Ricardo Cázares recomienda libros de una belleza abrumadora
En entrevista, el escritor, editor y poeta nos habla sobre su más reciente libro, "Escribir el paraíso", y conversa en torno a su labor en las letras.

En esta conversación, Ricardo Cázares desentraña los múltiples estratos de su obra, que combina poesía, narrativa y reflexión sobre el lenguaje, los viajes históricos y la forma en que interpretamos el mundo. Además, comparte su visión sobre la poesía como un acto de transformación lingüística y su experiencia como tallerista, invitando a los lectores a descubrir el placer de la lectura más allá de las ideas preconcebidas.
Videoentrevista con Ricardo Cázares

Los viajes del capitán Cook
Ricardo Cázares es un poeta que ha hecho del lenguaje su territorio de exploración. En su nuevo libro, Escribir el paraíso, nos invita a un viaje literario que oscila entre la poesía y la prosa, entre la historia y la ficción, y entre el lenguaje humano y el de la naturaleza.
A través de una narrativa que se inspira en los viajes del capitán Cook por el Pacífico, Cázares reflexiona sobre cómo interpretamos y modificamos la historia, mientras juega con sonoridades y lenguas como el hawaiano y el inglés. En esta entrevista, el autor nos revela los procesos creativos detrás de su obra y su visión de la poesía como un espacio de libertad y transformación.
Escribir el paraíso es un libro que tiene muchas capas y formas de leerse. ¿Cómo definirías este libro y qué lo hace distinto dentro de tu obra?
En realidad, este libro es un poco anómalo dentro de mi obra, principalmente porque es el más breve que he escrito. Tiene muchos estratos y se puede leer de varias maneras. Esencialmente, es un libro de poesía, tanto en verso como en prosa. Por un lado, tiene un carácter narrativo que parte de hechos históricos, como los viajes del capitán Cook entre 1776 y 1779 en el Pacífico. Pero, al mismo tiempo, es un libro sobre la escritura, la poesía y cómo los seres humanos interpretamos la historia, y al hacerlo, cómo la falseamos o la modificamos.
Se puede leer como un libro de aventuras, pero también como una exploración del lenguaje: el lenguaje literario, el histórico e incluso el de la naturaleza. A medida que avanza el libro, el lenguaje de las plantas, los animales y lo geológico comienza a devorar los estratos más civilizados.
¿Cómo surgió la idea de escribir este libro y por qué elegiste la figura del capitán Cook como eje central?
Desde muy joven fui un aficionado a los libros de aventuras, tanto de ficción como históricos. Me encantaban las historias de navegantes como Cortés, Magallanes, Vasco de Gama y Nelson. Incluso intenté traducir El viaje del Beagle, de Darwin, aunque nunca lo terminé. Estos viajes de exploración siempre me interesaron, y siempre tuve la intención de escribir un libro dentro de ese género. Sin embargo, nunca me decanté por la narrativa, así que terminé escribiendo un libro de poesía sin planearlo.
Cook no fue una elección consciente al principio. Escribí un par de poemas que abren el libro y en ese momento no estaba pensando en él. Pero al investigar sobre Cook, me di cuenta de que esos poemas me darían pie para desarrollar esta historia. Me enredé en lo que el poeta Charles Olson llamaba un "trabajo de saturación": leí todo lo que pude sobre el tema, y de ahí surgieron rápidamente una serie de poemas que se fueron ligando entre sí. Lo más interesante no era solo la narrativa, que es fascinante por el encuentro de dos culturas, sino el choque en términos de lenguaje.
La sonoridad por delante
En Escribir el paraíso, Ricardo Cázares juega con múltiples lenguajes, incluyendo el español, el hawaiano y el inglés. Este collage lingüístico no busca confundir al lector, sino invitarlo a explorar nuevas formas de entender el mundo a través de la sonoridad y la transformación del lenguaje.
El libro tiene una diagramación muy particular, con poemas que ocupan toda la página, listados y glosarios. ¿Cómo fue el proceso de diseño y qué buscabas transmitir con esta disposición?
Estoy muy contento con la diagramación del libro. Siempre he escrito usando toda la página, y en este caso, hay poemas con una disposición muy abierta. Creo que la forma de cortar el verso ayuda al lector a entender el ritmo del texto. Además, hay listados de palabras en hawaiano, glosarios y fragmentos de prosa intercalados con versos. No es con ánimo de confundir, sino de reflejar el trabajo de palimpsesto que he desarrollado como escritor, donde se juntan elementos históricos, sonoros y visuales.
La sonoridad es algo muy importante en este libro. De hecho, muchos poemas surgieron a partir de la sonoridad de ciertas palabras en hawaiano, que luego traduje al español o viceversa. Este proceso me permitió explorar cómo pensaban aquellos hombres en Hawái, de los cuales no hay más registro que el de los ingleses que llegaron a tomar posesión de las islas. Para llegar a eso, a veces hay que usar recursos heterodoxos.

En tu obra, la poesía parece ser un espacio de libertad y transformación. ¿Cómo la defines y qué lugar ocupa en tu vida?
La poesía es el último reducto de radicalidad del lenguaje. Siempre he dicho que los poemas no sirven para nada, y cuando lo digo, la gente suele dar un paso atrás, como si estuviera denostando la poesía. Pero lo que quiero decir es que un poema no está al servicio de nada: no depende de ideas, sentimientos ni nada más que de sí mismo. Un poema no es la transcripción de un hecho, sino el hecho en sí mismo.
Los temas de los poemas pasan a segundo plano; lo importante es la transformación del lenguaje. La poesía nos permite explorar formas de lenguaje a las que no estamos acostumbrados y cambiar nuestro estado de ánimo, nuestra atención y nuestra manera de ver el mundo. Ese enriquecimiento nos permite leer la realidad cotidiana de otra manera.
Además de escribir, das talleres de poesía. ¿Qué buscas transmitir a tus alumnos y cómo ves el futuro de la poesía en un mundo cada vez más acelerado?
En los talleres, lo que más me interesa es transmitir el placer de la lectura. Muchas veces nos acercamos a los libros con ideas preconcebidas, como que nos harán más cultos o inteligentes. Eso puede pasar, pero es secundario. Lo importante es disfrutar del lenguaje, de la sonoridad, de la forma en que las palabras nos afectan.
La poesía nos permite discutir cosas importantes no solo en términos intelectuales, sino en cómo la palabra nos ayuda a entender el mundo de otra forma. En un mundo acelerado, la poesía sigue siendo un espacio de resistencia, donde podemos detenernos y explorar otras formas de ser y estar.
Ricardo Cázares recomienda libros de una belleza abrumadora
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De prosa, yo creo que el libro que más he disfrutado en mi vida y al que más he vuelto—al menos es el único libro que creo haber leído cuatro veces—es Tristram Shandy, de Laurence Sterne. Existe una traducción al español que hizo Javier Marías. Me gusta particularmente porque es inclasificable. Uno podría decir que se trata de una novela, pero está enmarcado en la época del racionalismo. Es un libro escrito por un pastor anglicano, que era Sterne, con un humor de una ferocidad extraordinaria. Formalmente, es el antecedente de gran parte de la novela experimental que vendría en los siglos posteriores. Es un libro totalmente adelantado a su tiempo y, al mismo tiempo, está lleno de ternura y belleza. Es un libro que engaña un poco al lector(y voy a hacer un spoiler, algo que no suele gustarle a la gente): Tristram Shandy, el personaje principal del libro, aparece hasta que ya van más de dos terceras partes del libro escritas. Es un reto para el intelecto, pero además está lleno de momentos de gran placer, de hilaridad absoluta, de amor. Lo recomendaría a cualquier persona. Es un libro extenso, muy hermoso y con peculiaridades; raro, pero vale toda la pena.
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Mencionaría también un libro extraordinario de Cormac McCarthy que se llama Meridiano de Sangre. Me parece que toda la obra de McCarthy es extraordinaria y representa un momento fundamental de la literatura en los Estados Unidos. Meridiano de Sangre es una de las grandes novelas de la lengua inglesa. Para mí, está casi a la altura de alguna novela de Faulkner.
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Hay una novela argentina que me parece maravillosa: Zama, del escritor Antonio Di Benedetto. Es una novela que tiene que ver con la llegada de los españoles al Río de la Plata y al Cono Sur, y el encuentro de don Diego de Sama, el personaje central del libro, con los indios de la zona. No voy a echarles a perder lo que pasa, pero es una novela que empieza a volverse absolutamente terrorífica y que tiene una belleza y una plasticidad en el lenguaje sin igual. La recomiendo profundamente, simplemente por la sonoridad que hay en la novela.
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Un libro que tuve la fortuna de traducir en mi editorial, Mangos de Hacha, hace más de 15 años, es Pedazos, del poeta norteamericano Robert Creeley. Es un libro que aborda lo que yo suelo llamar poesía en tiempo real, donde parece que el mundo mismo está atravesando el momento de escritura del poema. Tiene una articulación muy especial y del cual se puede aprender muchísimo.
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Mencionaré un poeta que es fundamental no solo para mí, sino creo que para quienes hemos escrito poesía en Latinoamérica en los últimos 40 años: Contra natura, del poeta peruano Rodolfo Hinostroza. Es un libro de una belleza abrumadora, de una gran sonoridad y de una imaginación deslumbrante, donde Hinostroza abarca un campo amplísimo de elementos. Creo que se puede sacar mucho provecho de él. Me parece que este libro, Contra natura, se encuentra dentro de sus obras completas, que fueron editadas en México por Aldus hace ya cerca de 20 años.
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Recomiendo otro libro que es de una belleza apabullante, que recién se reeditó en México en una edición hermosa de la UPAEP en Puebla: Crawl y Hospital Británico, del poeta argentino Héctor Viel Temperley. Es, me parece, el gran poema—o el gran par de libros de poemas—visionario de la tradición latinoamericana en el siglo XX. Es un libro donde hay una extrañeza profunda en el lenguaje y que tiene que ver con casi las visiones de los místicos cristianos. En este caso, no en el desierto, sino en la experiencia de un nadador que ha pasado por momentos límite, la experiencia traumática de estar al borde de la muerte.
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