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Luis Jorge Boone recomienda libros que son un prodigio narrativo

El escritor mexicano habla "El polvo que levantan las botas de los muertos", escrito en colaboración con Julián Herbert, y devela detalles sobre su proceso creativo.

Luis Jorge Boone recomienda libros que son un prodigio narrativo. Foto: cortesía
Luis Jorge Boone recomienda libros que son un prodigio narrativo. Foto: cortesía
Verónica Maza Bustamante Américas /

Luis Jorge Boone es una de las voces más versátiles de la literatura mexicana actual. Con una obra que abarca narrativa, poesía y ensayo, su escritura explora con agudeza los límites entre historia y ficción, memoria colectiva y experiencia íntima. Aquí nos habla sobre su libro más reciente, El polvo que levantan las botas de los muertos, y recomienda libros que son un prodigio narrativo.

Videoentrevista con Luis Jorge Boone

Luis Jorge Boone: entrevista y libros recomendados
Luis Jorge Boone: entrevista y libros recomendados

Un libro a cuatro manos

Ganador de premios como el Inés Arredondo, el Ramón López Velarde y el Gilberto Owen, Luis Jorge Boone también ha sido antólogo y puente entre generaciones. En esta entrevista con Librotea, el autor coahuilense desentraña los hilos del libro que coescribió con Julián Herbert, donde la Revolución Mexicana se vuelve escenario de personajes anónimosy preguntas que resuenan en el presente.

¿De qué trata El polvo que levantan las botas de los muertos?

El polvo que levantan las botas de los muertos es un libro conformado por dos historias de la Revolución Mexicana que giran alrededor de la figura de Luciano Carranza, de su enfrentamiento con Huerta, de la toma de Saltillo, etcétera. Ambas historias suceden en Saltillo durante esa época. Los protagonistas son un profesor rural, Gabriel Calzada, protagonista del cuento de Julián Herbert, y un soldado anónimo, en el mío. Los soldados son esa carne de cañón que no tiene derecho a una historia propia, así que inventé uno, le di un nombre muy acorde a la época. Es un soldado apostado en la torre de la catedral, esperando el avance de las tropas mientras defiende la ciudad y hay ahí una reflexión sobre el destino.

Este libro me gusta mucho y le tengo mucho cariño, más allá de la emoción que uno pueda guardar por lo que escribe. Tiene un plus adicional: está escrito junto a una de las personas más importantes en mi vida, mi amigo del alma, mi hermano, Julián Herbert, mi maestro, mi hermano mayor y tantas cosas más. Nos juntamos en algún momento; habíamos publicado estos dos cuentos en una novela colectiva, y luego, cuando cumplió su ciclo, decidimos reunirlos. Comparten una vibra, un tiempo, una forma, son cosas muy particulares dentro de nuestras propias obras. 

¿Por qué se enfocaron en la Revolución Mexicana?

En aquel entonces, había unos recursos que se concursaban por el aniversario de la Revolución, alrededor de 2010. Había que presentar proyectos artísticos, en este caso de escritura, y la novela Graduación reunía a seis personalidades: historiadores, historiadoras, escritores, escritoras. Cada quien hizo su parte, pero quienes teníamos una relación de amistad buscamos un marco para que no se perdiera ese trabajo que habíamos hecho juntos. Accedí por la invitación de Julián. Nunca había escrito algo histórico; para mí era algo raro. Él sí tiende a la investigación, es muy de archivos. Yo no tanto, soy más desordenado, no me siento con las claves de lo histórico. Pero resulta que en el trabajo que uno hace, las elecciones pueden ir cambiando.

Siempre le he hecho caso a Julián, y casi siempre que me invita a algo, es un reto. Contrario a lo que podría pensarse, yo era un bruto en historia durante la primaria. No sabía qué había pasado antes, si la Revolución o la Independencia. Tenía que escribirlo en la mano, como en Los Simpson, para no olvidarlo. Con el tiempo, descubrí otras rutas, otras vías, y también entendí que la historia, su interpretación y su narración —nacional o regional— son interpretaciones, siempre estás haciendo ficción.

El polvo que levantan las botas de los muertos

El polvo que levantan las botas de los muertos

Luis Jorge Boone y Julián Herbert
Ediciones Era

Poesía de vida

El año pasado, Boone resultó ganador del Premio de Poesía Óscar Oliva 2024 por su libro Antiguas canciones zen de nuestro amor y nuestro odio, en la tercera edición del certamen, que evaluó 65 trabajos bajo la deliberación de un jurado integrado por los poetas Armando Alanís Pulido, Jorge Humberto Chávez y Roberto Rico Chong.

Háblanos sobre el Premio de Poesía Óscar Oliva que ganaste en 2024.

El libro Antiguas canciones zen de nuestro amor y nuestro odio todavía no sale, está en proceso. Esperemos que todo salga bien y podamos tenerlo pronto. Se publicará en Ediciones Era. Ganó el Premio Óscar Oliva el año pasado; Oliva es un poeta muy importante, un tesoro viviente en Chiapas, parte de la historia de la poesía nacional, muy de izquierda, que reflexiona sobre la colectividad y el tejido que somos.

Escribí este libro entre finales de 2017 y 2020, con algunos añadidos posteriores. Los últimos años fueron de corrección, relectura, repensar el ritmo, las imágenes, la estructura. Son poemas muy de ese tiempo, hablan de la vida, de mi visión del mundo. Viví en Alemania un año porque a mi esposa le dieron una beca, así que hay poemas sobre aquellas tierras, con vivencias y crítica. También hay poemas de amor. Tenía un tutor que decía que los poemas de amor eran raros, imposibles, y que había que escribirlos muy joven, pero a mí me gusta llevar la contraria. Esos poemas los aprecio mucho porque surgen de esa vida verbal en la que uno está sumergido. 

¿Cuáles son tus principales enemigos a vencer y tus principales armas en la literatura?

Hay una idea de José Emilio Pacheco que me gusta mucho: no se puede competir con nadie, la competencia siempre es con uno mismo. Uno es dueño de su material, custodio de lo que lleva, quien ha afilado sus armas. Medirse con los demás es un tic absurdo y feo. El principal contendiente a vencer es uno mismo: las limitaciones que se impone, lo que deja que la mente lo traicione, las emociones, fantasías, apegos y rechazos que uno asimila.

Prefiero pensar: ¿qué no he hecho? ¿Y ahora qué quiero hacer? ¿Qué novela, cuentos, poemas, ensayos no he escrito? ¿Qué tipo de prosa no he explorado? ¿Por dónde me quiero ir? Una de las cosas que más disfruto de la escritura es la curiosidad. Me acerco, me siento a la mesa, y pido cartas para jugar también. 

Luis Jorge Boone recomienda libros que son un prodigio narrativo

  • Solaris

    Solaris

    Stanislaw Lem

    Impedimenta

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    Creo que con Solaris,Stanislaw Lem logró su obra maestra. Es un librazo, una genialidad, un prodigio. Cuando lo recomiendo, digo que es un prodigio porque conecta con muchas cosas. Fue escrito hace tanto tiempo y parece tan fresco, tan vigente, con esas preguntas que nos hacemos: qué es la inteligencia, qué es la sensibilidad, qué es la conciencia, todo esto sobre la exploración espacial, la inteligencia artificial, qué es ser humano, qué es estar vivo. Me parece que está escrito con una gran sensibilidad e inteligencia, sobre todo, con una capacidad de penetración en la realidad y de imaginación, de concebir otros mundos y otras formas de vida. Lem es un genio. Hay que leerlo para entender cómo nos desafía. La inteligencia no halaga el lugar común, no nos hace sentir herederos de la tierra, sino que nos cuestiona: ¿por qué crees todo eso? ¿Por qué no podría ser de otra manera? Y creo que Lem lo hace muy bien.

  • Drácula

    Drácula

    Bram Stoker

    Austral México

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    De Drácula, de Bram Stoker, conocemos muchas adaptaciones, algunas muy buenas, otras muy malas. A mí me encanta el cómic, pero nos quedamos con esa visión cinematográfica. Siempre estoy un poco en guardia cuando los grandes mitos, las grandes historias y los grandes personajes se convierten en storytelling, un término que uso con escepticismo, cuestionando su valor. Cuando solo se trata de entretener, repitiendo una y otra vez lo mismo, diluyendo las historias para que sean accesibles, por dinero. El cine ha empobrecido mucho el mito de Drácula. Casi siempre lo presentan como una historia de amor, pero en la novela de Bram Stoker —que leí a los 17 años y luego releí religiosamente una vez al año hasta los 24 o 25— encontré una obra maestra de técnica y perspectiva. Es fascinante ver cómo se construye un mito y entender que no necesitamos, para vivir el temor a lo desconocido, que la pantalla esté llena de vísceras. Lo que necesitamos es enfrentar nuestra propia oscuridad.

  • Vals de Mefisto

    Vals de Mefisto

    Sergio Pitol

    Ediciones Era

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    Recomiendo Vals de Mefisto, de Sergio Pitol, publicado por Ediciones Era. Para mí, es un libro de cuentos perfecto. Son cuatro relatos llenos de coincidencias, derivaciones, variaciones, sobreentendidos, misterios, escenarios exóticos y personajes cercanos que constantemente dudan: si recuerdan bien, si actúan correctamente, no saben dónde pisan, cómo vivir esa experiencia en el recuerdo o el presente, cómo abordarla. Estas cuatro historias desbordan los límites del cuento y se convierten en relatos intrincados, a veces laberínticos, pero siempre con una gracia absoluta, la gracia del gran maestro que fue Sergio Pitol.


  • Perro negro, 31 poemas

    Perro negro, 31 poemas

    Mario Montalbetti

    Paracaídas

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    Incluiría la Poesía de Mario Montalbetti, poeta y lingüista peruano. Podrían decir cualquier cosa sobre Montalbetti y sería válido. Me parece un tipo inteligentísimo, brillante, claro, generoso y misterioso, que siempre explora esas fisuras donde no nos damos cuenta de que estamos parados. Él lo detecta todo: las grietas del lenguaje, de la poesía, de la creación. Montalbetti es, para mí, uno de los grandes poetas contemporáneos.

  • La energía de los esclavos

    La energía de los esclavos

    Leonard Cohen

    VISOR LIBROS, S.L.

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    Por último, recomiendo La energía de los esclavos, de Leonard Cohen, un poemario que para mí es como un tarot personal. Lo consulto, me pregunto qué hay que escribir, cómo resolver las cosas, siempre bajo su influencia. Es uno de sus libros que más admiro.

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