerra del fin del mundo

    La guerra del fin del mundo

    Mario Vargas Llosa

    DEBOLSILLO

    Comillas Logo

    Leo pocas novedades; me siguen apasionando más los libros antiguos. Entonces, yo releo mucho, regreso constantemente. Ahora que acaba de morir Mario Vargas Llosa, yo recomendaría al cien por ciento La guerra del fin del mundo, porque es su novela más importante, más impresionante y también la más divertida, dentro del tema de la violencia.

  • Luz de agosto

    Luz de agosto

    William Faulkner

    DEBOLSILLO

    Comillas Logo

    Me gusta regresar a Faulkner. Releí hace poco Luz de agosto, que es una de mis obras favoritas de Faulkner.

  • Sobre héroes y tumbas

    Sobre héroes y tumbas

    Ernesto Sábato

    Booket México

    Comillas Logo

    Estoy dándole otra pasada a Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato. Es una novela muy extraña, que tiene una atmósfera muy inquietante desde el principio, como si uno estuviera leyendo una novela de terror o de fantasmas, aunque no lo es, pero esa atmósfera nos empieza a inquietar desde el primer momento.

  • Luz de naranjos

    Luz de naranjos

    César Gándara

    Nitro-Press

    Comillas Logo

    De las nuevas que han salido, voy a recomendar la de un amigo que me encanta: Luz de naranjos de César Gándara: es una novela policiaca donde el personaje principal es una mujer judicial del estado de Sonora y anda buscando solucionar un crimen que implica también muchas cuestiones emocionales para ella, porque tiene que ver con un examante.


Tags relacionados
  1. libros